En tiempos de rápidos y profundos cambios, la frase “Gardel o el paredón” cobra una inusitada vigencia. Y si no que lo diga Apple, que pasó de ser la niña mimada de prensa y analistas (no sin fundamentos) a ser duramente cuestionada, no sólo por sus detractores y observadores independientes, sino también por varios que hasta hace un poco tiempo atrás la ensalzaban más allá de lo razonable y aconsejable.
Si bien algunos cuestionamientos a la situación estratégica de Apple son exagerados, sí es verdad que el mercado cambió mucho más de lo que lo hizo la estrategia de la empresa o sus propios productos. Así, enfrenta dos problemas que deberá atender si no quiere repetir lo que le sucedió en el mercado de computadoras personales, un par de décadas atrás. Estos son, mantener un ritmo de innovación más parejo y tener alternativas para un mercado más masificado que exige productos de menor precio.
Desde el cambio de milenio, Apple produjo tres grandes innovaciones: el iPod, que revolucionó el consumo de música, el iPhone, que convirtió a los celulares en auténticas computadoras móviles, y el iPad, que dio lugar a una nueva categoría al tiempo que comenzó a erosionar el negocio de las computadoras personales. El problema no está en su capacidad de innovación, sino en su ritmo. Esto no se aplica mucho en el caso del iPod, el cual es víctima no de su propia evolución sino de que sus funcionalidades fueron absorbidas por los celulares. Pero sí es evidente en el caso del iPhone. Primero dio un salto cuántico en términos de innovación, lo que dejó a toda la industria un poco patas para arriba. Pero luego, esta innovación dio paso únicamente a mejoras: una mejor calidad pantalla, algunas aplicaciones novedosas, una pantalla más grande, etc. Ese abismo de ventaja que les sacó a sus competidores en el 2007 hoy no existe, y en muchos casos se ve superada por éstos, quienes no sólo imitaron sus productos sino que también los superaron. No mucho por ahora, pero lo suficiente como para estar mezclados en el pelotón de punta y no solos y cortados como estaban tiempo atrás. Algo similar, aunque con otros matices, se dio en el terreno de las tablets, una categoría prácticamente creada por Apple y que por lo tanto dominó a piacere. Pero luego, y como sostiene la teoría económica en los casos de márgenes extraordinarios, le surgió competencia como hongos que está erosionando este dominio tanto por el lado de las características como por el de los precios. Este ritmo desparejo en la innovación le sirvió para el descreme (de allí sus amplios márgenes y su abultada cuenta corriente), pero genera dudas en cuanto a que sirva para un crecimiento sostenido. Y esto es lo que los inversores en acciones le hicieron saber desde la segunda mitad del año pasado.
A este cuadro se suma una incapacidad (que también podría ser falta de voluntad) histórica: tener productos baratos. Y este es un factor clave en momentos de gran masificación de estas categorías de producto y cuando además el crecimiento comienza a darse con más intensidad en mercados emergentes. Éstos no sólo son mucho más sensibles al precio que las economías desarrolladas sino que además son actualmente la locomotora del crecimiento del mercado de smartphones.
En el tema precio, Apple es víctima de su propio posicionamiento. No puede ofrecer productos baratos pero “berretones”, porque afectaría a su marca. Tampoco puede, como más de una vez sugirieron algunos, atender al mercado sensible al precio con los modelos viejos (ej: 3GS). No sólo sería una forma de bastardear su marca, sino que además éstos han sido superados en características por las nuevas versiones de las plataformas competidoras.
El problema para Apple es que nunca compitió por precio sino por prestaciones, y el primero es hoy clave para el crecimiento. Quienes querían (y podían pagar) un iPhone o un iPad, ya lo tienen. El resto, mira otras alternativas.
En definitiva, y a pesar de sus buenas ventas y mejores resultados, Apple es víctima de su propio éxito. O deja de ser lo que es para lograr mayores volúmenes de ventas en diferentes mercados o sigue en la línea actual pero con amplias probabilidades de repetir lo que le sucedió en el mercado de PC: tener productos más “exclusivos”, tanto en imagen como en participación de mercado.