Cielo sin nubes

El lunes pasado, Argentina experimentó un apagón digital parcial: servicios como Mercado Pago, SUBE, varias billeteras virtuales y hasta algunas apps bancarias dejaron de funcionar. Rápidamente se supo que el origen de esta disrupción no era local: un incidente en Amazon Web Services (AWS) en Virginia, EEUU, afectó globalmente servicios de todo tipo durante varias horas, dejando expuestas algunas verdades incómodas sobre nuestra infraestructura digital.

Si bien se suele hablar de “la nube” como si fuera una entidad etérea e infalible, la realidad es mucho más terrenal. La nube no es otra cosa que múltiples servidores alojados en algún lugar del mundo que no necesariamente es allí donde prestan servicio. Por lo tanto, están sometidos a potenciales problemas como cualquier computadora conectada. Y el hecho de que esta infraestructura física esté concentrada en unos pocos proveedores y puntos geográficos hace que las consecuencias de cualquier falla tengan repercusiones globales. Solo tres empresas —AWS, Google y Microsoft— controlan el 70% del mercado mundial de computación en la nube. En el caso de AWS, el principal proveedor, le genera a Amazon alrededor de la mitad de sus ingresos operativos. Unos 76 millones de sitios web dependen de su infraestructura.

Más allá de la concentración global de esta infraestructura clave del universo digital, el evento de esta semana echa luz sobre la brecha de responsabilidad entre los gigantes de la nube globales y los proveedores de servicios tradicionales locales. A las compañías de telecomunicaciones se les exigen obligaciones de confiabilidad, continuidad del servicio y contribución al servicio universal. Mientras, hiperescaladores como AWS no tienen ninguna de estas obligaciones legales, si bien su infraestructura es igualmente esencial. Una situación que evidencia, una vez más, la disparidad regulatoria entre prestadores locales y globales y que todavía está lejos de resolverse, tal como sucede con distintos OTT (ej. WhatsApp vs telefónicas, Netflix y otros frente a proveedores de TV paga). En el caso de servicios en la nube, aspectos como redundancia y/o diversificación deberían ser parte de la discusión.

En definitiva, este evento no es sólo una anécdota técnica. Es una advertencia sobre la estructura misma de un mundo que, cuando falla, nos condena a la parálisis digital. Quizás, así como se discute el futuro de la infraestructura digital, habría que prestarlo algo más de atención a sus cimientos.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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