¿Y por casa cómo andamos?

En Argentina hablar de 5G no es ciencia ficción, pero casi. Si bien es cierto que ya hay algunas antenas que irradian señal 5G (las que activó Personal hace unas semanas) y ya se comercializan smartphones “5G ready”, lo cierto es que todavía faltan las bases para pensar en un desarrollo sólido de esta tecnología.

Por lo pronto, se carece de lo esencial: espectro. Lo que hoy tiene funcionando Personal es con tecnología DSS que lo que hace es compartir el espectro en uso actualmente en 4G también con 5G. Es una solución de compromiso, indicada durante la transición hacia 5G ya que permite utilizar la infraestructura y espectro existente, compartiéndola entre ambas generaciones. Pero está lejos de ofrecer todas las características que hacen de 5G una tecnología disruptiva. Para ello se necesita espectro “nuevo” de uso exclusivo.

En este aspecto, estamos como cuando vinimos de España, como decían nuestros ancestros. Todavía no se han identificado las frecuencias que se atribuirán para 5G. Algo que desde el gobierno afirman se hará en el primer semestre del presente año. Esto no es menor, porque las bandas que se identifiquen y, además, el cronograma en el que se pondrán a disposición son claves para que los operadores puedan planificar sus estrategias de despliegue y de productos viables en cada banda. Aquí también hay que considerar si las bandas que se atribuyan no están en uso con otros servicios, algo que ocurrió con 4G y que terminó dando por tierra con el cronograma original de despliegue.

Adicionalmente, será importante también saber cuál será el mecanismo de asignación. Acá resta por definir si habrá lugar para nuevos participantes, más aún si se tiene en cuenta que las bandas milimétricas permiten coberturas muy acotadas geográficamente, lo que podría abrir la puerta a operaciones de banda ancha fija inalámbrica (FWA) locales, no ya nacionales o ni siquiera regionales. Pero también hay que definir la metodología de asignación: puede ser una subasta (donde gana quien más ofrece), un concurso de belleza (donde lo hace quien presenta una mejor propuesta de despliegue), o una combinación de ambos criterios.

En el caso en que una o más bandas se asignen por vía de la subasta, también será importante el precio base que se determine. Así habrá que conjugar las necesidades y ambiciones recaudatorias del Estado con las posibilidades económicas de las empresas, teniendo en cuenta además que lo que se pague por espectro no estará disponible para despliegue. El presupuesto para 5G es uno solo. Espectro y despliegue son apenas ítems de éste.

Por otra parte, en materia económica no se puede dejar de lado el condimento que implica la declaración de servicio público de las TIC que llevó a una suerte de control de precios a través de la autorización de aumentos en un contexto inflacionario, atentando contra la inversión. Una situación que generó y genera tensiones entre operadores y regulador.

Como se ve, todavía quedan muchas incógnitas por resolver. Así, más allá de anuncios con DSS o, por qué no, reasignación de espectro en uso con 2 y 3G para 5G, todo hace pensar que difícilmente haya despliegue de 5G con espectro dedicado durante 2021. Mientras tanto, habrá tiempo para que bajen los precios de los dispositivos como consecuencia de mayores economías de escala, vayan madurando nuevos modelos de negocio, servicios y procesos. Hay tanto por hacer que lo mejor es empezar lo antes posible y trabajar sin prisa, pero sin pausa.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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