Cuando el consumo de video por Internet (en sus variantes legales e ilegales) comenzó a ganar relevancia en los EE.UU., surgió el fenómeno de los “cord cutters” (cortadores de cable) para describir a aquellos consumidores que cancelaban sus abonos de TV paga (típicamente por cable, de allí su nombre) para suplir este consumo con los contenidos accedidos vía Internet, sumándole (a veces) alguna opción de TV lineal gratuita. Aunque incipiente, el fenómeno ya es cuantificable en aquel país. En Argentina, si bien el consumo de contenidos vía Internet es importante, aún no ha tenido el mismo efecto, conviviendo las opciones de TV paga tradicional con las de Internet. Esto surge del informe “La TV en tiempos de Internet – 2013”, recientemente publicado por Carrier y Asociados.
Dentro de las variantes de oferta de TV lineal (donde también se incluye a la TV abierta analógica y la TDT), la TV paga cuenta con algunos recursos que si bien no llegan a contrarrestar totalmente el avance de los contenidos de TV vía Internet, por lo menos pueden retrasar su avance mientras ésta desarrolla estrategias para minimizar su impacto. Actualmente, esos recursos son: oferta de contenidos significativamente mayor a la de las alternativas lineales gratuitas, mejor calidad de imagen en comparación con la TV abierta analógica (no así con la TDA) y la incorporación de una creciente oferta de contenidos en HD, cuyo atractivo se vio potenciado por el predominio de la venta de televisores LCD/LED que soportan este formato y que suman una base instalada de más de 6 millones de equipos. Se puede estimar que aproximadamente la mitad de éstos no está conectados a un servicio HD.
Particularmente, la incorporación del HD le da a la TV paga un plus tanto por sobre el streaming vía Internet como por sobre la TV tradicional. Las transmisiones en HD superan en calidad de imagen y fluidez en comparación con lo que se obtiene respecto del streaming desde Internet (particularmente el ilegal). Por otra parte, su imagen notablemente mejor hace que en la comparación, la TV tradicional tenga una calidad que termine resultando inaceptable para quien se acostumbró a la alta definición. Sin dudas, el salto a la digitalización, tanto en el caso de la TDA como de la TV paga en HD, permite estirar la vigencia de la oferta, más aún si se combina esta capacidad técnica con la transmisión de contenido en vivo atractivo, como deportes y actualidad. Pero no será la única opción, sino que convivirá con el consumo a demanda proveniente de Internet, incluyendo a las propuestas OTT.
Por lo pronto, la TV paga con HD se convierte en un fuerte atractivo para los inmigrantes, segmento donde TV lineal e Internet conviven armoniosamente. No es el caso de los nativos, quienes tienden a consumir menos contenido lineal y que si bien se sienten atraídos por propuestas HD, tienen más reparos debido a las limitaciones económicas características de esta etapa vital.
Considerando la diferencia generacional, quizás la mayor amenaza para la TV paga no sean los cord cutters. El lento pero inexorable recambio generacional seguramente dará lugar a un nuevo tipo de consumidor: aquél que nunca contrató servicios de TV paga (como sí lo hicieron sus padres) y que por lo tanto no es alguien que lo dé de baja. Este grupo está compuesto por nativos que comienzan a vivir solos y toman decisiones de consumo distintas a las de sus padres. Se trata de veinteañeros cuya probabilidad de contratar un servicio de TV paga es menor ya que siempre accedieron a todo lo que le interesa desde Internet (y gratis). No obstante, a favor de la TV por cable juega el hecho de que cuenta simultáneamente con una infraestructura de banda ancha. Así, aún en el caso de que las generaciones más jóvenes no conciban pagar por el servicio de TV tradicional, sí lo harán por banda ancha, con lo que seguirán siendo clientes. En este escenario, el up sale será un servicio de video bajo demanda.