
Aunque el gobierno disolvió el Fondo Fiduciario del Servicio Universal, los operadores siguen obligados a depositar el 1% de su facturación para financiar el recientemente creado “Plan Nacional de Infraestructura Crítica de Comunicaciones”. Como parte de este, durante la semana se publicó la resolución 951/2025, que aprueba el programa “Red Mayorista Neutral”. Una idea con buenas intenciones, pero que deja muchas dudas respecto de su efectividad.
Como su nombre lo indica, el objetivo es facilitar el despliegue de una Red Mayorista Neutral, así como el acceso a la conectividad mediante tecnología 5G, apuntando a zonas desatendidas o con infraestructura limitada. Se entiende por red neutral a una que no pertenece ni es de uso exclusivo de un proveedor determinado. Para lograrla, se propone “el financiamiento y/o entrega de equipamiento de red y/o software” (¿el Enacom podría ser quien compre hardware y/o software?). Los destinatarios serían licenciatarios de servicios TIC, tanto quienes estén registrados para ofrecer servicios móviles como ISP. No se trata de servicios móviles sino fijos, a través de la tecnología 5G FWA (Fixed Wireless Access o acceso fijo inalámbrico). Para ser elegibles, los destinatarios deben acreditar haber prestado efectivamente servicios durante los últimos dos años.
La resolución no indica cuál será el espectro que se utilizará para estos fines, aunque todo hace pensar que sería aquel que se asignó a Arsat al momento de la subasta a través de la cual accedieron al mismo Claro, Movistar y Personal. Arsat cuenta con 100 MHz, y también hay 50 MHz no asignados, pertenecientes originalmente al lote de 100 MHz del cual Movistar sólo ofertó por la mitad. Es decir, un total de 150 MHz disponibles. Tampoco aclara quién administraría o supervisaría esta red: ¿Arsat? ¿Un consorcio de ISP? ¿Una empresa pública o privada? Esto es relevante si se trata de una red de uso compartido y “neutral”.
Por otra parte, los destinos posibles de los fondos son múltiples:
- Despliegue, extensión, ampliación o adecuación de tramos de la REFEFO u otras redes mayoristas, siempre que se destinen al soporte de tráfico para redes móviles 5G o para redes de última milla en zonas desatendidas o de baja densidad.
- Instalación o modernización de nodos de red y equipamiento de “core” que integren el ecosistema de una red mayorista neutral apta para servicios 5G y de acceso fijo inalámbrico (FWA).
- Adquisición e instalación de equipamiento activo y pasivo destinado a esquemas de uso compartido (RAN sharing), incluyendo antenas, radios, unidades de banda base y energía.
- Financiación de infraestructura y dispositivos para el acceso fijo mediante tecnología 5G, incluyendo equipos de “core”, routers, terminales “CPE” (Customer Premises Equipment o equipamiento en casa de cliente), antenas receptoras y diversos otros equipamientos en las instalaciones del cliente.
- Interconexión de redes de pequeños operadores TIC (cooperativas, MiPyMEs) a redes mayoristas troncales, públicas o privadas, mediante soluciones compatibles con la neutralidad, interoperabilidad y eficiencia en el uso del espectro.
Para todos estos usos, el programa destinará —atención— hasta $60.000.000.000, equivalente a unos US$ 47 millones al tipo de cambio actual. Evidentemente, una suma modesta para un destino tan ambicioso. Para tener idea de proporciones: una radiobase 5G tiene un costo de puesta en marcha de entre US$ 100.000 y 200.000, dependiendo de diversos factores. A ello hay que sumarle no sólo el equipamiento en casa del cliente o CPE (de aproximadamente US$ 100), sino también la conectividad de esta, amén de sus gastos operativos. Pero además, todas estas radiobases deben estar conectadas a un core.
El core de una red móvil es el centro de control que hace posible que un celular o un equipo en casa del cliente (CPE) funcione. Identifica al cliente, enruta las comunicaciones, gestiona los servicios, maneja la facturación y conecta con otras redes. En otras palabras, es la parte más “inteligente” de la red móvil, ubicada en centros de datos seguros. Sin él, tanto el celular como el CPE serían apenas dispositivos que pueden conectarse a las antenas, pero que no podrían hacer nada útil. Un core de red móvil tiene un costo que puede superar ampliamente la decena de millones de dólares, en función de sus capacidades. Los actuales operadores móviles de red (los OMR, a diferencia de los OMV) lógicamente disponen de uno, pero todo ISP que quisiera desplegar radiobases 5G debería contar con uno, aunque sea compartido con el resto de los ISP beneficiados por este plan. Además de tener acceso a infraestructura de fibra que conecte las radiobases al core (no olvidar que se apunta a zonas desatendidas o con infraestructura limitada) y licencias de software. Los ítems se suman, y esos US$ 47 millones parecen estar lejos de ser suficientes para desplegar una red neutral.
Por otra parte, hay que tener presente que la tecnología 5G FWA, con todas sus prestaciones, es una solución de transición hasta que se llegue al despliegue de fibra al hogar. Es muy utilizada en los EE. UU., pero hasta T-Mobile, uno de sus principales impulsores, está desplegando fibra en zonas que inicialmente atendió con 5G FWA. Es que, a partir de cierto punto, conviene desplegar fibra, cuyos costos descienden más rápido que los del 5G FWA.
Todo esto hace pensar que la tecnología 5G FWA no es la más apropiada si se trata de llevar conectividad a zonas desatendidas o pobremente atendidas, lo que lógicamente correlaciona con una baja densidad poblacional que atenta contra las escalas necesarias para hacerlo de forma eficiente y sustentable. Al menos, no es la más apropiada para ser utilizada por ISPs que no son operadores móviles con red (que cuentan con core, infraestructura de fibra, licencias, know how, etc.).
Se trata entonces de zonas que podrían ser atendidas con tecnología satelital. Una conectividad que puede habilitarse en forma más económica e inmediata a través de las redes LEO (hoy Starlink y OneWeb, en breve también Amazon Kuiper). También por satélites GEO HTS (de alta capacidad), que ya operan sobre el territorio nacional y que, ante la competencia desatada, han reducido sustancialmente sus precios en el último año y medio. Algunos, como en el caso de Hughes, tienen experiencia en el despliegue de WiFi comunitarios conectados satelitalmente, que facilitan el acceso a los servicios TIC en edificios públicos, instituciones públicas o privadas, bibliotecas, centros sanitarios y otros, brindando servicios de carácter social en zonas sin cobertura de red fija o móvil. Hay que considerar que si se trata de zonas mal conectadas, tampoco su población tendrá muchas computadoras para conectarse, aunque quizás sí un celular.
Como reza el dicho: lo mejor es enemigo de lo bueno. Una red neutral 5G FWA se ve muy bien en los papeles, pero no es, quizás, la forma más eficiente de resolver los problemas de conectividad en zonas actualmente desatendidas.