Como en la película francesa “Le dîner des cons”, algunos funcionarios y empresarios parecen competir por ver quien encuentra al personaje más tonto. Esto se aplica a los justificativos esgrimidos para la aprobación del impuestazo tecnológico.
La primera fue la ministra de Industria y Turismo, quien esta semana afirmó que “estamos pagando los precios de productos electrónicos más grande del mundo, esto significa que estamos pagando una ganancia extraordinaria”. En el fondo, la funcionaria tiene razón. Es cierto que pagamos los precios de productos electrónicos más caros. Lo que no queda claro es cómo revertirá esta situación subiendo los impuestos para que los productos de Tierra del Fuego puedan competir. Y si alguien tiene ganancia extraordinaria, parecería que es el Estado, ya que la diferencia en el precio se debe fundamentalmente al componente impositivo, y es conocida la voracidad fiscal del Estado argentino.
Otro que nos invitó a la cena es el titular de AFARTE (cámara que agrupa a los fabricantes de Tierra del Fuego) quien declaró que “nada obliga al importador a trasladar el impuesto directamente al consumidor”. Difícilmente alguien, ni siquiera las empresas beneficiadas, esté en condiciones de absorber un costo adicional del 30% o más. En fin…
Todo el mundo tiene derecho a tener su opinión sobre este y otros temas y hacer lo que crea apropiado, dentro de la ley, para lograr el objetivo buscado. Pero no hay que subestimar la inteligencia del interlocutor. Ya bastante tenemos con la suba de impuestos como para que además nos traten de tontos. Aunque quizás, muchos de nosotros lo seamos y no nos demos cuenta…