Si hay algo que tiene la fibra óptica en los últimos años es su crecimiento constante en términos de accesos, una situación que es natural entendiendo que la fibra es el destino final de prácticamente todas las redes de banda ancha fija. Es el resultado de la tendencia global al reemplazo del cobre por la fibra, por lo que es una situación que, con matices, es común a todos los mercados. Sin embargo, en medio de esta tendencia alcista, el crecimiento de la fibra no se da en todas partes de igual forma ya que empieza a jugar el factor interno de cada país.
Considerando a cuatro de los mercados más relevantes en Sudamérica (por orden alfabético Argentina, Brasil, Chile y Colombia), la comparación aporta elementos para analizar el estado de cada uno. Teniendo en cuenta lo sucedido en los últimos 4 años, todos muestran una tendencia alcista en la participación de la fibra sobre el total de las conexiones.
En términos absolutos de conexiones, el país que más creció entre 2019 y 2020 fue Brasil, donde los accesos de fibra avanzaron un 212%, seguido por Chile con un 207% y Argentina con un 205%. Aquí, Colombia aparece un tanto más atrás, con un 171%.
No obstante, si bien el crecimiento de los tres primeros es similar, hay que tener en cuenta que Argentina partía de una base sensiblemente menor, con una participación de la fibra en 2019 del 11% sobre el total de accesos, frente al 31% de Brasil y el 28% de Chile. Esto es importante a tener en cuenta ya que, en la medida en que el punto de partida es más alto, más cuesta crecer a tasas elevadas. Brasil arrancó el período con la mayor tasa de participación de la fibra sobre el total (31%), en una situación similar a la de Chile (28%). En ambos casos, con participaciones sensiblemente superiores a las de Colombia (14%) Argentina (11%). Así, lo de Brasil y Chile es envidiable.
Por su parte, el análisis de la variación interanual de los accesos de fibra permite entender mejor el contexto en el que se produjeron. En el caso de Brasil, que arrancó del piso más alto, su crecimiento fue decreciente, aunque con tasas altas, particularmente hasta el 2021. Chile, que también partió de un piso relativamente alto, tuvo un fuerte crecimiento en 2020 (plena pandemia), para luego comenzar a desacelerarse. Son casos distintos al de Colombia, que partió de un punto más bajo y desde entonces tiene tasas crecientes.
El caso de Argentina muestra un crecimiento errático, con una muy alta tasa en el 2019 (aunque partiendo de una base muy baja, de apenas 388.000 accesos de fibra), una fuerte desaceleración en el 2020, año de la pandemia y el DNU 690. La pandemia no sería una gran explicación para la desaceleración si se tiene en cuenta que Brasil desaceleró levemente su crecimiento (del 76% en 2019 al 67% en 2020), mientras que tanto Chile como Colombia mostraron, a pesar del Covid, tasas claramente superiores a las del 2019, cuando todavía “pandemia” era apenas una palabra en el diccionario. Por lo tanto, y más allá de cómo enfrentó Argentina la pandemia, puede atribuírsele mayor incidencia al DNU 690 en esta desaceleración, resultante de la incertidumbre que trajo la polémica norma. Nada como una buena incertidumbre como para frenar inversiones. Ya en 2021, con la llegada de las medidas cautelares, se retomó el ritmo creciente. En cuanto al 2022, hay que aclarar que las estadísticas que publica hasta el momento el Enacom sólo llegan al 3º trimestre de ese año. Proyectando el crecimiento para el 4º trimestre, el total de accesos de fibra en el país habría superado levemente los 3 millones, lo que, de ser así, daría un crecimiento interanual del 46%. Un número que igualmente marcaría un descenso respecto del 2021 y que, considerando que todavía la penetración de la fibra es baja, debería claramente haber sido mayor.
Tomando en cuenta los dichos de los diversos ISP (tanto grandes como PyME) la explicación detrás de este crecimiento por debajo del potencial tiene que ver ya no tanto por medidas sectoriales sino por un contexto macroeconómico muy adverso. Por un lado, la inflación que flaquea bolsillos y no permite a los operadores contar con ingresos suficientes para financiar adecuadamente la inversión necesaria. Por el otro, las dificultades de acceder a divisas en el mercado oficial. Así, muchos debieron postergar inversiones o hacerlas al valor del dólar libre (sea blue, MEP, CCL), que prácticamente duplica el valor del oficial, impactando en los recursos disponibles.
Es indudable que el sector de los ISP en Argentina ha llevado adelante un esfuerzo inversor notable a pesar de un contexto adverso. Esto deja entrever también el enorme potencial existente de desenvolverse en una economía medianamente normal. Algo que, lamentablemente, necesita toda la economía, no sólo el sector de los servicios TIC, y que será el objetivo del próximo gobierno, independientemente de su color político.