Es lógico que para quienes no son parte del sector de las telecomunicaciones el 5G no es otra cosa que algo más evolucionado, pero sin tener muy en claro el por qué. Sin embargo, es un tema que más y más está en los medios, ya sea por sus proezas tecnológicas, por estar en medio de la guerra fría entre EE.UU. y China o porque llegan noticias de países vecinos avanzando en la materia (licitando espectro o más aún con los primeros despliegues). Pero también influyó mucho en este renovado interés por el 5G los posibles efectos del DNU 690/20 que recogió un rechazo casi unánime por parte de todos los licenciatarios de servicios TIC (quienes saben que ahora sólo les queda acotar su impacto o resolverlo a su favor en la reglamentación). Entonces la pregunta que muchos comienzan a hacerse es cómo queda parada Argentina respecto del 5G en este escenario.
Con o sin DNU, cuyo potencial impacto ya ha sido ampliamente analizado, tampoco se puede olvidar el contexto macroeconómico local. El mismo, aunque agravado por la pandemia, tiene elementos estructurales propios que permiten augurar tiempos difíciles por delante, aun cuando la emergencia sanitaria sea sólo un recuerdo.
Responder a la pregunta “¿Cuándo llegará 5G a Argentina?” tiene hoy mucho de esperanza y especulación y poco de cierto. Esto es así porque aún no arrancó el proceso formal, cuyo puntapié inicial sería identificar las bandas de frecuencia a utilizar para luego definir el cronograma que indique cómo y cuándo serán asignadas a los operadores que resulten elegidos. Esto es importante porque permite definir el tipo de servicio que se puede dar. Por ej. una frecuencia muy alta (banda milimétrica) sirve para ofrecer excelentes prestaciones, pero con un alcance muy reducido. Es imposible pensar en cubrir todo un país con éstas. Podrá ser entonces para dar servicio fijo inalámbrico en áreas acotadas, o cubrir ámbitos de gran concentración de personas, como un estadio de fútbol (prepandemia, lógicamente). Inversamente, una frecuencia muy baja (por debajo del GHz) no aportará tanto en velocidad, pero sí en cobertura. Ideal para conectar millones de dispositivos para IoT. Con qué tipo de frecuencia se empezará y cuáles serán los plazos en que estén disponible se vuelve fundamental para diseñar el negocio a su alrededor que permita justificar la inversión. Todo esto no está disponible en Argentina todavía.
Más allá de esto, obviamente juegan otros factores, donde el tema costos tiene un rol preponderante. Es así por dos razones: los requerimientos específicos de 5G y la situación macro. Un dato que muchos obvian al hablar con ligereza de la llegada de 5G es que para que ésta se dé como un servicio real y no un anuncio marketinero de “first mover”, hace falta primero una notable inversión en el despliegue de fibra óptica. De nada sirve tener dispositivos que se conectan con antenas a velocidades del orden de Gbps si estas antenas no están conectadas a través de vínculos que puedan dar abasto con esas capacidades. La respuesta es fibra. Y si bien Argentina, a través de sus centenares de ISP de todo tamaño, ha hecho un gran esfuerzo en los últimos años desplegando fibra óptica (que hoy tiene más de 4 M de hogares pasados), todavía queda mucho por delante. Roma no se construyó en un día. En este aspecto, la incertidumbre que generó el último DNU no ayuda.
A todo esto, el gobierno adelantó que el tema 5G no estaría en la agenda sino hasta el año próximo. Con lo cual, aún en un escenario optimista, difícilmente estaríamos hablando de 5G antes del 2022.
¿Es grave llegar “tarde” a 5G? No realmente. Y no porque la 5G no sea una tecnología relevante a futuro. Todo lo contario. Pero también hay que tener presente que, por más que se trate de una tecnología que está llegando a Latinoamérica sin el retraso de generaciones anteriores respecto de mercados más avanzados, todavía le falta madurez. Una madurez que se traduce en equipos (tanto de prestador como de cliente) a precios más accesibles luego de lograr economías de escala suficientes. De hecho, uno de los frenos al uso actual como tecnología FWA (acceso fijo inalámbrico) es el costo del equipo en casa del cliente. También se manifiesta en el desarrollo de plataformas que permitan administrar miles y miles de dispositivos conectados para un uso específico, desde medidores domiciliarios hasta sistemas de producción en fábricas, por sólo citar unos ejemplos.
Es claro que Argentina no está en condiciones económicas de ser un “early adopter”. No obstante, esto no implica que no haya que empezar a trabajar ya mismo sobre el tema porque hay tiempos en la planificación que no pueden obviarse. No hay que caer en la dicotomía urgente vs importante. La gestión implica lograr un balance entre ambos aspectos.