Punto de inflexión

Es sabido que la inflación tiene, entre otros efectos, el de dificultar las comparaciones a lo largo del tiempo. La variación de precios, generalmente ascendente en términos nominales, no puede ser evaluada en su correcta medida si no se los lleva a converger en un mismo momento. Una alternativa utilizada es convertir estos precios al dólar del momento. Pero esta opción tiene la desventaja de que, si bien se utiliza una unidad de cuenta más estable, también sufre sus propias distorsiones en un país que suele balancearse entre la atracción por el dólar “barato” que da un mayor poder adquisitivo y los ajustes devaluatorios, impulsados por el mercado y que tarde o temprano son blanqueados por las autoridades del momento. No obstante, y más allá de estos vaivenes, al menos sirve para determinar la tendencia.

Si se toman los precios nominales de evolución del ARPU (ingreso promedio por usuario), éste no hizo más que crecer en los últimos 8 años, pasando de $ 71 en el 2013 a $ 386 en el 2020, en una curva claramente ascendente. No obstante, si se llevan los distintos ARPU a valores de 2020, en el mismo período el retroceso es del 39%. Un valor alineado con la caída de la facturación total del negocio.

Por otra parte, si se toman los valores en pesos actualizados a 2020 y se los compara con aquellos en dólares, la tendencia también es a la baja, pasando de US$ 11 en 2013 a US$ 4 en 2020. Aquí se puede apreciar el impacto de la fuerte devaluación del peso en los últimos años.

Tomando entonces valores comparables, queda en claro una cosa: el negocio móvil ha llegado a una etapa de maduración que deberá atravesar un cambio importante para retomar un crecimiento sostenido. Sin mucho margen para sumar nuevos usuarios salvo como resultado del crecimiento vegetativo (asumiendo que la macro no expulsará del mercado a sectores de bajos recursos), el negocio móvil ve la oportunidad de torcer esta historia con la llegada de 5G y su aptitud para conectar no ya sólo teléfonos sino también cosas. De esta forma se habilitarán un sinnúmero de nuevos usos que darán lugar a la comercialización de nuevos paquetes de servicios. Si bien esto se ve hoy un tanto lejano, lo que primero aparece en el horizonte es el crecimiento a través del acceso fijo inalámbrico (FWA), algo que se está implementando en diversos mercados donde el 5G ya es una realidad.

La evolución del ARPU es un indicador a evaluar también por aquellos operadores TIC que aspiran a poder brindar servicios móviles (sea con espectro propio, como MVNO o en asociación con un MNO). Con un mercado maduro y con un ARPU a la baja, salir a la búsqueda de clientes tendrá un costo significativo, amén de necesitar escalas que hagan viable un negocio con un ARPU bajo. Así, cualquier estrategia que incluya servicios móviles deberá contemplar una fuerte presencia en el negocio del acceso fijo inalámbrico y del Internet de las cosas. Ambos podrán aportar un crecimiento que será difícil de lograr sólo apuntando a la conexión de smartphones.

En definitiva, estamos en los umbrales de una nueva era de los servicios móviles, aunque la transición exija una gran reconversión.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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