¿Es un e-reader? ¿Es una netbook? No, es un iPad

La diferencia entre una herramienta de uso específico y un cortaplumas suizo digital se manifestó nuevamente esta semana, con el lanzamiento del iPad, la última creación de Apple. Esto es así ya que muchos creen ver en el iPad a un e-reader o libro electrónico (o e-reader) como el Kindle de Amazon. Pero esta es una visión acotada. El nuevo dispositivo es una herramienta para el consumo de contenidos, que rescata algunos conceptos originales de las netbooks, aunque con distinto factor de forma e interfaz.
A primera vista, el iPad parece una versión agrandada del iPhone o iPod Touch, según la configuración. Su pantalla color de LCD y su capacidad de procesamiento y conectividad convierten al iPad en una herramienta que, si bien puede reproducir libros electrónicos, va mucho más allá, con capacidades para imágenes, audio y video, así como acceso a la Web. Así, mientras un libro electrónico está orientado al consumo de texto, el iPad es más multimedial, con sus pros y contras. Desplegar contenido gráfico requiere de una pantalla de LED, que consume mucha energía, con lo que sus baterías duran, dicen, 10 horas, un valor en línea con algunos modelos de netbooks. No obstante, está lejos de la semana de duración que ostentan e-readers como el Kindle, que utilizan tecnología de “papel electrónico”. Al no tener estas últimas retroalimentación, no sólo consumen considerablemente menos energía, sino que son mejores para leer (nuevamente, texto, no imágenes).
El iPad tiene poco almacenamiento en términos informáticos, con capacidades que llegan hasta los 60 Gb (resultantes del uso de memorias y no de discos para el almacenamiento) y sin opciones de expansión vía tarjetas de memoria. Por lo tanto, los contenidos deben consumirse desde la red. Igual que el concepto original de las netbooks. No obstante, estas últimas abandonaron por sí solas su modelo original, y rápidamente mutaron a notebooks más pequeñas, livianas y de mayor duración de baterías, pero conceptualmente muy parecidas a sus hermanas mayores.
Pisando un poco el terreno de los e-readers y otro poco en el de las netbooks, el iPad podría ser el gran impulsor de la categoría que se sitúa entre smartphones y notebooks, que en su momento Intel bautizara como MID (Mobile Internet Device, o dispositivo móvil de Internet). Con su experiencia en los dos extremos (notebooks y smartphones) y lo aceitado de su mecanismo de distribución de contenidos (iTunes y Appstore), Apple tiene chances de lograr que de una vez por todas que este interregno dé lugar a una categoría pujante.
Siendo que se trata de un equipo orientado más al consumo de contenidos que a su generación, hay sin dudas expectativas por parte de los proveedores de éstos en cuanto al potencial de esta nueva categoría. El iPad extiende el modelo del Kindle. Si bien ambos son claves para que los proveedores de contenidos puedan cobrarlos a sus usuarios, el Kindle se limita a texto como libros, diarios y revistas (con ilustraciones básicas), mientras que el iPad lo extiende a música, videos, aplicaciones. Por otra parte, por sus capacidades gráficas, permite que diarios y revistas puedan simultáneamente desplegar publicidad, generando otra línea de ingresos. Por supuesto, nada es gratis, y como contrapartida a esta mayor eficiencia en la distribución, los productores de contenidos corren el riesgo de quedar sometidos al poder de Apple, como ya le pasó a la industria discográfica.
Con precios que van desde los US$ 500 hasta más de US$ 800, no hay que esperar que esta primera generación sea tremendamente popular, pero podría marcar el despegue definitivo de una categoría de dispositivos de red que hasta el momento sólo registró fracasos. Si hay algo que caracterizó a Apple fue su capacidad para tomar conceptos existentes, pulirlos y convertirlos en éxitos. Así lo hizo con las interfaces gráficas en las computadoras (Mac), los reproductores de audio (iPod) y los smartphones (iPhone). Los próximos meses dirán si el iPad se suma a la lista o si, como otros intentos (Newton, Apple TV) sólo se trata de un equipo que atrae a techies y prensa pero no al consumidor que es quien vota con su bolsillo.
Un comentario final al margen. La elección del nombre trajo cierta controversia, ya que en inglés, un pad es una toalla femenina, por lo que ya acusaron a la empresa de machista, por no considerar la asociación que se da entre mujeres, muy distinta a la de los hombres. De hecho, no faltó quien observara que no hay ninguna mujer entre los ejecutivos top de Apple. ¿Será Jobs una suerte de Pergolini?

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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