Si bien su historia y presencia es de más larga data, la irrupción de la IA (inteligencia artificial) a partir del lanzamiento en noviembre de 2022 de ChatGPT, con la IA generativa, fue el punto de partida para una aceleración sin antecedentes en su adopción. Lógicamente, tendrá impacto en los más diversos aspectos de la vida cotidiana así como en el desarrollo de las organizaciones y en la aparición de novedosos servicios y procesos. Dentro de los rubros impactados, promete hacerlo de manera significativa en el de los smartphones.
Hay sin dudas un cambio de era a partir de la masificación de la IA que se ve reflejado claramente en las cotizaciones bursátiles. Así como durante años Apple fue la empresa de mayor capitalización de la mano principalmente de su exitosísimo iPhone, el crecimiento en la valuación de Nvidia que la catapultó como la empresa más valiosa del mundo es un signo claro de que la era tecnológica dominada por los smartphones cede paso ahora a la IA. El rey ha muerto, viva el rey.
No obstante, este avance de la IA tiene mucho por recorrer y con ello traerá cambios en su forma de ponerse a disposición. Algo ya se está dando con el inicio de la distribución de la capacidad de procesamiento que se ve con la llegada de smartphones con chips dedicados a la IA. Esto marca un cambio desde el modelo centralizado de una IA basada en la nube (como cuando nos conectamos a ChatGPT u otra plataforma) a uno con capacidad distribuida, donde esa IA local ofrecerá servicios más restringidos pero a su vez adaptados a las preferencias del usuario. En esta evolución se repite entonces la eterna tensión en materia de computación entre el modelo centralizado y el distribuido, con las ventajas y desventajas de cada uno.
La llegada de capacidad local de IA a los smartphones ya comenzó. Arrancó Samsung con su editor de imágenes, pero siguieron Apple sumándole capacidad de IA a sus modelos de alta gama o Google introduciendo una versión acotada de su IA (Gemini Nano) a su smartphone Pixel. Ya no se tratará de los asistentes actuales (como Siri o Alexa) que permiten interactuar con la voz pero obteniendo respuestas precodificadas o realizando una búsqueda en Internet convirtiendo la voz a texto y viceversa. Lógicamente, la difusión de la capacidad local de IA llevará un tiempo, el necesario para que se produzca un reemplazo de la base instalada. Pero a partir del año próximo seguramente se observe una aceleración en la inclusión de la IA en los smartphones, arrancando en la gama alta y luego permeando en las gamas más bajas, como sucede con todo adelanto tecnológico.
La disponibilidad de una IA light local acaba de arrancar y su impacto seguramente altere el concepto mismo de un smartphone en un plazo menor al lustro. Esto se deberá a que el mismo concepto de app pasará a ser obsoleto, al menos para cierto tipo de actividades, con agentes conversacionales intermediando entre el usuario y un sinfín de servicios. Un concepto presentado muy claramente por Humane pero que, fruto de una salida apurada con un dispositivo que era más una prueba de concepto que un producto terminado resultó decepcionante por su propia inmadurez, pero no por el concepto per se. Con la potencia y capacidad de un smartphone, más las mejoras en las redes, el modelo de Humane tendrá la oportunidad de crecer y desarrollarse.
Como todo cambio, no será inocuo. Así como la IA generativa amenaza al corazón de Google (el buscador) o a los medios y publicaciones diversas que alimentan (enseñan) a la IA, la inclusión de IA light en el mismo dispositivo y en la punta de los dedos también será un misil en la línea de flotación de la industria de las apps. Éstas serán sustituidas, al menos de manera parcial, por agentes conversacionales a los que se le den instrucciones genéricas. Tal sería el caso de solicitarle a la IA un pasaje a un destino específico en una fecha determinada basándose en viajes anteriores, preferencias en cuanto a horarios, tarifas, etc. Eso, por supuesto, si se la autorizó previamente a acceder a los historiales varios. Así, la IA local se interpondrá entre el usuario y un sinfín de servicios. Una suerte de ventanilla única frente al modelo de apps individuales.
Claro que el uso de IA local, acotada en sus funcionalidades, no prescindirá del acceso a mayor capacidad en la nube. Y esto pondrá entonces la lupa en las redes, más específicamente en su latencia. Un factor que no es tan relevante en la era de las búsquedas de texto pero que será determinantes en usos que requieran de video, imágenes o voz en ambos sentidos (upload y download). En este escenario, las redes 5G, particularmente en sus versiones más avanzadas, sí tendrán sentido para conectar smartphones (o cualquier dispositivo con acceso a IA que lo suceda), algo que en los últimos 5 años, desde el primer lanzamiento de una red 5G, no ha sido evidente.