Quizás entusiasmados por la repercusión del 8N, esta semana hubo una convocatoria a apagar los celulares por una hora como forma de protesta ante las deficiencias varias que los usuarios enfrentan a la hora de usar el servicio. Siendo que es una forma de protesta que no se exterioriza (es difícil saber si una persona al lado nuestro tiene el equipo encendido o apagado, salvo que lo esté usando), los resultados de la misma sólo son medibles para las propias operadoras. Todo lo que se diga entonces por parte de terceros será una cuestión de fe.
Más allá de esto, lo que es indudable es que en los últimos tiempos, y como consecuencia de una mayor demanda sobre las redes vía un aumento del consumo de datos así como la proliferación de números gratis y promociones de llamadas “on net”, la calidad general del servicio se ha visto deteriorada.
Muchas veces desde aquí hemos sugerido caminos de acción por parte del gobierno (en sus múltiples niveles) para mejorar esta situación: asignación de espectro, armonización de los requerimientos para la instalación de antenas, fomento de la competencia, etc. Pero también hay cosas que los operadores pueden hacer por su parte. Y esto resultó evidente cuando Claro anunció sus inversiones para el 2013 por US$ 400 M. Entre los destinos de la misma, se mencionó la interconexión de las antenas con fibra óptica.
Es bueno recordar que la antena es el punto de entrada a la red. Pero no siempre estas antenas están conectadas directamente a fibra óptica. Muchas veces se utilizan cables de cobre de menor capacidad, y en ocasiones también radioenlaces. Esto que inicialmente era suficiente, hoy puede convertirse en un cuello de botella que se da ya no en el espectro sino en la misma red del operador.
Es probable que los operadores cuenten con más recursos en mejorar la capacidad de las redes ya instaladas ante la ausencia de escenarios de inversión en nuevas redes como consecuencia de la no asignación de espectro adicional en el futuro próximo. Quizás ayuden también las restricciones al giro de utilidades existentes. Al no haber inversiones financieras atractivas, es un buen momento.
Está claro que ninguna medida por sí sola alcanzará para solucionar los problemas que hoy aquejan a las redes móviles y que, de no hacerse nada al respecto, sólo se incrementarán con el crecimiento de la demanda. Hace falta que cada uno haga su aporte.