Montaña rusa

Sin dudas que el gran tema de los últimos días en el mercado tecnológico fue la salida a Bolsa de Facebook. Y no tanto por este hecho en sí sino por la rápida caída del valor de las acciones. Esto trajo distintas reacciones: desde quienes sostienen que es resultante de un lanzamiento sobrevaluado (por expectativas o por otros intereses) hasta quienes afirman que fue lisa y llanamente una estafa a los pobres e indefensos inversores.
Dejando de lado los inconvenientes técnicos iniciales surgidos aparentemente por un volumen de operaciones inédito, la caída del valor de la acción es un mensaje del mercado. Está claro que las acciones cotizan en base a expectativas, lo que de alguna forma indica que éstas son menores que las que tenían los encargados de fijar el precio para la oferta pública inicial (OPA o IPO en inglés).
El caso de Facebook es contradictorio, porque así como tiene una enorme popularidad (con unos 900 millones de usuarios), sus ingresos (mayormente publicitarios) no están aún a la altura. Esto no significa que no sea rentable, pero sí que el valor de la oferta inicial no se correspondía con la realidad. Aquí la comparación con Google es inevitable y es cuando algunas cosas comienzan a no cerrar. El precio de base fijado para el IPO valuaba a FB en unos US$ 100 mil millones, frente a los casi 200 mil millones que vale Google. Pero la diferencia está en que FB factura alrededor del 10% de Google (en 2011, facturó US$ 38 mil millones contra sólo US$ 3,7 mil millones de FB). Y difícilmente FB pueda lograr ingresos por publicidad semejantes por una diferencia básica. Quien ve y hace click en las publicidades de Google (que representan más del 95% de sus ingresos), está con ánimo de búsqueda por lo que esas publicidades suelen resultar pertinentes a sus objetivos. Distinto es el caso de Facebook donde el usuario quiere ver las actualizaciones de sus amigos mientras le ofrecen un servicio de hosting, por ejemplo. Y ni siquiera son banners tan visibles como los que se encuentran, por ejemplo, en los sitios de diarios online. Claramente Facebook puede y seguramente hará progresos en esta materia, pero por ahora le falta.
Mirando hacia adelante, la migración de la Internet fija hacia la móvil plantea más dudas que certezas. Si bien FB tiene algo menos de la mitad de sus usuarios (unos 400 millones) accediendo a la red social desde sus celulares, la empresa aún no ha encontrado la forma de monetizar tamaña popularidad. Esto no es un secreto, ya que la misma empresa lo planteó como uno de los desafíos que tiene por delante antes de salir a la Bolsa. FB no está sola en esta situación ya que en general la industria de los contenidos viene mostrando dificultades para monetizar el fenómeno móvil salvo unas pocas excepciones.
Para quienes afirman que este lanzamiento fue una estafa a los pequeños inversores, conviene aclarar que la especulación bursátil no es un juego para cualquiera. Y también se les puede recordar una de las máximas de la economía: el interés es proporcional al riesgo. Y está claro que así como se puede ganar mucho dinero con las acciones, también se puede perderlo. Es parte de las reglas del juego. Quienes no quieran perder, siempre tendrán opciones más conservadoras de inversión.
Dicho todo esto, no es razonable pensar que Facebook vaya a desaparecer o que se trate de una moda. Tiene el potencial para ser una gran empresa, partiendo de la base de su enorme cantidad de usuarios. Sus ingresos no parecen haber llegado a su techo considerando que todavía no hizo demasiado para monetizar su tráfico más allá de colocar marginalmente algunos avisos en sus páginas. Puede aún recorrer mucho camino por el lado de la publicidad así como desarrollar otras fuentes de ingresos.
Por otra parte, no hay que olvidar que se trata de prácticamente un monopolio en redes sociales. Y esta es sin dudas una posición envidiable. También que está en el centro de Internet, tanto en su participación en los page views de Internet (estimada en 1 de cada 5) como por ser el portal de acceso a otros sitios. En otras palabras, el potencial de ser un gran negocio es más que evidente. Como siempre, el tema estará en la ejecución. Por lo pronto, el mercado piensa que Facebook vale menos que lo que creyeron quienes fijaron el precio para el IPO. Y en última instancia, las cosas valen por lo que el comprador está dispuesto a pagar, no por el precio fijado por el que vende.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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