No siempre se necesita una invención disruptiva para que una tecnología se convierta en un fenómeno de mercado. A veces “sólo” se necesita una killer app que le dé un propósito masivo y cotidiano. Esto es lo que está pasando con NFC (Near Field Communication), una tecnología de transmisión inalámbrica por proximidad que permaneció latente por más de 15 años pero que ahora parece haber encontrado definitivamente su destino. De una función ignorada a una característica imprescindible.
NFC en el celular no es una tecnología nueva. El primer modelo en incluirla fue lanzado en 2007. O sea, 18 años atrás. Sin embargo, durante más de una década, permaneció en las sombras para el consumidor promedio, una demanda latente sin un catalizador. Así, era una característica sin valor perceptible para el usuario y, por lo tanto, muchos modelos evitaban incluirla.
En el caso del mercado argentino, el punto de inflexión se dio un año atrás, cuando se lanzó la SUBE Digital, que permitía pagos en colectivos con el celular vía NFC. Esta funcionalidad se extendió al Subte de Buenos Aires y fue expandiéndose como forma de pago a más ciudades, habilitándose también en distintos POS (terminales de punto de venta) en todo tipo de comercio. Para dimensionar el cambio, en los primeros 9 meses, unos 18 M de viajes en transporte público urbano fueron pagados con un celular (o, en mucha menor medida, un smartwatch) con NFC, según se desprende de un informe de PayWay.
Aquí jugaron dos factores. El primero fue la utilidad práctica que le otorgó el transporte público. Pero fue acelerado por un segundo impulso decisivo: las agresivas promociones de billeteras y bancos, que incentivaron fuertemente su adopción, incluso ya fuera del ámbito del transporte público. Esta sinergia, la combinación de una aplicación “estrella” con fuertes incentivos económicos, creó la tormenta perfecta para su éxito. Así, NFC pasó de ser una especificación técnica irrelevante a una funcionalidad bienvenida y altamente valorada por los consumidores.
El impacto de esta nueva utilidad se reflejó de inmediato en el mercado. La demanda de celulares con NFC se disparó, convirtiéndose en una característica decisiva de compra. Tal es así que el 63% de los celulares ingresados al territorio continental durante la primera mitad del año incluyó esta funcionalidad, frente al 44% en 2024, un salto de casi 20 puntos que evidencia un cambio drástico en la prioridad del consumidor.

A pesar de esta mayor demanda, la realidad es que dos de cada tres de todos los smartphones actualmente en uso en Argentina todavía no tienen NFC. Solo el 32% del parque total de celulares cuenta con esta tecnología. Esto, que hoy impide una adopción aún mayor, representa también una oportunidad a corto plazo para un mercado de smartphones que últimamente se encuentra en niveles históricamente bajos.
Con una funcionalidad “nueva” y conveniente, los smartphones ganan un incentivo para su renovación. Hay que tener presente que, en los últimos años, no hubo grandes novedades en este tiempo que aceleraran un proceso de renovación que, por el contrario, se fue alargando. Sumando a un contexto macroeconómico complicado, fueron varios años seguidos de ventas por debajo del umbral de reposición que resultaron en un envejecimiento del parque.
En cambio, la nueva atracción por el NFC podría ser un factor más que impulse una recuperación de las ventas de smartphones en 2026, acompañada por la reducción impositiva adicional prevista, así como por una mayor oferta de terminales importados que intensificarán la competencia. Y si el contexto ayuda, habrá una combinación perfecta. De todos modos, hay que tener presente que se necesitarán al menos 3 años con niveles de venta generales buenos (no menos de 9 M anuales) para que el grueso del parque instalado incluya esta funcionalidad.
