Desde hace un tiempo ya, India se perfila como un jugador de peso creciente en la industria tecnológica. Y esto, en un mundo donde la geopolítica incide cada vez más en la tecnología, no es un dato soslayable.
La incursión de la India en el sector tecnológico se inició por el lado del software y los servicios, siendo durante años el mayor exponente del outsourcing global. Más cerca en el tiempo, en 2017, India marcó un cambio importante en su política tecnológica al comenzar a ensamblar dispositivos de Apple (arrancando con el iPhone SE). La movida está rindiendo frutos, con una producción creciente de iPhones que está reduciendo la dependencia de Apple respecto de China. Algunas estimaciones colocan en el 12% del volumen total de iPhones, cifra que proyectan alcanzaría al 21% en el 2025, incluyendo también modelos de gama alta. Pero más allá del iPhone, el gobierno indio ha impulsado la producción de smartphones a través de incentivos otorgados a empresas de electrónica nacionales desde 2020, por un monto de más de US$ 5.000 millones. Más tarde, en el 2021, India dejó en claro sus ambiciones de que la industria tecnológica ocupe un rol relevante en su crecimiento económico. Para ello, lanzó un programa por unos US$ 10.000 millones que permite a las empresas pedir un subsidio de hasta el 50% en proyectos de fabricación de chips.
Ahora India se prepara para dar un paso muy importante (y estratégico) con el anuncio de la colaboración con los EEUU en la construcción de la primera planta de fabricación de semiconductores del país asiático centrada en aplicaciones de defensa y seguridad nacional. Una decisión que implica todo un voto de confianza de los EEUU hacia India y marca su creciente importancia en el ecosistema de los semiconductores, no sólo como mercado, sino como centro tecnológico y de fabricación.
En un contexto donde EEUU aspira si no a eliminar al menos reducir considerablemente su dependencia de China en el abastecimiento de componentes y productos tecnológicos, India se presenta como un socio adecuado. Ambos países comparten el recelo hacia China (con movimientos de tropas en la frontera incluidos en el caso indio). Además es hoy el país más poblado del planeta (si bien su PBI per cápita es hoy 1/6 de el de China). Esto no sólo implica un mercado potencial inmenso, sino que también le da escala a la de por sí favorable proporción de trabajadores con competencias digitales, un insumo clave en la era moderna.
Lo concreto es que esta decisión es un paso más en una alianza que puede ser clave tanto desde una perspectiva geopolítica como tecnológica en los años por venir.