Fukushima mon amour

El terrible terremoto de Japón de la semana pasada y sus efectos colaterales podrían tener un impacto en la industria tecnológica en el corto y, quizás, en el largo plazo.

Japón representa aproximadamente el 14% del mercado tecnológico mundial, fabricándose en aquél país no sólo productos terminados sino también componentes. Son sobre todo estos últimos los que pueden afectar a la industria más allá de las fronteras de aquél país, si bien es todavía muy temprano para determinar su impacto justo. Por ahora, lo concreto es que hay rutas, puertos y aeropuertos afectados, que afectan a la logística, a lo que se suma fábricas paralizadas por efectos del temblor y el racionamiento energético. Ya son varias las especulaciones respecto de la posible escasez de resinas utilizadas en la fabricación de smartphones y cuya producción se centra en Japón. Lo mismo para cierto tipo de memorias. Es difícil saber aún si esto tendrá consecuencias notables en la oferta y/o precios, pero sin dudas obligará a revisar ciertas previsiones de fabricación.

Pensando a más largo plazo, los cuestionamientos a la utilización de plantas nucleares para la generación de energía (muchas de las cuales están en proceso de revisión en diversos países) pueden traer como consecuencia que esta tecnología pierda posiciones en las preferencias. Un escenario posible sería que se revise la forma de hacer uso de la energía que el mundo tiene, haciendo mayor hincapié aún en una forma más racional de hacerlo. Por lo tanto, no habría que descartar que aumenten las exigencias en cuanto al consumo de energía por parte de diversos artefactos, incluyendo a la plétora de productos electrónicos (computadoras, celulares y tantos otros). Así, podríamos estar en la antesala de nuevas exigencias, tal como en su momento fuera el plan Energy Star impuesto por el gobierno de los EE.UU. para sus compras.

Por el momento, esto es pura especulación. Se podrá argumentar que el tema de consumo de energía ya figura en los primeros puestos de las limitaciones con que se encuentran quienes diseñan nuevos electrónicos. Pero combinando los recrudecidos temores al uso de energía atómica con la suba de los precios de los combustibles más el impacto ambiental de ciertas formas de generación eléctrica, podríamos en no mucho tiempo encontrarnos ante una nueva ola de exigencias en cuanto al consumo energético. Y en realidad, no estaría mal que así fuera.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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