El fin de una era

Desde 2019 se sabía que Telefónica tenía intención de desprenderse de sus activos en Hispanoamérica, incluyendo su operación en Argentina. En el interín pasó la pandemia, el DNU 690 y un escenario macroeconómico muy complejo. Como resultado, no hubo ofertas o las que hubo fueron poco serias. El contexto fue cambiando y por eso no llamó la atención cuando, a mediados de enero pasado, comenzaron a trascender noticias vinculadas al avance del proceso de venta. Lo que sí resultó sorpresivo fue el anuncio el lunes 24 de febrero de la venta de la operación de Telefónica en Argentina a Telecom.

La venta se cerró por US$ 1.245 M por el total de las acciones, monto que representó alrededor de un 25% más de la cifra que se barajaba en los medios. Como consecuencia, las participaciones de mercado combinadas de ambas empresas son: 61% en telefonía móvil, 47% en banda ancha, 40% en TV paga y 79% en telefonía fija.

Si bien resta ahora la intervención del gobierno vía el Ente Nacional de las Comunicaciones (Enacom) y de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que es ex post, la operación es irreversible. Telefónica anunció a sus inversores que la operación se firmó y se cerró el mismo 24/2. El dinero ya está cobrado y las acciones transferidas. Por lo tanto, no hay forma de volver al 23/2. Queda entonces en manos de Telecom asumir cualquier medida que los reguladores impongan en términos de concentración de mercado y de espectro. Se abre un nuevo escenario.

Extracto de la presentación de resultados de Telefónica el 27/2/2025

Lógicamente, el gobierno estaba al tanto de la operación ya que posee 11,42% de las acciones de Telecom a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social). Y un accionista con semejante participación no desconoce que la empresa está por ofertar la suma en cuestión. De hecho, el viernes anterior al cierre de la operación, el Enacom había posteado en X al respecto, aunque sin hacer nombres. Conviene recordar que el actual Secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología, Darío Genua, fue director de Telecom en representación del ANSES durante la gestión de Mauricio Macri. Con lo cual, sabe cómo funciona la cosa.

Impacto regulatorio

Ahora se espera la intervención de Enacom y CNDC, no para aprobar o rechazar la operación sino para establecer los remedios que consideren necesarios ante la superación del límite de espectro (Enacom) resultante de la combinación de lo asignado a Telecom y a Telefónica, así como la concentración de clientes en los distintos servicios y la situación competitiva de la oferta (CNDC).

El Enacom intervendrá principalmente por el tema espectro, ya que es el responsable de su administración. La fusión de Movistar y Personal hace que se exceda ampliamente el límite de espectro para los servicios de 2, 3 y 4G. No así en el caso del espectro para 5G. Esto implica que podría haber algún tipo de devolución. A partir de ahí, el Enacom deberá resolver cómo pone en juego ese espectro, ya que en principio, ni Telecom ni Claro podrán utilizarlo por estar al límite de lo permitido.

Pero parece muy difícil que pueda surgir un nuevo operador móvil de relevancia utilizando el espectro eventualmente devuelto. Es complejo justificar la cuantiosa inversión que implica en tiempo y dinero desarrollar una nueva red para ingresar a un mercado maduro, con penetración de líneas en la población de más del 100%, donde ganar participación de mercado sólo es posible a través de una guerra de precios que terminaría desangrando al entrante. El del espectro es sin dudas un panorama desafiante para el regulador.

La CNDC deberá opinar sobre el tema concentración, siendo distintas las situaciones según los servicios. Pero aquí, el tema es mucho más complejo que sumar cantidad de abonados de ambas empresas y dividirla por el total del mercado. Particularmente en el caso de los servicios fijos (banda ancha, telefonía y TV paga), la participación de mercado no refleja la concentración ya que está limitada por la cobertura de la red. La concentración en los servicios fijos (banda ancha, telefonía fija y TV paga) no debe considerarse sobre el total de clientes ya que las áreas cubiertas por las redes mayormente no se superponen tanto en términos geográficos, aunque sí en diversas áreas urbanas, como en algunos sectores del AMBA. Cuando no hay superposición, la operación no cambia la situación del consumidor, ya que la oferta de red sigue siendo la misma, ni más, ni menos (aunque cambie de nombre el proveedor).

Esto es muy claro en el caso de la telefonía fija, donde el 79% de participación de la empresa combinada no refleja una mayor concentración que la existente con las dos empresas/redes funcionando por separado porque prácticamente no hay superposición a nivel residencial. Sí puede ocurrir en el segmento corporativo, especialmente en grandes empresas, aunque aquí hay varios jugadores adicionales ofreciendo servicios.

En el caso de banda ancha y TV hay algo más de superposición, especialmente en el caso de la red HFC de la ex Cablevisión-Fibertel cubriendo zonas donde históricamente operaba Telefónica. Si en esas zonas Telefónica todavía sigue operando con ADSL, probablemente el impacto sea nulo. Si lo hace con fibra, lo más probable es que sea con una red arrendada, con lo cual si no hay un ISP alternativo dando servicios, otros podrían sumarse fácilmente. Por otro lado, no hay que dejar de considerar la presencia de Starlink. Aunque cubre todo el país, con alto impacto en áreas rurales, también lo tiene en áreas suburbanas, especialmente aquellas donde las redes de banda ancha fija son de baja calidad/capacidad. Adicionalmente, a Starlink se le sumará Kuiper (vía DirecTV), que ofrecerá un servicio de similares características hacia fines de año o más probablemente el año próximo. Por todo esto, mayormente la desaparición de Telefónica no dejaría a los consumidores sin alternativas a Telecom, sin importar de dónde se trate.

Por el lado de la TV paga, la participación total sería del 40%, aunque alrededor de un 90% de los clientes ya lo eran de Telecom. A esto hay que sumarle que es un negocio que, aunque todavía lentamente, se está achicando, no creciendo, principalmente de la mano del streaming y de los nuevos hábitos de consumo audiovisual OTT. Por lo tanto, se trata de un servicio donde no parece que hubiera un impacto competitivo significativo.

Es en los servicios móviles donde el panorama se presenta más complejo. La empresa combinada alcanza al 61% del mercado y Claro el 39% restante, con redes que (al menos en teoría) se superponen totalmente ya que ambas tienen cobertura nacional. ¿Qué puede hacer la CNDC? ¿Decirle a Telecom que se desprenda del 11% para quedar 50-50 con Claro? Habría que ver qué opinan los clientes en cuestión. Adicionalmente, hay que tener presente que en el caso de las móviles, el cambio de proveedor es más viable porque no hay las mismas limitaciones de una red física. A esto se suma que la portabilidad numérica facilita el cambio de operador. Eventualmente, los clientes de Movistar que se sientan insatisfechos con la situación podrán migrar a Claro de motu proprio, sin necesidad de que nadie los obligue.

Un nuevo escenario

La operación se da en un contexto latinoamericano donde la tendencia es a la concentración, con dos operadores fuertes (a veces uno) y un tercero y/o cuarto en una posición débil. En México, Telcel (América Móvil) tiene un 59% de share, con tanto AT&T como Movistar bien por debajo del 20% cada una, pero además con Movistar en retirada y rumores de que AT&T seguiría el mismo camino. En Colombia, domina Claro con el 45% y el segundo, Tigo (23%), y tercero, Movistar (17%) en proceso de fusión, y Wom (8%) que acaba de ser vendida. En Chile, si bien la distribución de la participación es bastante homogénea entre sus cuatro operadores (en el rango del 20 al 32% según el caso), dos de éstos están en retirada: Telefónica dentro de su plan para Hispanoamérica y Wom en convocatoria de acreedores. En Uruguay, la estatal Antel domina el mercado con el 49%, seguido de Movistar (29% y en retirada) y Claro (22%). Se podrá decir que en todos los casos aparece Telefónica haciendo las valijas. Pero que luego de 5 años recién haya podido vender una operación de cierta envergadura es un indicador de que no abundan compradores dispuestos a pagar un precio razonable para actuar en Hispanoamérica.

Parte de los problemas para operar cuando no se tiene una participación de mercado significativa está en que el ARPU (ingreso promedio por usuario) en Latinoamérica es muy bajo, de entre US$ 4 y 8 según los países (8 en Chile, 7 en México, 5 en Brasil, 5 en Argentina, 4 en Colombia), frente a un ARPU de US$ 50 en los EEUU. Esto hace que, si las economías de escala no acompañan, el negocio sea más complicado. No en vano las últimas subastas de espectro se hicieron por precios más bajos o quedaron con lotes sin asignar.

El contexto regional plantea lo que podría ser una nueva etapa en el mercado de las telecomunicaciones, particularmente en las móviles. Mercados maduros, de bajo crecimiento y con ingresos bajos pero con necesidades continuas de actualización tecnológica impactan en el necesario equilibrio entre competencia e inversión. Se trata de un escenario que exige ser evaluado por las autoridades gubernamentales para determinar la necesidad de adaptar la regulación. Por lo pronto está el antecedente de lo que viene sucediendo en Europa, donde una regulación anti-concentración afectó negativamente el desarrollo de la infraestructura (algo bien descripto en su momento en el informe Draghi en relación con la UE). Distintos escenarios requieren de distintas respuestas, poniendo a prueba los conocimientos, capacidades y creatividad de los funcionarios de Enacom y de la CNDC para que un eventual remedio no termine siendo un veneno.

Dato final y de color. Con la salida de Telefónica de Argentina, ya no queda en el país ningún actor telco de las privatizaciones de los 90. Primero fue France Telecom en el 2003. Luego siguió Telecom Italia (2009). Con la partida de Telefónica, se cerró definitivamente una etapa en la historia de las telecomunicaciones argentinas.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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