El 2021 global

Cuando terminaba el 2020 y se anunciaba la disponibilidad de las primeras vacunas contra el Covid, flotaba en el aire la sensación de que era cuestión de que pasaran los meses, la población mundial se fuera vacunando, y poco a poco volveríamos a la normalidad en 2021. WRONG. La vacuna llegó, pero su distribución tropezó con las limitaciones de una demanda inmensa a lo que se fue sumando la resistencia de una proporción no menor de personas a aplicársela. Así, siguieron las oleadas de contagios, aunque sin los efectos devastadores del 2020. Sin embargo, las restricciones amenazan con seguir vigentes, y en algunos casos endurecerse, un tiempo más.

Al margen de los aspectos meramente epidemiológicos, también es cierto que el Covid trajo consecuencias que dejaron de ser coyunturales para transformarse en estructurales, impactando al sector tecnológico en varios casos.

Uno de los grandes temas a nivel global del 2021 fue sin dudas el de la escasez de chips, cuyo impacto trascendió a la industria tecnológica (donde diversos fabricantes de celulares, PC y otros dispositivos se vieron obligados a disminuir su ritmo de producción) para llegar a otras más inesperadas, como la automotriz. Pero no se trató únicamente de un desequilibrio entre oferta y demanda. También expuso como nunca la dependencia de occidente respecto de un insumo básico producido principalmente dentro de la zona al alcance (económico y militar) de China, lo que disparó una carrera por anuncios de instalación de nuevas fábricas en los EE.UU. y también en Europa. Carrera potenciada por la aparición de generosos subsidios estatales. Geopolítica en su máxima expresión.

Pero la sombra del poder político chino no sólo se extendió sobre occidente. También dentro de la propia China se sintió la mayor presión del gobierno sobre las empresas nacionales en temas tan diversos como la privacidad del consumidor y las posiciones dominantes de mercado, llegando hasta la regulación de los horarios para jugar online. Claramente, el gobierno chino no quiere la consolidación de megacorporaciones en su país, aunque sean nacionales, habida cuenta de lo que sucede con las grandes tecnológicas en los EE.UU., a quienes ahora se pretende controlar con más firmeza, luego de haber sido muy laxos en términos de prácticas competitivas, de privacidad y fiscales en el pasado.

Por otra parte, el 2021 fue el año en que se largó la carrera espacial. Tanto en materia de redes para cerrar la brecha de cobertura (Space X, Project Kuper, OneWeb) como en turismo espacial, que da la impresión de tener mucho de capricho de personas de grandes fortunas y con cuestionamientos crecientes por su impacto ambiental.

Ya hacia fin de año, aprendimos una palabra nueva, “metaverso”, a pesar de sus connotaciones que le quitan un poco de seriedad. En esto tuvo una gran influencia la ex Facebook, hoy Meta, y las bizarras demos de Zuckerberg sobre cómo será este metaverso. Inmediatamente afloraron, como hongos luego de la lluvia, toda una serie de proveedores que prometen depositarnos en el próximo paraíso donde pasaremos horas haciendo de todo: trabajando, entreteniéndonos, comprando y más. Entre el metaverso y las promesas (aún no cumplidas) de 5G, estamos en la antesala de un futuro que se presenta como radicalmente distinto en nuestra cotidianeidad.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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