Si la montaña no va a Mahoma

Luego del fracaso del video en 3D, que prendió algo en el cine pero no así en la TV, la industria audiovisual (particularmente los fabricantes de equipos) apuestan sus fichas a la tecnología 4K o UHD, que básicamente implica imágenes con el cuádruple de píxeles que el full HD y por lo tanto de definición. Pero, como suele suceder, se da el famoso tema del huevo y la gallina. Los fabricantes impulsan sus equipos con la nueva tecnología, pero la falta de contenidos frena sus ventas. Los productores de contenidos no quieren desarrollar para la nueva tecnología si esta no está suficientemente difundida. Y las redes de distribución también son renuentes a invertir en modernizarse si no hay demanda.
En el caso de 4K, ya hay algunas experiencias, como lo hizo Netflix que grabó la segunda temporada de su serie “House of cards” con esta resolución. También Sony grabó algunos partidos del último mundial de fútbol en 4K. Pero por ahora es muy poco lo que hay como para incentivar a los consumidores a pagar por una tecnología aún cara y no estándar.
Con este escenario puede llamar la atención que los últimos chips de Qualcomm para smartphones y tablets incluyan la capacidad para reproducir video 4K. ¿Para qué poner esa capacidad en estos dispositivos si no hay contenidos? La respuesta es que también pueden grabar en 4K. Así, al menos inicialmente esta capacidad será utilizada más para el contenido generado por el propio usuario que para consumir material de origen profesional. Será un importante aporte al desarrollo del estándar.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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