Hacia una industria colaborativa

A pocos días del cambio de gobierno, todavía no hay ninguna mención a lo que sucederá en materia de telecomunicaciones. Sí algunos rumores (unos bien fundados, otros con olor a opereta) sobre posibles nombres. Por lo tanto, lejos se está de intuir la política que se llevará adelante. Lo que sí es concreto es que el sector telco es muy distinto al que conoció el próximo presidente mientras fue jefe de gabinete, entre 2003 y 2008. Otro era el panorama de la industria en aquél entonces.

Repasando los últimos resultados presentados por los 3 mayores operadores del país (Telecom, Telefónica y Claro) surgen dos datos clave: los ingresos menguan y ya no existen las tasas de crecimiento de antaño.

A partir de este año, la aplicación del ajuste por inflación en los balances blanquea una situación que antes quedaba enmascarada detrás de “crecimientos” de dos dígitos que no eran tales si se les descontaba el impacto inflacionario. Así ahora puede verse que las ventas de Telecom cayeron un 10,2% en el último año, mientras que los ingresos totales de Claro lo hicieron un 8,1%. En el caso de Telefónica al estar sus números expresados en euros, se introduce el factor tipo de cambio que no permite comparar con los casos anteriores, expresados en pesos.

A estos ingresos decrecientes se le suman variaciones en la cantidad de clientes que van de modestas a negativas. Únicamente la banda ancha muestra un crecimiento, del 4%. El resto de los servicios, en negativo o estancados. La telefonía fija para atrás (-7,5%). Los celulares también para atrás (-1,4%) aunque aquí hay un impacto de las bajas de líneas sin uso o no nominadas que es difícil de medir. La TV Paga, sólo cuantificada en el balance de Telecom pero que a su vez es el mayor proveedor del mercado, también tuvo un retroceso (-1,4%).

En este escenario, y con tarifas en pesos más costos parcialmente en dólares, el sector, con actores de todo tamaño, se ve obligado a replantearse aproximaciones. Fue lo que sucedió con el estiramiento en el tiempo de las inversiones anunciadas en su momento por Telecom o la postergación del lanzamiento del servicio móvil de CATEL en su asociación con Telefónica.

Así las cosas, el ámbito local es propicio para potenciar la tendencia global a la compartición de infraestructuras y la colaboración entre operadores. Más allá de la lógica de económica, lo que anteriormente era visto como una ventaja competitiva hoy tiende a comoditizarse. No hay significativas diferencias entre una fibra u otra. La diferencia comienza a darse más por los servicios ofrecidos y la gestión de éstos (con big data e inteligencia artificial jugando roles crecientes en el proceso). De allí la tendencia clara hacia una industria asociativa, con cada vez hay más acuerdos entre operadores y donde surgen redes mayoristas cuyo negocio es tener red y vender su capacidad y capilaridad a operadores minoristas. Construir una red no es barato y en ciertas áreas su uso por más de un operador es la mejor forma de hacerlas viables económicamente.

La industria necesita ser más colaborativa para atravesar un escenario complejo estructural y coyunturalmente. Por tal motivo, el próximo gobierno debería, entre otras cosas, seguir y profundizar el camino iniciado por el actual en materia de propensión a la compartición de infraestructura, a la eliminación de trabas a su despliegue y a las asociaciones entre operadores, más allá de los acuerdos a los que lleguen las empresas en negociaciones privadas.

Evidentemente, la situación actual dista de ser la de Belle Époque que tuvo lugar cuando Fernández era Jefe de Gabinete. Pero también está claro de que es consciente de que no le espera un camino de rosas. O sí, por las espinas.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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