Se trata esta de una edición aniversario, ya que el próximo domingo 14 de junio se cumplen 18 años desde aquél primer Comentarios. Obviamente, muchas cosas han cambiado desde entonces. Google recién daba sus primeros pasos. Facebook y YouTube (entre tantos otros) no existían. Los celulares eran para hablar y punto. La banda ancha arrancaba con productos de 64 Kbps o, si se era un power user, de 128 Kbps, a un costo de alrededor de US$ 100 mensuales. Pero lamentablemente otras cosas no han cambiado sustancialmente, como un entorno macroeconómico recesivo, con una abrupta caída del PBI y crecimiento del desempleo y la pobreza, una fuerte devaluación de la moneda, entre otras. Un contexto similar al actual, aunque ahora se le agrega el factor sanitario en una situación inédita a nivel mundial en los últimos 100 años.
En 2002 eran tiempos distintos para la industria. Recién comenzaba a despegar la banda ancha, que se convertiría en el factor decisivo para la masificación del acceso a Internet. De hecho, fue el único servicio de telecomunicaciones que siguió creciendo durante esa crisis. Los otros, no tuvieron tal suerte. La telefonía móvil, que entonces tenía una penetración del 16% frente al 130% actual, registró por primera vez una caída de suscriptores. Algo que se revertiría en los años siguientes con crecimientos de doble dígito ante la llegada de la tecnología GSM y su estandarización, sumada al despegue de los SMS, que en ese entonces existían, pero eran sólo dentro de un mismo operador y entre equipos aptos. La telefonía fija, como otros servicios públicos, cayó en la tentación del congelamiento tarifario (que finalmente duraría 13 años), lo que llevó al servicio a degradarse lentamente.
En aquel 2002 la industria tecnológica venía de años de mucha efervescencia, con un boom inversor a nivel global y un marco regulatorio en Argentina que era muy abierto al ingreso de nuevos jugadores. Esto permitió recibir múltiples inversiones en el sector. No obstante, la crisis global de las tecnológicas en 2001 a la que se sumó la crisis autóctona del 2002 hizo que muchas de éstas desaparecieran a través de fusiones y adquisiciones. Y el mercado se volvió a concentrar. Por su parte, la convergencia era algo de lo que se hablaba, pero muy a futuro todavía en ese entonces.
Hoy la industria se encuentra en otro punto. La habilitación de servicios convergentes 4 años atrás trajo, aunque con algún traspié, un nuevo impulso a la competencia y a la inversión. Esto se ve especialmente en el avance de la fibra óptica, tecnología que cuenta hoy con 1 millón de accesos directos al hogar (11% de participación) más 4,5 millones de hogares pasados (algo más de un 30% de cobertura). Claro que hoy el servicio de televisión, por años un gran anhelo de las empresas de telecomunicaciones, no tiene el atractivo de antaño ante la creciente popularidad de plataformas de video OTT. En otras palabras, llegó tarde.
Por el lado de los móviles, el mercado está en un punto de maduración total, ganando nuevos clientes básicamente por el crecimiento vegetativo. Es por esto que el mismo se ha convertido en EL servicio de telecomunicaciones por excelencia, lo que hizo que los operadores móviles estén en el centro de todas las negociaciones entre la industria y el regulador. También es la razón por la cual prácticamente todo operador de telecomunicaciones actual quiere poder ofrecer este servicio, algo que no es tan sencillo porque parte del uso de un recurso escaso como es el espectro. Pero no es imposible.
La telefonía fija se encuentra en un proceso de retracción desde hace ya algunos años. Se trata de un servicio que está quedando en desuso ante la sustitución de las llamadas desde el celular o, más recientemente, desde WhatsApp. Esta es la razón por la cual la mayoría de los operadores de telecomunicaciones, que podrían ofrecer este servicio, no lo hacen. Así, tan sólo en el último año, la telefonía fija perdió el 20% de sus líneas, según datos del Enacom.
A nivel macroeconómico, no es tan sencillo comparar un momento con el otro porque el actual todavía no se ha resuelto (particularmente el aislamiento), con lo cual no se puede medir aún el impacto total de la pandemia sobre la economía. Pero sí hay en común una fuerte caída del PBI, una devaluación importante (la del 2002 fue más marcada, pero no había como hoy un dólar oficial y otro informal con la enorme brecha actual), desocupación y pobreza en aumento. Adicionalmente, en aquél entonces había un default declarado, mientras que hoy, si bien técnicamente el país está en cesación de pagos, todavía hay esperanzas de lograr evitarlo.
A pesar de las similitudes entre uno y otro momento, no parece que las perspectivas de recuperación para la industria sean las mismas de hace 18 años atrás. Entonces dos negocios todavía no habían despegado (banda ancha y celulares) y serían los que mantendrían al sector en crecimiento. Hoy, no se vislumbra algo similar, por más que la banda ancha fija todavía tiene un margen para crecer que no tienen los celulares. Al menos no hasta que se empiece a usar masivamente esa infraestructura para comenzar a conectar objetos y no ya principalmente personas. Algo para lo que será muy útil 5G, pero se trata de una tecnología cuya aplicación en Argentina todavía no figura ni para este año ni para en el próximo.
Por otra parte, será importante ver cómo salen de la pandemia las empresas de telecomunicaciones, teniendo en cuenta no sólo el contexto recesivo general sino también las recientes medidas de congelamiento de precios (que en una economía inflacionaria equivalen a una rebaja en términos reales) y prohibiciones de desconexión por falta de pago. Esto, en un escenario que además se presenta complejo desde el punto de vista de financiación externa hace prever que quizás se pierda algo del impulso inversor de los últimos años. Nuevamente, los tiempos se van a estirar.
Difícilmente Comentarios siga existiendo dentro de 18 años, pero es de esperar que, en ese momento, tanto el escenario actual como el de sus orígenes sean tan sólo malos recuerdos de tiempos a los que ya no se vuelva. Implicará que habremos avanzado como país. Finalmente. Por ahora, sigue vigente el dicho que sostiene que “de Argentina te vas 20 días y cambió todo. Te vas 20 años y nada cambió”.