
El gobierno anunció esta semanas medidas fiscales que impactan en el mercado de electrónicos, específicamente aquellos producidos en la provincia de Tierra del Fuego. En el caso de las telecomunicaciones, afectan a los costos de adquirir un celular en el país, quizás no en la magnitud declarada por el gobierno, pero que sin dudas son medidas en la dirección correcta. Básicamente, los anuncios tienen que ver con dos medidas fiscales: la reducción o eliminación de los Impuestos Internos (II) y la eliminación, por etapas, de los aranceles a la importación. Sin embargo, no se alteró el régimen de beneficios para la producción en la isla.
Los impuestos internos son tributos que gravan la comercialización de determinados bienes y servicios dentro del país. Están regulados principalmente por la Ley de Impuestos Internos (Ley 24.674). Históricamente, muchos de estos impuestos han estado dirigidos a bienes considerados de lujo o no esenciales (también llamados “suntuarios”) tales como: automóviles de alta gama, embarcaciones y aeronaves particulares, bebidas alcohólicas y tabaco, perfumes, artículos electrónicos de lujo, entre otros. En estos casos, el objetivo del impuesto no es solo recaudatorio, sino también disuasorio, desalentando el consumo de ciertos bienes considerados innecesarios o perjudiciales (como el tabaco o el alcohol). Está claro que, con una penetración superior al 100%, los celulares no responden a un consumo de alto poder adquisitivo. Quizás sí lo consideren un consumo perjudicial… Pero la sensación es que se trata de la aplicación de un impuesto caprichoso y fuera de época.
La modificación de la tasa de impuestos internos para los celulares sigue manteniendo un trato asimétrico y preferencial hacia la producción de la isla. En el caso de los importados, la reducción de la tasa es del 19% al 9,5% (rebaja del 50%), mientras que para los producidos en Tierra del Fuego la reducción va del 9,5% al 0% (rebaja del 100%). Lógicamente, la decisión tiene un costo fiscal como consecuencia de lo que el Estado dejará de percibir, pero podrá ser compensada parcialmente por el aumento de la recaudación por IVA y otros tributos si crecen las ventas totales.
En el caso de los aranceles a la importación (tema tan en boga en las últimas semanas a nivel global), la reducción se hará en dos etapas hasta llegar al arancel 0. La primera, que arranca esta semana, es la que va del 16% al 8%. La segunda se dará en enero del 2026, donde llegará al 0%. Esta disminución del arancel afecta únicamente a los bienes importados, ya que el régimen de Tierra del Fuego exceptúa del pago de aranceles en la compra de los kits para el ensamble. Sin embargo, elimina la ventaja que representa la exención a la producción de la isla. De este modo, la producción de Tierra del Fuego deberá competir contra productos importados que bajarán de precio.
No obstante, el régimen de Tierra del Fuego se mantiene. Las medidas anunciadas no lo alteran en particular, ya que sigue manteniendo sus beneficios fiscales: exención del Impuesto a las Ganancias, exención del Impuesto al Valor Agregado (IVA), exención de derechos de importación y exportación, exención o reducción en el pago de impuestos internos y exención de otros impuestos nacionales que pudieran crearse en el futuro. Además, sigue manteniendo una tasa de impuestos internos diferencial a su favor.
Por otra parte, las ventajas de la reducción impositiva impactan directamente en el consumidor que tendrá acceso a bienes más baratos. También beneficia a los operadores móviles porque, de producirse la baja del costo de los celulares, se podrá acelerar la migración de terminales a 5G y así llevar más tráfico a una red más moderna y de mejores prestaciones cuya capacidad actualmente está bastante ociosa, al tiempo que liberará capacidad en 4G y anteriores. Por el lado del Estado, si bien resigna recursos por eliminación de aranceles y disminución de la tasa de impuesto internos, también esperan una mayor recaudación por el IVA a los productos importados así como por los gravámenes que generará la mayor actividad en la distribución y la comercialización local de productos importados. No obstante, la baja del precio de los productos estimada por el gobierno, y que sitúa en alrededor del 30%, parece optimista. Hay que considerar que también entran en juego otros costos (fiscales, logísticos, comerciales) que todavía agregan “costo argentino” y que impactan a la mayoría de los sectores productivos del país.
En definitiva, toda reducción de cargas tributarias es más que bienvenida. Si esto pone en peligro de viabilidad de Tierra del Fuego significa que a pesar de las décadas que lleva el régimen, no llegó a desarrollar una industria competitiva sino amparada por ventajas fiscales (siempre) y también cambiarias (según los momentos). Tierra del Fuego debe encarar seria y aceleradamente un plan de desarrollo económico alternativo, basado en sus ventajas naturales y no vía un sostén artificial que una vez quitado se derrumba todo. Es como un niño que aprende a caminar con andador. En algún momento hay que quitarlo.