Revolución satelital

Como toda tecnología de telecomunicaciones, la satelital también tuvo grandes avances en las últimas décadas. Así como las redes móviles fueron evolucionando en sus capacidades con la llegada de cada generación (2G, 3G, 4G, 5G) al igual que lo hicieron las redes fijas con su paso del cobre (primero con el par telefónico, luego con las redes coaxiales) a la fibra óptica, también los satélites tuvieron su evolución. Esta fue de los tradicionales satélites GEO a los HTS (que siguen siendo GEO pero ofrecen más capacidades) y, más recientemente a las constelaciones LEO. Sin embargo, es tan grande el impacto de estas últimas que pareciera que la internet satelital es algo nuevo. En realidad, lo que es nuevo es su accesibilidad.

Durante más de 50 años, los satélites GEO, que proporcionan una infraestructura vital a los ecosistemas de comunicaciones mundiales, han dominado el sector satelital. Pero hoy se ven amenazados por el éxito del despliegue de grandes constelaciones de satélites más pequeños, los LEO, que ofrecen mayores capacidades, menores costos de ancho de banda y mayor facilidad de puesta en marcha. Así, la aparición de los LEO causó una verdadera revolución en la industria.

Básicamente, el éxito de los LEO tiene tres pilares. Por un lado, hizo viable al segmento masivo gracias a reducir los costos del servicio (achicando la brecha de precios con las redes terrestres), mejorar la performance (en ancho de banda y latencia) al punto de igualar specs de la conectividad terrestre, superando incluso a algunas alternativas como el ADSL o inalámbricas. Por otra parte, estas mejoras en la performance (particularmente en la latencia) habilitaron nuevos usos antes inviables. Y finalmente, un factor no menor, la conveniencia de la autoinstalación, que reduce tiempos y costos de puesta en marcha de una conexión satelital, sin importar desde dónde se acceda al servicio. Como toda revolución tiene ganadores y perdedores, pero también un nuevo ordenamiento y forma de hacer las cosas.

Como muestra del impacto de los LEO, el año pasado, en un evento que convocaba a la industria satelital regional en la ciudad de Buenos Aires, un directivo de una importante empresa del sector renegaba: “no pusieron un peso en este evento, ni siquiera mandaron algún speaker, pero lo único que se hace aquí es hablar de Starlink”. Todo un reflejo de su repercusión en la industria en su conjunto.

No obstante, el avance de los LEO no ha hecho más que comenzar. En la actualidad, prácticamente todo el impacto es consecuencia de la operación de Starlink. Todavía no mueve la aguja OneWeb (que apunta exclusivamente al segmento de empresas y gobiernos) y Kuiper recién comenzaría a operar el año próximo. Pero esto también da la pauta de cómo crecerá esta oferta en poco tiempo.

Por lo pronto, se está dando lo típico de una industria en tiempos de cambios: la consolidación. Los operadores tradicionales se fusionan para combinar sus capacidades tecnológicas, infraestructuras y bases de clientes con el fin de reforzar su oferta. Así, en los últimos tiempos se dieron varias grandes fusiones entre operadores satelitales. Primero fue la de Viasat-Inmarsat (anunciada en noviembre 2021 y finalizada en mayo 2023). Más tarde la de Eutelsat y OneWeb (anunciada en julio 2022 y cerrada en octubre 2023), donde la empresa combinada se convirtió en el primer operador satelital GEO/LEO. Más recientemente, la de SES e Intelsat (anunciada en abril 2024) donde se combinan satélites GEO y MEO (altura media) en busca de ahorro de costos.

El impacto de las constelaciones LEO se da principalmente en el negocio de la transmisión de datos (incluyendo Internet) de los GEO. Pero hay otros negocios donde estos últimos tienen ventajas. El tradicional broadcasting (principalmente TV), donde la latencia es irrelevante porque se trata de una comunicación unidireccional. También en materia de IoT pueden tener un rol importante, habida cuenta de que la latencia y el ancho de banda no son las características más relevantes para este uso. Y por supuesto también para tareas de observación diversas. En definitiva, los GEO no van a desaparecer, pero sí sentirán el impacto competitivo de los LEO en Internet Satelital (cosa que ocurre en los mercados en los que ambos compiten, con una fuerte baja de precios). Paralelamente, aunque los nuevos operadores LEO están desplegando con éxito sus constelaciones, todavía deben desarrollar sus posiciones comerciales para capitalizarlas.

Por otra parte, si bien Starlink ha sido una piedra en el zapato para operadores tradicionales en algunos segmentos, sin dudas que la mayor parte de su crecimiento se debe al ingreso de nuevos consumidores de banda ancha por satélite, agrandando considerablemente el mercado. Aquí no sólo entran a jugar los clientes residenciales y PyME (en áreas rurales y algunas suburbanas) sino también los comunitarios (pequeñas poblaciones, escuelas rurales, etc.).

El impacto de esta revolución satelital en Argentina no es menor. Con la 8º extensión geográfica a nivel mundial y muy baja densidad poblacional, una gran parte del territorio no es cubierta por la conectividad terrestre (cableada o inalámbrica). Y como consecuencia de una política restrictiva en cuanto al ingreso de nuevos operadores satelitales para favorecer a Arsat, la oferta de satélites GEO avanzados (HTS) no es muy abundante y mayormente está en manos de Orbith. Es por esto por lo que la llegada de Starlink ha despertado tanto interés por parte de consumidores y municipios.

Si a la operación de Starlink se le suman próximamente la de OneWeb y la de Kuiper, se configura un escenario interesante para la conectividad inmediata y a bajo costo inicial en zonas alejadas de las redes terrestres. Incluida la conectividad comunitaria. Este escenario lleva a preguntarse si no hay que revisar el plan de negocios del satélite Arsat SG-1 (que será un GEO HTS), concebido para un mercado mucho menos competitivo que el actual. También esta nueva oferta exigirá reconsiderar el aporte que la conectividad satelital moderna puede hacer para cerrar la brecha geográfica frente a costosas infraestructuras terrestres alternativas.

En definitiva, se está configurando un nuevo escenario que exigirá replanteos, no sólo de parte de la industria y de la demanda, sino también de los gobiernos.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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