El desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones en Argentina está sometido a distintas fuerzas, algunas que lo impulsan y otras que lo frenan. Por un lado, la industria atraviesa un profundo proceso natural de recambio del cobre por la fibra, que ofrece más y mejores capacidades, menores costos de operación y una vida útil mayor. Este proceso se vio potenciado recientemente por la necesidad de llevar conectividad de calidad fuera de los cascos urbanos. Esta surgió como consecuencia de la demanda por mejor acceso desde el hogar resultante del aumento del trabajo y la educación remota heredado de la pandemia. Sin embargo, el sector atraviesa una coyuntura difícil, con una economía inflacionaria que erosiona los ingresos de la población, restricciones en el acceso a divisas necesarias para mantener y actualizar redes existentes, así como para desplegar nuevas, y una regulación que busca controlar precios, generando incertidumbre en los planes de inversión. Un escenario complejo que no impide a la industria mostrar datos que hablan a las claras de una evolución todavía positiva en su oferta de infraestructura. Esto surge del informe “Oferta de acceso fijo a Internet”, publicado por Carrier y Asociados.
Todo este contexto impacta en la evolución de la oferta de conectividad de los ISP. Así, si bien lo que más ofrecen los ISP en Argentina son productos inalámbricos, disponibles en el 66% de los ISP, la única tecnología cuya oferta creció es la fibra óptica, presente en el 49% de los ISP, 12 puntos por encima del 37% de un año atrás. El resto, no sólo los inalámbricos sino también ADSL y cablemódem, perdió terreno.
El avance en la oferta de fibra óptica se observa también en que un 13% de los ISP relevados comenzó a ofrecer productos de fibra óptica durante el 2022 (equivalente al 27% del total de ISP que cuentan con fibra en su oferta).
GRÁFICO: ISP OFRECIENDO FIBRA ÓPTICA
El proceso de sustitución del cobre por la fibra en el cual se encuentra inmersa Argentina está produciendo un reacomodamiento en términos de competencia. La fibra avanza fuertemente de la mano de los grandes operadores, las cooperativas y, en menor medida, en las PyME. La primera víctima de la fibra es la tecnología ADSL que languidece aceleradamente. En el caso de la tecnología inalámbrica, se convierte en un complemento de las redes cableadas de alta capacidad, tendiendo a concentrarse en localidades chicas, zonas suburbanas y, crecientemente, rurales. La tendencia es que el acceso inalámbrico se desplace hacia las periferias.
Así, la competencia fuerte se centra entre los operadores originalmente cableros y las telcos. Apremiadas por la obsolescencia del ADSL, grandes telefónicas y cooperativas se embarcaron en planes de reconversión de distinta intensidad, a lo que se suma el despliegue green field (por no contar con una red cableada preexistente) de Claro combinado con una estrategia de precios muy agresiva. Por su parte, aunque los cableros cuentan con redes que todavía tienen capacidad para ofrecer, generalmente despliegan fibra cuando se trata de nuevas “pisadas”. En ese escenario, Personal tiene un perfil mixto, operando y migrando de a poco la red HFC (de cablemódem) de Cablevisión, y desplegando fibra allí donde tiene sólo ADSL heredado de Telecom o ninguna red preexistente (caso Mendoza).
¿Qué se puede esperar en 2023? El avance de la oferta de fibra en 2022 a pesar del contexto permite pensar que, con un panorama razonablemente ordenado, podría convertirse en la principal tecnología ofrecida este mismo año. La gran incógnita es si habrá acceso a dólares que permitan adquirir la tecnología necesaria. Si hay dólares, habrá despliegues, aún en una economía inflacionaria y con incertidumbre electoral. Si no, no ya mejorar sino al menos mantener los ritmos de despliegue será todo un desafío, pudiendo impactar también en el mantenimiento de lo existente si la situación se vuelve extrema. Las incertidumbres para este 2023 son muchas y no se despejan.