Archivojulio 2009

Linkeando

  • Textiquette: Nuevas preguntas sobre etiqueta surgen después de la consolidación de los mensajes de textos como una de las formas preferidas de comunicarse en el imperio digital. Propuestas éticas frente a normas sociales que deben upgradearse… [Wired]
  • Pájaro loco: La obsesión con Twitter, que como la gripe porcina nació en América del Norte pero prendió fuerte en Argentina, provoca que se le dé relevancia a historias que no la tienen, a no ser porque involucran a la red social del pajarito azul. El problema, claro, es que cualquier cosa no siempre es noticia. ¿Cuando bajará la temperatura del twittermómetro? En Google News pueden verse la cantidad de medios que reprodujeron la “noticia”. [Google News]
  • Autobombo trucho: Una empresa estadounidense de cirugía estética deberá pagar 300 mil dólares al Estado de Nueva York por ordenar a sus empleados a que posteen comentarios favorables sobre la empresa en la Web, haciéndose pasar por “clientes satisfechos”. A esta práctica (astroturfing), muy corriente en sitios como Amazon, finalmente le llegó la hora de (algo) de regulación. [The New York Times]

Se supo

Un interesante hallazgo de Reduser nos permite entender la psicología detrás de las distintas redes sociales. Para que se entienda mejor, algunas traducciones.

  • ADHD = Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
  • Stalking = Acosar
  • Narcissism = Narcisismo (esta era fácil).

Contrastes

Esta semana hubo una reunión de grandes figuras de los negocios, donde predominaron los del rubro tecnológico. El análisis de la fotogalería publicada, deja dos perlitas. En la imagen n° 6 se puede ver al CEO de Google, Eric Schmidt, utilizando un Blackberry (y no un equipo con Android…). En la n° 8 se ve la diferencia entre un techie/nerd como es el mismo Schmidt, frente a un inversor de riesgo. Uno con notebook. El otro con simple carpetita. Igualmente, a ninguno de los dos parece estar yéndole mal.

Internet televisada

La combinación del creciente consumo online de contenidos de TV (ver, “La TV se muda”) y la tendencia alcista a las descargas de videos por Internet ubican a la red como una alternativa más que potencial a las ofertas de TV (tanto gratuita como paga). De hecho, un 30% de quienes están abonados a un servicio de TV paga (cable o satélite) muestran intenciones de abandonarlo si existiera la posibilidad de conectar su televisor a Internet para ver películas o series. Esto surge del informe “Usuario online: consumo de contenidos 2009”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados. Se trata de valores que pueden ser considerados como muy altos, habida cuenta de que se trata aún de un concepto y no de un servicio concreto.

En cuanto a los motivos para hacerlo, si bien la primera razón mencionada para este potencial cambio corresponde al tema precio (“el cable es muy caro”), el resto de las menciones tienen que ver con los contenidos, especialmente con la escasa amplitud de los mismos en los servicios de TV paga frente a la infinitud de los contenidos en Internet.
Un dato de peso es que más de la mitad de los menores de 18 años afirman no estar interesados en la programación actual de los servicios de TV paga. Esto es una seria amenaza a futuro, ya que cuando estos adolescentes ingresen en la vida adulta, tendrán muy arraigado el hábito de consumir contenidos vía Internet, viendo a la TV como algo anticuado y rígido.
El rol de Internet no sólo como plataforma de comunicación sino como medio de entretenimiento se confirma cuando el 39% de los usuarios de la red afirman que la PC conectada es el principal medio de entretenimiento, desplazando a la TV al segundo lugar. Este porcentaje crece en la medida en que desciende la edad, lo que sin dudas posiciona a Internet a futuro como “la” plataforma por donde pasará cada vez más el entretenimiento.

Mensaje en la botella

Los datos arriba mencionados deberían servir de advertencia para las empresas de telecomunicaciones en Argentina, ansiosas por ingresar al negocio de la TV paga. Simplificando, se podría decir que las telcos quieren reproducir un modelo del pasado (aggiornado, es cierto, pero del pasado al fin), que está ingresando en un feroz combate por mantenerse al día. No obstante, estratégicamente sería interesante romper con lo clásico y proponer un modelo moderno de consumo de video.
Por el momento, hay que partir de la base de que la ley les impide dar un servicio de TV tradicional. Y si bien está dando vueltas el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el devenir político reciente le resta notables chances de ser aprobado tal como fue presentado. ¿Y si no sale la ley, qué harán? Por otra parte, aún en el caso de estar legalmente habilitadas, las telcos deberán abordar un mercado maduro, con una penetración del 60% de los hogares. Y competir en un escenario de estas características será durísimo, demasiado si se consideran también las inversiones necesarias para dar el servicio. En otras palabras, estarían llegando tarde a la fiesta: ya se formaron todas las parejas, y las personas que están sueltas, son las menos atractivas. Estos serían los segmentos económicamente de menor potencial y aquellos para quienes la TV es un servicio poco atractivo.
Esto no significa que desistan de participar del negocio del video. Al contrario, es justamente el video el contenido que más consume el ancho de banda disponible, por lo que ignorar este hecho sería poco sensato. Pero sí podrían simplificar el acceso a ese contenido a través de set top boxes que conecten la TV a Internet, quizás con alguna interfaz que agregue las distintas fuentes y simplifique su acceso desde un control remoto y asegurando el ancho de banda necesario dentro de su red, tanto para streaming como para descargas (legales en este caso). Y en vez de cobrar por los contenidos, que no son su fuerte, hacerlo por la tecnología que permite el acceso a éstos.
Hoy mismo, algunos ejecutivos de las telcos admiten por lo bajo que los números del negocio de TV paga a través de las redes telefónicas evidencian un dudoso recupero. Quizás sea hora de dejar de mirar para atrás y comenzar a hacerlo hacia delante. Y en vez de pelear una batalla con resultado potencial pírrico contra la TV paga tradicional, generar un servicio nuevo y diferenciado.

Cromado

Esta semana, Google impactó mediáticamente con el anuncio de su sistema operativo Google Chrome. Se trata básicamente de una versión reducida de Linux que incorpora un navegador (justamente, el Chrome de Google) y que apuntará inicialmente a las netbooks pero que esperan llegue luego a todo tipo de computadoras (portátiles y de escritorio). Para las aplicaciones, Google apuesta fuerte al concepto de computación en las nubes (cloud computing), donde espera descollar con sus aplicaciones tales como Gmail, Google Docs, Blogger, etc.
El anuncio generó reacciones dispares. Los medios en general, tanto especializados como generales, lo presentan en términos de gran combate de fondo digno de Las Vegas o Atlantic City: Google vs. Microsoft, lucha de gigantes, etc. Aunque son enfoques atractivos, el anuncio merece un análisis más en detalle.
Si bien hay mucha excitación alrededor del nuevo sistema operativo desarrollado (mejor dicho, a desarrollar) por Google, conviene repasar la historia reciente. Menos de un año atrás, había mucha expectativa con el lanzamiento de las primeras netbooks, muchas de las cuales usaban Linux con el mismo concepto detrás de Google Chrome: los usuarios tendrán sus aplicaciones y contenidos en la red, por lo que alcanza con un sistema operativo básico y un buen navegador (en estos casos se trataba de Firefox). Pero el furor duró muy poco. El mercado siguió demandando Windows, y hoy la mayoría de las netbooks viene con la versión XP ¿Qué pasó? Los usuarios no saben o no les interesa el concepto de cloud computing. Simplemente quieren tener la misma experiencia en las netbooks que en notebooks y desktops (más detalles en “Desvirtuadas”). Es justo hacer notar, no obstante, que existe una diferencia entre el Linux de las primeras netbooks y el Chrome OS. Este último estará respaldado por Google, quien tendrá que utilizar su capacidad de marketing no sólo para promover su producto sino, más importante aún, para evangelizar respecto de las bondades de la computación en la red.
Desde un punto de vista estratégico, el tema despierta también ciertas inquietudes. Ya no queda claro si Google es una empresa de medios (a fin de cuentas, sus ingresos son casi exclusivamente por publicidad) o de software (que tiende a ofrecer gratis, como Gmail, Google Earth, el navegador Chrome, Android y ahora Chrome OS). Y esto se encuadra en su lucha contra Microsoft, donde uno, Google, representa la era de la red y el otro, MS, la era de las PC.
Google tiene por delante una ardua tarea de evangelización, que seguramente será más fácil en la medida en que crezca el número de nativos digitales acostumbrados a tener sus cosas en la red: un webmail, sus fotos en Facebook o Fotolog, sus videos en YouTube, etc. Pero convencer a los usuarios a que abandonen lo que conocen, Windows, por algo nuevo, Chrome OS, llevará tiempo y esfuerzo. En el caso de Microsoft, es cierto que el nuevo mundo atenta contra su negocio tradicional, pero grande y pesada como es, la empresa hace esfuerzos por actualizarse, preparando una versión online de Office y también una versión de sistema operativo similar a lo que propone Chrome.
Mientras tanto, está sorprendiendo con la respuesta hacia su nuevo buscador, Bing. Si bien este está aún lejísimos de hacerle sombra a Google, también marca una realidad. Los usuarios pueden cambiar de buscador con sólo un click, así como cambiar su página de inicio de Google a Bing con igual facilidad. Pero será mucho más trabajoso lograr que cambien de sistema operativo. Si bien todavía falta un año para su llegada al mercado, es de esperar que los primeros en subirse a Chrome sean los usuarios de Mac (ya que Apple se resiste a lanzar una netbook), los de Linux, y los curiosos de siempre que hoy usan Windows.
Que quede claro. La computación en las nubes es sin dudas la tendencia a mediano y largo plazo. Pero en lo inmediato, el debate de cuál es mejor desde la perspectiva técnica es estéril. Lo importante será lo que decida el mercado, que siempre tiene la última palabra.

Para llevarlo a todos lados

Los que conocen de temas regulatorios saben que el marco jurídico que rige a las telecomunicaciones locales es abiertamente pro competencia, especialmente a partir del decreto 764 del año 2000. Pero también saben que en todos estos años fue muy poco lo que se hizo al respecto, casi nada, que es también una forma de marcar la política en la materia. Dentro de los distintos aspectos contemplados en la regulación, pero no implementados, está la portabilidad numérica, es decir, el derecho del consumidor a conservar su número telefónico independientemente del operador que dé el servicio.
Ante la inacción del ejecutivo, a cargo de implementar los distintos aspectos ya contemplados en la regulación, es la justicia quien tiene que tomar cartas en el asunto. Por eso esta semana la Sala V de la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal emitió un fallo por el cual el Estado (más precisamente la Secretaría de Comunicaciones) deberá reglamentar e implementar la portabilidad numérica para teléfonos celulares en un plazo de 90 días.
Difícilmente esta decisión implique que en 90 días podamos cambiar de operador sin perder el número. Pero sí en ese plazo debería estar reglamentada la forma en que la portabilidad se lleve a cabo. Habría que ver luego cuáles son los tiempos técnicos para su implementación, cosa que ya sucede en otros países.
Desde el punto de vista de las empresas proveedoras, es cierto que esto incentivará la competencia entre sí, exigiendo de ellas mejor servicio y/o mejores precios. Pero sólo aquella que sea conciente de que su servicio es inferior al resto puede oponerse a la medida. Inversamente, aquella que esté convencida de que el suyo es mejor debería no sólo estar a favor sino impulsar una medida que la favorecerá.
Una duda: ¿por qué la demanda se limitó a la telefonía celular y no se hizo extensiva a la fija y la IP?

No está muerto quien pelea

Esto es lo que parece decir la gobernadora de la provincia de Tierra del Fuego, quien durante la semana estuvo en el Congreso para reclamar la sanción de la ley que otorgaría beneficios impositivos a la fabricación de determinados electrónicos en su territorio, más conocida como el “impuestazo tecnológico”.
No obstante, en su pedido ante legisladores, los argumentos hechos públicos por la gobernadora no fueron los más sólidos. La misma declaró que “no venimos a pedir privilegios sino a garantizar puestos de trabajo”. Esta afirmación es doblemente falsa.
Por un lado, sí se trata de un privilegio. Etimológicamente, e imitando a Mariano Grondona, la palabra proviene de la conjunción de los términos latinos “privus” y “legis”, lo que equivale a ley privada. Es más, la Real Academia lo define como “exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia”. En definitiva, una ley que favorece a la provincia en detrimento de las demás y además, de los consumidores, es sin dudas un privilegio.
Por otra parte, tampoco se trata de garantizar puestos de trabajo. Por un lado, porque llevar la producción de electrónicos a esa provincia implicaría perder los que hoy genera la fabricación local en el continente. Por el otro, porque se supone que la ley serviría para generar nuevos puestos, no para mantener los actuales.
Yendo al tratamiento del proyecto, surgen dudas sobre la acogida que el mismo pueda tener en el Congreso, especialmente luego de las elecciones legislativas que configuraron un nuevo mapa político. Cabe recordar que los representantes de Tierra del Fuego votaron a favor del adelantamiento de las elecciones, apoyando al oficialismo, quien salió bastante maltrecho de la contienda. La pregunta es si habrá ánimos de apoyar a una provincia gobernada, supuestamente, por la oposición pero que favoreció al oficialismo. Y con la derrota de este último, la provincia quedó del lado de los debilitados. El tema será difícil no sólo por la potencial pérdida de puestos de trabajo en el continente, sino porque en un panorama recesivo, aumentar impuestos es una medida poco popular.
Por lo pronto, el presidente del bloque oficialista en Diputados prometió tratar el proyecto en la próxima sesión, a principios de agosto. Habrá que ver entonces cuál fue el reacomodamiento político del Congreso luego de las elecciones. Continuará…

Linkeando

  • Tarzán en la city: La ciudad porteña es una selva urbana de 15 mil kilómetros de cables, con 500 mil de ellos colgando por los aires. La mitad de los cables, que violan una ley de 2005 que los limitaba, son de empresas telefónicas o de electricidad y están en desuso. Hasta los ecologistas estarán de acuerdo: esta selva hay que tirarla abajo. [lanacion.com]
  • La unión hace la fuerza: La necesidad de optimizar inversiones en infraestructura en la industria celular logra que los competidores se unan, al menos en Europa. Tiempo atrás fue Telefónica con Vodafone. Ahora lo mismo se da entre Telecom Italia y 3, quienes sellaron un acuerdo para compartir los puestos de acceso a la red móvil (postes, cables y demás infraestructura). Cambian los escenarios, cambian las prioridades. [telecoms.com]
  • Achicarse para crecer : Les empresas que invierten capital por Silicon Valley, preocupadas por fondos muy grandes y tasas de retorno muy bajas, quieren volver a los principios fundamentales del negocio: achicarse drásticamente. El excesivo financiamento (herencia del boom de las punto com) dio lugar a companías que hacían básicamente lo mismo, lo que daba a los inversores una menor tasa de retorno. Back to basics. [The New York Times]

Bólida

Inocentemente, la mujer del próximo jefe de la inteligencia británica (MI6, no CI5) publicó en Facebook información que no cumple con los procedimientos de seguridad establecidos para tal responsabilidad. Facebook debería revisar las configuraciones por defecto de privacidad. Esto sería más fácil que lograr que algunas personas actúen con inteligencia y conocimiento. Más detalles, aquí.

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