En los últimos tiempos, el mercado mundial de smartphones parece haber ingresado en una etapa esquizoide. Los volúmenes de ventas no pararon de crecer en los últimos años y ya nadie duda que en pocos años más no haya otro tipo de celular que no sea un smartphone. Sin embargo, los últimos resultados de los fabricantes de estos dispositivos se caracterizaron por haber sido decepcionantes para el mercado inversor. Le pasó a Apple, Samsung, Nokia y Blackberry, que a pesar de crecer en unidades vendidas lo hicieron por debajo de las expectativas de los inversores. Pero si una misma situación se repite entre grandes jugadores es un indicador de que el mercado está cambiando y que los inversores fueron muy “bullish” (como se dice en la jerga cuando hay expectativas positivas) sin tener en cuenta que nunca las tasas de crecimiento se mantienen indefinidamente. Ayuda a entender mejor qué es lo que está sucediendo prestarle atención a otras noticias. Una, la de la desaceleración en la renovación de smartphones. La otra, que en EE.UU. ya casi todos los principales operadores móviles lanzaron agresivas propuestas de renovación de terminales.
Esta semana surgió un dato interesante de un estudio hecho por UBS que indica que la tasa de renovación de los smartphones (el número de usuarios que actualizó su equipo) cayó un 9% en el 2012 y proyecta que se reducirá al 2% en el 2013. La causa de esta desaceleración estaría en que muchos usuarios renuevan sus equipos con menos asiduidad ya que no ven innovaciones de peso en los nuevos modelos que los motiven a hacerlo. Lo cual, objetivamente, parece bastante razonable. Así, aunque con menos luminarias, los fabricantes son conscientes de que deben desarrollar propuestas de gama media y baja atractivas que le aseguren volumen aunque ciertamente menos rentabilidad.
Paralelamente, y casi en simultáneo, los principales operadores de servicios móviles en los EE.UU. lanzaron diversos planes que, en base a un pago mensual, aseguran la renovación de sus terminales sin cargo adicional. Con matices, es algo que hicieron tanto T-Mobile como AT&T y Verizon. A primera vista, parece simplemente un cambio para el usuario, para quien el smartphone deja de ser una inversión para pasar a ser un gasto mensual. No obstante, esta movida implica un importante beneficio para los operadores.
Actualmente, la industria se encuentra en medio de un agresivo despliegue de redes LTE que les cuesta miles de millones de dólares que deben amortizar y rentabilizar rápidamente. Esto se logra por dos caminos. Por un lado, incentivando a un mayor uso de servicios de datos generado por dispositivos más veloces. Cabe recordar que en aquél país los abonos de datos no son tarifas planas sino que están asociadas al consumo. Por el otro, y quizás más importante, migrando sus clientes de smartphones a LTE para capitalizar la mayor eficiencia de esta tecnología en el manejo de datos respecto de las 3G. Adicionalmente, un pago mensual por un terminal a renovar en el futuro adelanta ingresos al operador al tiempo que fideliza a sus clientes, manteniéndolos fuera del temido churn (o tasa de deserción).
Así, queda claro que la desaceleración en la actualización de los smartphones no es sólo una preocupación de los fabricantes de los mismos. También lo es de los operadores. Claro que esta situación se dará en los mercados donde ya se haya comenzado un despliegue razonable de redes LTE. No será el caso de Argentina por un tiempo.