La idas y vueltas con la licitación de espectro para 5G dejaron flotando algunas preguntas: ¿está Argentina quedando retrasada en la materia? ¿De ser así, cuán grave es este retraso?
En términos de 5G, la vara con la cual debe medirse Argentina es la regional, que comparte características socioeconómicas, demográficas y hasta geográficas. En este ámbito, ya son varios los países que licitaron distintas frecuencias de espectro, como Brasil, Chile, Dominicana y Uruguay, quienes están en distintas etapas de los despliegues. Esta semana se sumó México, con el anuncio de Telcel (América Móvil) de que comenzará a ofrecer comercialmente el servicio a fines de febrero, utilizando espectro que ya tenía. En ese país, la subasta está prevista para la 2ª mitad del presente año.
Más allá del grado de avance de los distintos países latinoamericanos, hay una pregunta que se repite, especialmente de parte de quienes no siguen la industria, que es: ¿qué tiene 5G que la hace más relevante que generaciones anteriores? La respuesta es que el modelo de 5G es disruptivo, aunque no en lo inmediato. Esto se debe a que, hasta ahora, cada generación aportó nuevas y mayores capacidades, pero siempre centradas en el uso de teléfonos (últimamente, smartphones). 5G tiene desde el punto de vista técnico marcadas diferencias, como una mucho mayor velocidad (ancho de banda), la posibilidad de conectividad masiva de dispositivos (muchísimo mayor que la de las generaciones anteriores) y una menor latencia (tiempo que demora la señal desde que se envía hasta que se recibe). Estas características no impactan tanto en el uso de smartphones, pero sí abren un sinfín de posibilidades de nuevos usos, tanto a nivel ciudades, infraestructuras, y en las industrias más variadas.
Donde primero está llegando 5G como servicio comercial es allí donde menos novedades aportará inicialmente: los smartphones. Inicialmente, sólo se cuenta con el beneficio de poder conectar más dispositivos simultáneamente por antena, algo de fuerte impacto en zonas de grandes concentraciones de gente (ej: estadios), donde actualmente no es raro no tener señal. Esto debería desaparecer con 5G. No obstante, la ventaja de una mayor velocidad no será muy perceptible en la medida en que se sigan utilizando las aplicaciones actuales. Tener 20 Mbps o 150 Mbps en el smartphone no hará que veamos mejor ese video de YouTube. Por lo tanto, habrá que esperar al desarrollo de la XR (eXtended Reality, lo que incluye la realidad virtual y la realidad aumentada), o más particularmente la “computación espacial” (AKA Metaverso), que tendrá demandas de capacidad propias de 5G (dicho sea de paso, equivalentes a las versiones más modernas de WiFi). Esta funcionalidad será relevante cuando la realidad virtual llegue a los celulares en forma masiva una vez que se haya consolidado el metaverso (y que las lentes no sean los cascos que son hoy). Claro que si el metaverso será finalmente o no todo lo que promete, es otra cuestión. Con este escenario, será difícil para los operadores cobrar más por el solo hecho de tener 5G. Sí podrán hacerlo a través de planes que contarán con una mayor cantidad de GB, pero hasta ahí nomás. A pesar de esto, las marcas de smartphones que operan localmente están lanzando un gran número de terminales aptos para 5G (tal el caso de Motorola). Esto se debe a que ya son parte estándar no sólo de los modelos de gama alta sino de los de gama media también. Esto es una buena noticia porque todo aquel que compra uno de estos equipos estará listo para aprovechar 5G cuando llegue comercialmente al país. También es bueno para los operadores, porque cuando lancen 5G habrá una buena base instalada de equipos que podrán conectarse a la nueva red.
No obstante, uno de los primeros servicios o casos de uso novedosos de 5G se llama Acceso Inalámbrico Fijo (FWA, Fixed Wireless Access, por sus siglas en inglés), que aprovecha al máximo los mayores anchos de banda (o velocidad) y la menor latencia para llevar conectividad fija con características de fibra. A tal punto que en la industria ya lo llaman “fibra inalámbrica”. Los servicios FWA están teniendo un gran crecimiento en los EE.UU., donde son vistos como el killer app de 5G en esta etapa inicial. Sin embargo, se trata de una tecnología que puede competir, al menos por el momento, más con las redes de cobre que con las de fibra. Esto lo convierte en un producto competitivo en áreas suburbanas y semi rurales. No obstante, y ya pensando en la economía argentina, todavía el costo del equipamiento en casa de cliente (módem router) es mucho más alto que el de tecnologías cableadas, alrededor del triple. Esto dificulta el caso de negocio hasta tanto las escalas de producción ayuden a bajar sensiblemente su precio.
Paradójicamente, donde más expectativas hay en cuanto al aporte disruptivo de 5G es donde más tardará en llegar masivamente: los usos industriales por verticales, así como ciudades inteligentes. Pero su aplicación no será inmediata porque aún faltan que todas las piezas estén en su lugar. Obviamente, hay que empezar por la red. Pero también es necesario el desarrollo de los dispositivos (no smartphones) que se conectarán, así como el software para gestionarlos y que los vincule a los sistemas organizacionales. Y estos cambios, implicarán en casi todos los casos algún tipo de reingeniería de los procesos. Tal es así que la industria (operadores y proveedores de equipamiento y sistemas) está en pleno proceso de evaluación y selección de los verticales donde primero habrá un impacto significativo (con relación costo/beneficio indicada). Como se ve, aunque prometedora, claramente la adopción de 5G en estos casos no será tan rápida como en el de los smartphones.
En este contexto, más allá de la carrera por 5G (fogoneada en gran parte por los proveedores de infraestructura de red), se trata de una tecnología que por lo profundo de los cambios que trae no será de una adopción rápida ni de grandes mejoras inmediatas. Visto así, puede deducirse que el retraso en su llegada a Argentina no es crítico. Es más, para cuando llegue la puesta en marcha de la subasta de espectro (¿2023?) y los despliegues tengan cierta magnitud, mucho del hardware tendrá menores costos que los actuales como consecuencia de las economías de escala, con lo cual la adopción será más rápida que en la actualidad (algo similar a lo que pasó en Argentina con 4G).
Dicho esto, también es necesario remarcar que el retraso actual no es como para quedarse tranquilos. Hay muchas tareas previas a realizar antes de siquiera empezar a pensar en desplegar 5G, como la limpieza y subasta de espectro o la simplificación en los procesos de despliegue de infraestructura pasiva y activa, entre otras. Tareas que llevan de por sí mucho tiempo y en la cuales el país viene atrasado. Ese es (o debería ser) el foco de quienes tienen la obligación de regular y encausar el proceso. Lo demás vendrá naturalmente, a su ritmo.
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