Hace unos 30 años atrás, Telefónica hizo historia con un comercial en el cual mostraba la llegada de la telefonía (fija) a una alejada localidad de la provincia de Rio Negro, en la Patagonia. Era claramente un logro que servía para mostrar las bondades de la privatización de Entel. Hoy, décadas después, estamos en los albores de una nueva era, en el que la falta de cobertura pasará a ser cosa del pasado. Esto es gracias a la revolución satelital de los últimos tiempos que, basada en la existencia de constelaciones de satélites de baja altura, está alterando no sólo el panorama de la conectividad fija sino que también promete hacerlo con la móvil. El premio no es menor: eliminar los vacíos de cobertura de las redes móviles terrestres. Esto da lugar a lo que se ha bautizado como redes no terrestres o NTN (Non Terrestrial Networks) que apuntan a ser una realidad cotidiana en no más de 2 años.
A diferencia del GPS, que está presente en casi todos los dispositivos celulares hoy en día pero que es unidireccional, la llegada de la conectividad directa al celular permite no sólo recibir datos, sino también enviarlos por satélite, permitiendo una conectividad bidireccional completa. Esto significa que los operadores de telefonía móvil podrán extender la cobertura de sus redes actuales con satélites de forma que se eliminen todas las “lagunas” existentes. Todo esto es posible por la llegada de nuevas normas de la industria (específicamente el Release 17 del 3GPP) que amplían los protocolos celulares estándar a las NTN. De este modo, todos los teléfonos inteligentes, wearables, sensores, etc., fabricados con chips que utilicen esta nueva norma, podrán soportar la conectividad por satélite.
Actualmente, conviven dos aproximaciones al mercado de la NTN. Una opera con espectro compartido, es decir, aquél que los operadores móviles utilizan en sus redes terrestres. En este caso, el satélite se comporta como una radiobase más de la red del operador móvil que da el servicio. Para poder operar entonces, deben llegar a acuerdos individuales con cada operador móvil que quiera proveer el servicio para que éste comparta el uso de su espectro. En este caso, al usar la banda del operador móvil, los dispositivos (smartphones u otros) son totalmente estándar. Es decir, cualquier smartphone actual podría conectarse. Una gran ventaja. Es el modelo detrás de Starlink, Lynk Global y AST SpaceMobile. De hecho, Starlink ya recibió la aprobación de la FCC para ofrecer conectividad directa al celular (D2C) en asociación con T-Mobile en los EEUU.
El otro modelo utiliza espectro propio del operador satelital, operando en la banda L (1 a 2 GHz) y la banda S (2 a 4 GHz). Este tiene la ventaja de eliminar los problemas de coordinación transfronteriza del espectro, favoreciendo la disponibilidad del servicio aún fuera de la zona de influencia del operador móvil principal del usuario. Sin embargo, al no utilizar bandas que sean estándar para la industria móvil, el servicio requiere de terminales (smartphones u otros) que sean compatibles con esas frecuencias. Tal es el caso del iPhone a partir del modelo 14, operando con la constelación de Globalstar (en la cual, invirtió fuertemente). Esto es algo que cambiará en los próximos años, en la medida en que los nuevos equipos sean también compatibles con estas bandas (incluidas en el Release 17). Pero se trata de un recambio que llevará un tiempo y que, presumiblemente, comenzará por las gamas altas.
En esta etapa inicial, lo que se ha destacado, tanto en una como en otra tecnología es su uso para emergencias, basándose en el envío y recepción de mensajes de texto (no así voz o aplicaciones más demandantes en cuanto a tráfico de datos). No obstante, es suficiente para la conectividad directa al satélite de otros dispositivos, con el foco puesto en el IoT. Esto impactará en áreas como la seguridad personal, situaciones de catástrofe, automóviles, cadenas de suministros, actividades marítimas, agrícolas, mineras, energéticas así como defensa y seguridad. Representan mercados más grandes y atractivos que el enfoque inicial asociado al uso en situaciones puntuales de emergencia que no justificarían económicamente los despliegues satelitales necesarios.
Con este escenario, la decisión de Apple de apostar a la conectividad satelital a través de Globalstar puede dar lugar a dos escenarios no excluyentes entre sí. Por un lado, potenciar el atractivo de sus iPhone, garantizando cobertura global, independientemente de la celco contratada. Pero esto sería un beneficio atractivo para muy pocos y en situaciones extraordinarias. Sin embargo, no habría que descartar que pudiera formar parte de un servicio (abono) del estilo “Apple Prime”, que incluya distintos beneficios, entre los cuales esté esta posibilidad de mensajería de emergencia (al estilo de Amazon Prime que incluye servicios tan distintos como delivery, descuentos, videos, música, libros, etc., en un único abono). En definitiva, ofrecerlo dentro de un paquete de servicios que, fiel a su tradición, serán por fuera del operador. El otro escenario es que amplíe su oferta de productos IoT cuya conectividad no dependa de un operador móvil.
Para los operadores móviles, los distintos modelos de NTN no son indiferentes. En el caso de el de uso compartido del espectro, el operador satelital actúa como una infraestructura compartida utilizando su espectro de terceros. En el caso de los satélites operando con espectro propio, es una situación asimilable al roaming.
Si bien todavía falta madurez tecnológica para poder utilizar un smartphone de la misma forma en una red terrestre que en una satelital (principalmente en lo que hace a banda ancha como navegación o streaming), las capacidades actuales darán lugar al desarrollo de diversas aplicaciones que aprovecharán la conectividad directa en áreas no cubiertas. Todo lo visto hasta ahora será prehistoria.