Lo que se va y lo que viene

Termina un año donde se acentuaron notablemente cambios que ya se vislumbraban, en algunos casos demostrando una capacidad de aceleración notable.
Sin ningún lugar a dudas, uno de éstos fue la internetización de la TV. La transmisión de contenidos de TV a través de Internet arrancó en el 2011 y prendió como una epidemia. Primero fue la aparición, casi tímida, de On Video, el servicio de Telefónica. Luego fue el desembarco de Netflix, con más expectativa que realidad, pero que no obstante hizo mucho ruido. Más tarde, Telecom y Claro completaron la oferta por el lado de los grandes operadores de telecomunicaciones. En paralelo iba creciendo notablemente Cuevana, una oferta cuestionada desde el punto de vista legal pero de gran aceptación desde una perspectiva práctica que amenaza con seguir dando que hablar en el 2012. También en 2011 se lanzaron diversos modelos de televisores (denominados SmarTV) que incorporan la capacidad para acceder a contenidos vía Internet. Como para que no haya dudas de cuál será la tendencia en esta materia.
Este escenario se da mientras la industria del cable lucha para adaptarse a esta realidad tanto desde el punto de vista comercial como regulatorio. Más allá de que hicieron planteos en contra de esta modalidad de distribución de contenidos, no hubo ningún tipo de respuesta por parte de las autoridades competentes. Y el que calla, otorga. Así los principales operadores, como Cablevisión, Supercanal, Telecentro y DirecTV, entre otros, atraviesan en un proceso de reconversión que, más lento o más rápido, sin dudas será inevitable: ampliarse de ser de proveedores de contenidos sobre una red propia y cerrada a tener un rol, cada vez más relevante, como redes de distribución y transporte de contenidos de terceros sobre los cuales no tendrán control alguno. Un cambio profundo que impacta en las raíces del negocio.
No por nada fue Cablevisión quien lanzó la primera oferta de megavelocidad de acceso a Internet para el hogar con su producto de 30 Mb. Esto tiene que ver no tanto con la mayor necesidad de ancho de banda que requiere la transmisión de video por Internet sino más bien con la proliferación de dispositivos que se acceden simultáneamente a una misma conexión: computadoras personales, consolas de videojuegos, SmarTV, radios, smartphones, tabletas, cámaras fotográficas, en un listado de dispositivos conectables que no para de crecer. Y todos juntos al mismo tiempo requieren de mayores conexiones. Así, en el 2012 veremos como también las telefónicas se ponen a tiro lanzando productos, que basados en tecnología DSL, ofrecerán mayores capacidades que las actuales. No obstante, la llegada de la fibra óptica al hogar no tendrá lugar en lo inmediato.
Por el lado de los dispositivos, el 2012 será seguramente el año en que las tabletas muestren para que están: si son un dispositivo adicional para quien no sólo ya está informatizado sino que también tiene un smartphone (como ocurre mayormente en la actualidad), o si efectivamente puede ser el único o al menos el principal dispositivo de acceso para un público más seducido por consumir contenidos que producirlos y que hace un uso más ligero de servicios como la mensajería o la socialización. Dos escenarios con un potencial de mercado claramente distinto.
Pero el 2012 no será un año fácil. Desde el punto de vista macroeconómico, los cambios ya se vislumbran: un contexto internacional complicado que ya repercute localmente aunque sin quedar del todo claro hasta dónde llegará el impacto. Algunas cosas ya pueden adivinarse fácilmente, como un mayor gasto de la población en servicios públicos, lo que puede restar de fondos a otros consumos. Otra puede ser una suba de las tasas de interés, que atentaría contra el acceso a la financiación que abundó en los últimos años y que tan útil fue para el consumo tecnológico. Por otra parte, Argentina se ha convertido en un país muy caro medido en dólares, lo que a su vez ayudó a abaratar la tecnología en relación a otros precios de la economía. Habrá que ver si el año próximo no se produce un reacomodamiento en el valor de nuestra moneda, lo podría lograr que la tecnología se encarezca.
En un contexto menos favorable, será interesante observar el accionar del Estado, quien se mostró muy activo en el 2011. A los ya mencionados programas de informatización de la educación se sumaron incursiones tanto en la infraestructura (con la construcción del backbone de fibra óptica) como en una oferta alternativa de contenidos televisivos vía TDT. Con recursos más escasos, habrá que ver cuál será el impacto en la velocidad de ejecución de estas iniciativas.
Será este contexto el que marque la evolución del consumo tanto de servicios (celular, Internet, TV paga) como de productos (smartphones/sociales, computadoras y otros dispositivos). Así, cualquier proyección tiene un margen de error no desdeñable. En definitiva, no hay que ser catastrófico, pero sí tener presente que el año que está por comenzar puede ser más exigente con nuestros bolsillos y, consecuentemente, con nuestra creatividad. Pero tampoco hay que desesperar. Hemos pasado por cosas mucho peores (y aquí estamos para contarlo).

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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