Casa chica, corazón grande

Esta semana tuvo lugar una nueva edición de Expocomm, un clásico que en su versión 2009 se mostró considerablemente disminuido en cuanto a la exposición, percepción manifestada por visitantes y exhibidores por igual. En las charlas de pasillo las dudas es si este “bajón” se debe a un tema coyuntural (la famosa crisis, empresas involucradas en conflictos “políticos”) o si es más bien estructural (validez de la relación costo/beneficio de participar, necesidad de un evento cuando los anuncios son un continuo a lo largo del año, etc.). Sobre el Seminario, es difícil opinar sin haber concurrido a un número importante de charlas, si bien algunos temas generaban interés. Como sucede en este tipo de eventos de industria, hay un atractivo especial por la congregación de actores, lo que da lugar a ricos intercambios de información, tanto en las presentaciones como en la informalidad de los pasillos.
Por supuesto, no podían faltar dos temas centrales: el impuesto a los productos tecnológicos y la ley de medios, especialmente en lo que hace a la participación (o no) de las empresas de telecomunicaciones.
En el caso del denominado “impuestazo”, era lógico que el ambiente estuviera dominado por opiniones adversas, independientemente de si el interlocutor era un afectado directo o no. Un triste detalle de este proyecto fue la confirmación de que las notebooks y netbooks fueron retiradas de los alcances de los proyectados impuestos simplemente por la diferencia entre empleos perdidos en el continente versus aquellos generables en Tierra del Fuego. Si fuera por el impacto en el desarrollo digital, todavía seguirían incluidas en la pretendida norma. Una muestra de la miopía de nuestros legisladores. En fin…
Por el lado de la ley de medios, obviamente no había felicidad por la exclusión de las empresas de telecomunicaciones. La sensación que queda es que sacrificar el ingreso de éstas al negocio de los medios estaba previsto de entrada, ya que se aceptó esta modificación al proyecto original sin casi oponerse. No obstante, y visto el status actual del proyecto de ley, parecería ahora que todos los cañones apuntan a propiciar la promulgación de una nueva ley de telecomunicaciones. En realidad, y considerando la evidente diferencia entre contenido y transporte, sería razonable que la ley de medios se enfocara en el primer punto y que la de telecomunicaciones en el segundo. Pero como el ejecutivo y los legisladores no pueden distinguir claramente las diferencias entre uno y otro, hay chances de que se terminen votando engendros en cada materia.
Dicen que este tipo de eventos son reflejos de la industria a la que convocan. Si efectivamente es así, no hay dudas de que el 2009 no pasará a la historia como un gran año, sino aquel donde se pusieron en riesgo muchos logros. Esperemos que Expocomm 2010 sea exuberante (pero racional, tampoco repetir la locura de la burbuja tecnológica de los 2000).

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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