Siguiendo con el tema 5G, pero desde una perspectiva netamente local, todavía las definiciones respecto del anuncio del gobierno de poner en juego espectro para 5G brillan por su ausencia. No obstante, esto da lugar a conjeturas y especulaciones cuya solidez se irá viendo en la medida en que las definiciones comiencen a llegar.
Lo que se sabe por ahora es que se trata de dos lotes de espectro en la banda de 3,5 GHz que fueron parte de lo que se puso en juego a fines del mandato de la gestión presidencial anterior. Uno es el de 100 MHz que el Enacom asignó directa y gratuitamente a Arsat y que nunca quedó muy en claro con qué objetivo. Al menos, nunca se hizo manifiesto. El otro es de 50 MHz sobrante de uno de los lotes de 100 MHz previstos para los operadores de red actuales. De ese lote, Telefónica sólo ofertó por la mitad, con lo cual quedaron 50 MHz sin asignar.
Partiendo de la premisa de que no hay posibilidad de usar el espectro para dar servicios si no se dispone de una red, lo natural sería que este espectro sea puesto a disposición de los OMR actuales (Claro, Movistar y Personal). No obstante, no parece ser un gran momento para hacerlo bajo el modelo de subasta con ofertas económicas. Hay que tener en cuenta que la subasta anterior fue realizada hace menos de un año. Considerando los tiempos de despliegue (con exigencias muy bajas para el primer año) y la todavía baja penetración de dispositivos 5G, ese espectro está prácticamente sin uso. Adicionalmente, la tecnología 5G está en deuda con la industria en relación a la generación de ingresos adicionales que justifiquen las inversiones, no sólo aquellas en espectro sino también en la necesaria actualización de la infraestructura de red. Estos factores indican que cualquier inversión en espectro adicional al existente tendrá un recupero en un plazo bastante extenso. El escenario permite especular (si se aplica la lógica, cosa que no siempre sucede) que la forma más viable de darle uso a ese espectro es a través de su atribución a cambio no ya de dinero contante y sonante sino de obligaciones, en un modelo a la brasilera.
Algunos se entusiasmaron con la idea de que este espectro podría servir para habilitar un 4º operador, sea a nivel nacional, regional o local. Claro que el espectro es un activo necesario pero no suficiente para dar servicio. Representa apenas una pequeña fracción del costo de desplegar una red (menor al 10% del total), por lo que cualquier nuevo operador debería alcanzar un acuerdo de compartición de infraestructura con algunos de los OMR vigentes. Tal el caso actualmente de Imowi con Movistar.
Otros fueron más allá, imaginando una alianza con Starlink basada en la proximidad ideológica de Elon Musk con el gobierno y considerando su interés por dar servicios D2D (Direct to Device), es decir conectividad directa al satélite. Sin ánimo de pinchar globos, esta tecnología todavía está en pañales, y más aún en las frecuencias en cuestión. Dar servicios en forma directa con espectro propio, además de los desafíos técnicos, requerirían de un desarrollo comercial que no se justifica teniendo en cuenta el reducido mercado potencial. Distinto es el caso si acordara con alguno de los OMR para que éstos completasen su cobertura actual, tal como está comenzando a hacerlo en los EEUU.
Pensando en un entrante, un factor no menor es el hecho de que un nuevo operador que cuente sólo con espectro para 5G se vería muy limitado en términos técnicos. Principalmente, porque con 5G no se pueden establecer comunicaciones de voz convencionales, que en la actualidad son cursadas por redes 2G y 3G o por 4G si es vía VoLTE. Mucho menos, el uso de SMS. Así, un nuevo operador sólo podría ofrecer servicios de datos. Otra limitante, claro está, es la baja penetración de smartphones 5G.
Especulaciones al margen, el asunto del espectro para 5G tiene por ahora más preguntas que certezas. Habrá que esperar a mayores definiciones por parte del gobierno.