Hoy se celebra el “Día de Internet”. En realidad, es algo un poco confuso, porque también es el “Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información”. Claro que este último es mundial y el primero sólo se celebra en algunos países hispanoparlantes. Pero más que dirimir qué se festeja puntualmente, la fecha sirve para hacer un balance del estado actual de Internet en Argentina y cuáles son sus perspectivas.
Quizás lo más relevante cuando se habla de Internet y particularmente del acceso a la misma, es la distinción que se produce con motivo del avance de las tecnologías móviles. Algunos, caso INDEC, cometen el error de contabilizar los accesos sin discriminar, lo que en definitiva distorsiona los análisis. No es lo mismo un acceso fijo, que suele compartirse, que uno móvil, que suele ser personal.
Por el lado de los accesos fijos, estos totalizaron a diciembre últimos algo más de 5,8 millones. Descontando aquellos en organizaciones, esto implica que alrededor del 45% de los hogares argentinos tienen una conexión a Internet. Una relación aún baja en términos de Sociedad de la Información. Pero además, está el aspecto cualitativo. Y allí se hace evidente la escasa competencia en términos de infraestructura y, quizás entre una de sus causas, en términos de servicios. Sin dudas que si la Ley de Medios hubiera autorizado a las empresas de telecomunicaciones a dar servicios de TV, éstas hubieran tenido que invertir más en las capacidades de sus redes para soportar un tráfico mayor. Igualmente, si Fibertel, el 3º ISP en términos de abonados aunque a apenas 4 puntos en participación de mercado respecto del primero (Speedy, de Telefónica) hubiera sido autorizada a dar servicios de telefonía, podría apuntar a desplazar a las telefónicas de los hogares. Además, están los límites al alcance territorial de los operadores de cable, lo que tiende a generar actores más pequeños y por lo tanto, menos competitivos.
De no existir estas restricciones, compitiendo en igualdad de servicios y sin límites geográficos, la lucha entre telefónicas y cableras hubiera redundado en una competencia más dura. La resultante serían mejores precios y productos. Ninguna de estas limitaciones parece estar en vísperas de ser superadas (tanto por razones regulatorias como políticas) por lo que el escenario no cambiará en el corto plazo. Por su parte, el plan Argentina Conectada no solucionará esta falta de competencia, ya que apunta a ser complementaria de la infraestructura existente, cubriendo las zonas y sectores mal atendidos. Su objetivo no es aumentar la competencia sino atenuar sus limitaciones.
Por otro lado, parte del acceso a Internet se está mudando a los celulares. Ya este año las ventas de smartphones superarán al 50% del total de celulares. Pero más interesante aún es que actualmente para el 12% de los usuarios de Internet, el celular es su principal dispositivo de acceso. Y, lo que es quizás más relevante, para el 4% es su única forma de acceso. Esta tendencia, que recién se insinúa, hará que las demandas por una mejor infraestructura móvil sean crecientes y urgentes.
En definitiva, tanto desde el punto de vista de las redes fijas como de las móviles, Argentina está necesitando un zarandeo que la despierte de su modorra regulatoria. Hace años que venimos dormidos, dando una ventaja que nos terminará costando caro en términos del desarrollo de una sociedad de la información inclusiva y moderna. Las nuevas autoridades del área, más jóvenes en términos generacionales, probablemente lo entiendan mejor. Los próximos meses servirán para ver si esta hipótesis se comprueba. Ojalá que sí. Por lo pronto, en el Día de Internet da más para reflexionar en lo que hace falta que para festejar.