Finalmente, en la semana que pasó llegó el gran día: el lanzamiento de Star+, el servicio de streaming de video de Disney. Se puede hablar de gran día no por el servicio en sí sino por las implicancias que puede tener para el sector de la TV paga local.
Entre tantos lanzamientos de servicios de streaming de los últimos meses, conviene distinguir a Star+ de Disney+. Si bien ambos son productos de Disney, el segundo apunta a un público asociado con los contenidos tradicionales orientados a la familia. En cambio, Star+ tiene contenido compuesto por series, películas, comedias animadas y documentales que apuntan a un público adulto. Pero el game changer, como dicen los gringos, es la inclusión de deportes, tanto bajo demanda como, y por sobre todo, en vivo. Se trata de contenidos que generalmente eran exclusivos de la TV paga y que ahora estarán disponibles por fuera de ésta.
La oferta deportiva de Star+ es muy fuerte. Incluye en fútbol a los más relevantes campeonatos continentales de clubes (Champions League, Europa League, Copa Libertadores) así como las principales ligas europeas (inglesa, española, italiana, alemana y, la nueva niña bonita para el mercado local, la francesa). Y a esto suman otros deportes populares como F1, tenis, box y golf, entre otros. Resumiendo, Star+ concentra lo más convocante del deporte, con la única excepción, al menos en el mercado local, de los torneos de fútbol argentino.
De esta forma, se trata de una oferta de contenidos de características similares a las que ofrece la TV paga. Le faltan los canales de TV abierta y los de noticias. En teoría esto no representa un escollo insalvable, ya que los canales de TV abierta son accesibles a través de sus sitios web o vía antena (analógica o TDA), mientras que los canales de noticias suelen tener presencia en vivo a través de YouTube, cuando no de sitios web propios. Claro que en términos de “experiencia”, sigue siendo más cómodo acceder a todos los contenidos desde un mismo lugar, sea a través del servicio tradicional como de sus OTT (ej. Flow).
En este sentido, la oferta de Disney se diferencia de las de Netflix, Amazon Prime, Paramount+ y otras. Estas últimas, con contenidos mayormente guionados (series, películas, documentales) a consumir bajo demanda son un complemento y ampliación de la TV paga. En el caso de Star+, que suma a los contenidos guionados el atractivo de los deportes en vivo (algunos de los cuales son accesibles a través de ESPN, una señal ofrecida por la TV paga), hay una superposición, con lo cual se trata de un producto que complementa, pero también compite.
Por supuesto, esta situación no toma desprevenidos a los prestadores de servicios de TV paga, quien en los últimos años empezaron a desarrollar sus plataformas para adaptarlas a los tiempos de Internet. Principalmente con sus productos de TV Everywhere, que básicamente es tener los contenidos de la grilla accesibles vía Internet con el agregado del consumo bajo demanda. A esto se suma la integración de OTT de terceros (caso Netflix, Amazon Prime, etc.) para posicionarse como agregadores de contenidos. No obstante, es un producto asociado a un abono de TV paga tradicional. El segundo paso, que varios comenzaron a dar recientemente, es disociar comercialmente el producto OTT de la red del operador de TV paga, dando lugar a lo que se conoce como vMVPD (Virtual Multichannel Video Programming Distributor). Básicamente equivale a tener acceso a los contenidos de TV sin necesidad de contratar el servicio tradicional vinculado a la red de distribución del operador. Esto es lo que ya están haciendo jugadores tales como Cablevisión con Flow Now, Telecentro con T-Play o DirecTV con Go. Quienes están en una situación más compleja son los pequeños y medianos operadores de TV paga, a quienes por razones de escala se les hace más difícil ofrecer productos de streaming propios salvo en caso de que formen parte de una asociación para lograr escalas, como sería el caso de Red Intercable (que tiene su OTT, llamado Dibox Go).
Y si de competir se trata, hay que considerar otro punto no menor: el precio. Es que fuera de las promociones iniciales, los productos de TV paga básicos tienen valores que arrancan en alrededor de los $ 1.500 (US$ 15), mientras que Star+ tiene un precio de $ 880 (US$ 9) y el combo con Disney+ es de $ 995 (US$ 10). Lógicamente, a eso hay que sumarle el costo del acceso, que en el caso de la TV paga está incluido. Sin embargo, es un gasto ya contabilizado para quien quiera acceder a cualquier tipo de servicio OTT y que además se amortiza entre diversos usos.
En este escenario, resulta cada vez más claro cuál será el destino de los operadores de TV paga: convertirse en ISP. Esto se da particularmente entre los cableros, que al menos cuentan (o deberían contar) con una red adaptada para dar servicios de Internet. Distinto es el caso de la televisión satelital, que por sus características no puede ofrecer comunicación bidireccional y que es la causa de la pérdida de clientes de DirecTV. Adicionalmente, los prestadores más grandes son también revendedores de plataformas de streaming, generalmente compartiendo el gasto en publicidad y comercialización y haciéndose cargo de la facturación, lo que les permite mantener la relación con el cliente (aunque ya no en forma exclusiva). Por su parte, en el caso de los cableros más chicos, la situación puede ser más dura. Además de no asociarse con los servicios de streaming globales, pueden requerir de una adaptación más costosa, ya que no siempre tienen una red con la capacidad necesaria para transportar señales de video en forma fluida y de calidad. Así, tienen un doble problema: competencia para sus contenidos y mayor exigencia sobre sus redes de acceso a Internet. De este modo, se les presenta la paradoja de verse obligados a mejorar sus redes para que distintos servicios de streaming les compitan con sus productos de TV.
Internet es disruptivo y ya lo sabíamos. Este es un caso más.