Sale Telefónica, entra Millicom

Desde que Telefónica comenzó a ejecutar su estrategia de salida en Hispanoamérica, fueron varios los nombres que aparecieron como compradores de sus distintas operaciones. Pero entre ellos, hay uno que se repite: Millicom. La empresa, cuyo foco de operaciones se ha circunscripto a Latinoamérica (tras abandonar África), acordó con Telefónica la adquisición de operaciones en distintos países de la región, posicionándose así como su heredera natural. Un movimiento que despierta inquietudes que sólo el tiempo irá despejando.

Millicom comenzó a operar en Latinoamérica y el Caribe en 1990, introduciendo conectividad fija y móvil en la región. Sin embargo, no fue hasta finales de la década de 2010 que comenzó a pivotar decididamente de África hacia Latinoamérica, intensificando la compra de operaciones móviles y de banda ancha en varios países. Para entonces, mayormente bajo la marca Tigo, ya operaba en Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá y Paraguay. El puntapié inicial de esta nueva etapa fue la compra de las operaciones de Telefónica en Panamá y Nicaragua en 2019. También se acordó la adquisición en Costa Rica, pero la aprobación regulatoria nunca llegó. Más cerca en el tiempo, la retirada de Telefónica le sumó a Millicom operaciones —aún en proceso de aprobación— en Colombia, Uruguay y Ecuador. Así, en los últimos seis años, Millicom acordó compras a Telefónica en Hispanoamérica por más de US$ 3.500 millones. Lo que se dice, un buen cliente para los españoles.

A pesar de esto, hubo dos operaciones que Telefónica vendió recientemente y por las que Millicom no pareció mostrar interés: Perú y Argentina. En el caso de Perú, se trataba de una operación muy comprometida, con un altísimo nivel de deuda. Esto la volvía candidata natural para ser adquirida por un fondo de inversión enfocado en reestructuración e ingeniería financiera, más que para un operador tradicional.

Distinto fue el caso de Argentina. Si bien la operación no era descollante, estaba ordenada. Aquí pesó más el contexto país. Algo que se infiere de las declaraciones de los ejecutivos de Millicom en sus comunicados de prensa al anunciar las compras de Uruguay y Ecuador, donde se menciona específicamente el entorno de los países en los que operan.

En el caso de Uruguay, el CEO habló de “un país con fundamentos económicos sólidos y una agenda digital orientada al futuro”, destacando además que se trata de una economía investment grade. En el de Ecuador, su CFO señaló que “ofrece un mercado digital dinámico y en crecimiento, dentro de una economía estable y dolarizada, lo que lo convierte en un encaje natural para la estrategia de Millicom”.

Un escenario aún muy distinto al de Argentina, donde parece haber más optimismo entre inversores locales que entre los internacionales, que se muestran más cautelosos. Esto se refleja en indicadores como el riesgo país o la reciente decisión del MSCI de no reclasificar a Argentina fuera de la zona de alto riesgo, condición necesaria para aspirar a volver a la categoría de “mercado emergente”. Una señal clara de que, si bien se avanza en la dirección correcta, todavía queda mucho por demostrar. Argentina sigue siendo esa vaca que el inversor internacional clásico (no el especulativo) ve y llora. No se trata del inversor internacional que compra bonos para financiar al Estado, sino del que debe inmovilizar capital en infraestructura. No por nada, los interesados en comprar las operaciones de Telefónica en Argentina fueron todos grupos locales. En otro contexto, probablemente Millicom hubiera estado interesada.

Por supuesto, puede haber tantas miradas como observadores. Pero no deja de llamar la atención que, mientras el CEO de Millicom habla de “confianza a largo plazo” en la región, se refiera a una que Telefónica considera mayormente inviable. Los próximos años revelarán si Hispanoamérica es realmente tan inviable como plantea Telefónica, o si simplemente no supo, no pudo o no quiso hacerla más viable.

Por lo pronto, el escenario hispanoamericano se está reconfigurando con dos grandes actores regionales. Por un lado, Claro, el peso pesado dominante. Por el otro, Millicom, la estrella ascendente, con operaciones en Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Paraguay, a las que sumará Ecuador y Uruguay. Tampoco habría que descartar que se sume Chile, donde Telefónica ya encargó su venta. Más difícil parece que se interese por las operaciones del grupo español en Venezuela (por un contexto poco atractivo) o México (donde prácticamente opera como un OMV). Luego quedarán actores locales, de mayor o menor envergadura, en cada país. Pero, a nivel regional, la disputa sigue siendo cosa de dos. Sólo que ahora, cambió uno de los nombres.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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