Hace poco más de una semana, Mark Zuckerberg impactó en las noticias con el lanzamiento de Threads, una red social basada en texto que tiene un gran parecido con Twitter. Un parecido que no es casual y que potenció un enfrentamiento singular entre quizás los dos mayores “villanos” de la industria tecnológica. La rivalidad no es nueva, pero recientemente llegó a su máxima expresión, con invitaciones a pelear en una jaula estilo UFC, una comparativa de tamaño de penes (real) o un enfrentamiento en las no existentes arenas del Coliseo en Roma. Todas propuestas de dudosa realización. Pero, bravuconadas al margen, la rivalidad es real y llegó a los negocios.
Ambos son muy exitosos empresarios, aunque con estilos distintos. Musk es un personaje provocador, irreverente, abiertamente politizado que, hasta su compra de Twitter venía cosechando éxitos, cofundando Paypal a fines de los noventa y llegando a revolucionar la industria satelital con Space X y Starlink, así como la automotriz con Tesla. Esta sucesión de éxitos le valió la veneración de la industria tecnológica y de los medios. Pero todo empezó a cambiar cuando comenzó a expresar públicamente sus posiciones políticas, lo que le significó ganarse el desprecio de una parte del “electorado”. Y así como antes todo lo que hacía era genial o gracioso, luego pasó a ser una animalada y generar mal humor. Uno de los problemas de endiosar a mortales.
Por su parte, Zuckerberg siempre fue más controvertido. Sin dudas innovó con Facebook, que se convirtió en la madre de las redes sociales. Pero luego no tuvo reparos en copiar descaradamente desarrollos de terceros. Así, las Stories de Snapchat dieron lugar a las Stories de Instagram y los videos cortos estilo TikTok pasaron a ser Reels. Claro que no siempre copió. También usó el poder del dinero, como cuando compró a Whatsapp que competía con Facebook Messenger. A juzgar por los números, mal no le fue con esta estrategia.
Al enfrentamiento por Twitter-Threads, ambos llegan con las acciones en baja. A todos los cuestionamientos de larga data por el manejo de la privacidad de sus usuarios se le suma ahora que Zuckerberg, impactado por el fracaso del Metaverso (que inclusive llevó a cambiar el nombre de su compañía por Meta). Una apuesta fuerte que dio lugar a que aparecieran rápidamente expertos que ofrecían consultorías, daban charlas y escribían papers que se desvanecieron igual de rápidamente a partir de que la inteligencia artificial se convirtió en la “nueva” tendencia de la industria tecnológica. Por el lado de Musk, el exótico manejo de Twitter, con despidos realmente masivos e introduciendo cambios que enervaron a sus usuarios, ahuyentaron a una porción no menor de anunciantes y redujeron el valor de la empresa por la que pagó la friolera de US$ 44 mil millones.
Son justamente las turbulencias alrededor de Twitter (algunas previas a la llegada de Musk) las que dieron lugar al surgimiento, hasta ahora sin éxito, de clones: Truth Social, Mastodon y otras. Lo que demuestra que, a pesar de los problemas de Twitter, la cosa no es tan sencilla. Así, lo que intenta Threads no es nuevo, aunque sí tiene diferencias respecto de los intentos anteriores. Desde el mayor músculo de Meta, su capacidad para clonar rivales y su base instalada de usuarios de Instagram que pueden loguearse directamente en Threads sin ningún proceso de alta.
Más allá de la rivalidad entre sus líderes, el intento de Threads da lugar a preguntas. Básicamente porque, para los estándares de Meta, el negocio de Twitter es claramente menor. Sólo Facebook tiene 2.190 millones de personas que participan al menos mensualmente (MAU, o usuarios activos mensuales). Instagram cuenta con 1.390 millones, Whatsapp con 2.000 millones y Messenger 1.300 millones. Frente a esto, los 217 millones de Twitter son casi despreciables, amén de que una gran proporción es además usuaria de alguna plataforma de Meta. Esto se refleja también en términos de ingresos. Durante el 2022, los de Meta fueron de US$ 117.900 millones, con beneficios netos que, aun en caída, alcanzaron los US$ 39.400 millones. Por su parte, los ingresos de Twitter en el mismo período fueron de US$ 5.080 millones, equivalentes a apenas el 4% de los de Meta, con beneficios por US$ 689 millones, o el 1,7% de los de Meta.
Con estos números, y siendo que Twitter no es una amenaza para ninguna de las plataformas de Meta, ¿cuál es el atractivo que haga que la apuesta por Threads se justifique? Algunos creen que es por el potencial publicitario, algo que Twitter no ha logrado aprovechar en su totalidad. Pero otros creen ver un mayor potencial asociado a la inteligencia artificial. Y ahí la cosa se puede poner más interesante.
Conviene destacar que, recientemente, cuando Musk estableció algunas limitaciones al uso de Twitter (despertando la ira de sus usuarios), el argumento fue que debía poner un freno a los “niveles extremos de rastreo de datos” por parte de las empresas de inteligencia artificial. Es que la IA generativa se basa en el acceso a grandes cantidades de datos y una red basada en texto se convierte en una fuente de datos lingüísticos muy rica. Éstos podrían ser utilizados para proyectos propios de inteligencia artificial o, por qué no, ser licenciados a terceros. En este escenario, el valor de Threads sería otro ya que le daría un insumo clave para un área en la cual Meta viene corriendo desde atrás frente a Microsoft (con ChatGPT y Bing) o Google (con Bard). En la misma dirección, Twitter podría ser estratégica para xAI, la empresa de inteligencia artificial que Musk anunció esta misma semana.
No obstante, si bien Meta busca capitalizar el desorden en el que entró Twitter y el consecuente descontento de sus usuarios, la cosa no es tan simple como soplar y hacer botellas. Es sabido que una de las claves del éxito de una red social son los efectos de red basados en la cantidad de usuarios activos que Twitter tiene y que Threads tiene sólo en los papeles. Muchos usaron o abrieron una cuenta en Instagram para ver de qué se trata y tener un usuario “just in case”, algo así como sacar un pasaporte europeo para tener tranquilidad ante alguna eventualidad, pero no por tener una decisión tomada de emigrar. Si bien algunos creen que el requisito de contar con una cuenta de Instagram asegura automáticamente la disponibilidad de una red de usuarios, lo cierto también es que muchas personas utilizan múltiples redes sociales porque le dan enfoques distintos, por lo que sus seguidores y seguidos son de perfiles distintos. Si fueran los mismos, ¿qué sentido tendría usar una nueva red? Esto significa que migrar de Twitter a Threads implica, como en el juego de la oca, volver al punto de partida y comenzar a construir una base de seguidores y a curar una base de seguidos. Tedioso como pocas cosas.
En definitiva, la apuesta de Zuckerberg por Threads no está exenta de desafíos. La clave estará no en el crecimiento de cuentas sino en el de los MAU (usuarios activos mensuales). Ahí se definirá el rumbo de esta nueva aventura.