AutorEnrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Tuits selectos

Atrapados en las redes

Aunque Facebook mantiene su enorme popularidad en términos de usuarios, a esta red social le han surgido varias competidoras, cada una con características propias. El resultado es que el usuario de Internet argentino participa cada vez de más redes sociales. Esto surge del informe “Usuario online 2016”, publicado por Carrier y Asociados.
La popularización de otras redes sociales hizo que el usuario participe en promedio en 3,9 de éstas. Este valor es más alto en el segmento ABC1 y entre los millennials (aquellos nacidos entre los años 1984 y 2000). Conviene aclarar que Whatsapp también es considerada una red social cuando se la utiliza con la funcionalidad de grupos, algo que hace el 70% de sus usuarios.
Facebook aparece como la red social más popular, con un 97% de los entrevistados manifestando contar con una cuenta en ésta. Con una penetración tan alta, no se observan variaciones significativas en la adopción de Facebook en función de las distintas variables utilizadas. No obstante, apenas la mitad de los usuarios se define como “bastante activo” en esta red, mientras que un 13% tiene escasa o nula actividad. La actividad crece mientras baja el nivel socioeconómico y se da más entre los usuarios adultos y las mujeres.
En este nuevo escenario, e impulsada claramente por la masificación del smartphone, Whatsapp resulta atractiva al combinar la omnipresencia que le da su popularidad, la ubicuidad de la movilidad y la privacidad y restricción de lo que se comparte.
Así, no sorprende que Whatsapp sea elegida como la red favorita por el 47% de los usuarios, superando a Facebook, ubicada en segundo lugar con un 39%. Esta predilección es más marcada entre millennials, mientras que los segmentos adultos y seniors se inclinan más por Facebook. De todos modos, siendo que ambos productos pertenecen a la misma empresa, todo queda en familia.

En cuanto a otras redes sociales, Google+ sorprende inicialmente por su popularidad (un 62% tiene un usuario en la misma), pero muestra otra faceta al ser elegida como la red favorita por sólo el 4% de los entrevistados. Esto evidencia el “efecto Android”, que lleva a muchos usuarios a darse de alta en esta red, aunque luego no la utilicen.
Tanto quienes eligen a Whatsapp como Facebook privilegian la capacidad de mantenerse en contacto con amigos y relaciones. Sin embargo, Facebook tiene la ventaja de ser además una fuente de noticias, así como una plataforma valorada para la publicación de contenido propio. Adicionalmente, se diferencia de Whatsapp como un ámbito propicio para conocer gente nueva, así como para establecer contacto con marcas/empresas.
Por otra parte, si bien Twitter tiene muchos usuarios (46%), apenas 1 de cada 4 genera contenidos. Más de la mitad de los usuarios de Twitter son consumidores pasivos de lo que se publica en esta red. Por lo tanto, hay que entender a Twitter como una red de información más que de socialización. El uso de Twitter es superior a la media entre los millennials (52%) y entre los hombres (53%).

¿Se va o se queda?

Cuando la semana pasada el Presidente de la Nación se reunió con el Vice Chairman de AT&T en la residencia de Olivos, muchos vieron detrás de este encuentro un adelanto de un próximo desembarco del gigante estadounidense de las telecomunicaciones en el país. Algunos medios fueron temerarios, afirmando que AT&T habría demandado el espectro que está hoy, supuestamente, en poder de Arsat. Pero si se analizan las cosas, da más para pensar que lo que AT&T quiere es que les levanten las barreras, no para entrar, sino para salir.
Cuando tiempo atrás AT&T compró DirecTV, muchos creyeron ver a un nuevo actor regional, que estaría dispuesto a terciar en la lucha entre América Móvil y Telefónica a lo largo de Latinoamérica. Pero hasta ahora, los movimientos de AT&T permiten especular más con un despliegue territorial que hacia el sur del continente no pasará de la frontera entre México y Guatemala (y Belice).
AT&T ve a México como una extensión natural del mercado estadounidense, teniendo allí no sólo una participación en Sky en materia de TV satelital en sociedad con Televisa sino también una operación móvil luego de la compra de Nextel México y Iusacell, que lo ubica como 3° operador detrás de Telcel (América Móvil) y Movistar (Telefónica). Para el resto de Latinoamérica, los planes son menos claros. De hecho, a fines de 2015, el CEO de AT&T expresó que no descartaba vender algunas operaciones en Latinoamérica si se dieran las condiciones para hacerlo. Claramente, no es una declaración de quien tiene en mente una expansión continental.
El problema estratégico que DirecTV tiene a mediano plazo es que se trata de un servicio de TV lineal, de broadcasting. Justo lo que está en franco retroceso en la medida en que los millennials se suman al mundo adulto, toman sus propias decisiones de consumo y prefieren ver contenidos audiovisuales a través de la banda ancha y no de una suscripción de TV paga. Es por este motivo que, en los últimos años, DirecTV comenzó a desplegar redes inalámbricas terrestres en varios países de la región (incluida Argentina), utilizando tecnología LTE en su versión fija (en Argentina arrancó con WiMax, pero esta tecnología nunca despegó). Pero el despliegue de redes terrestres es un proceso lento y costoso. Y si estas son inalámbricas, a mediano plazo no podrán competir con alternativas de mayor ancho de banda como Gfast en DSL, cable módem o, el Santo Grial, la fibra óptica. A esto se suma que AT&T hizo crecer mucho su deuda luego de la adquisición de DirecTV, siendo hoy del orden de los US$ 118 mil millones.
Con este panorama, no sorprende que en los últimos tiempos se especulara (en los medios de negocios internacionales y en la industria) con una venta de las operaciones latinoamericanas de DirecTV (y sus 19 millones de suscriptores), mencionándose como posibles compradores a Telefónica y a Liberty Global, aunque los mismos apuntan más a la primera. Es que con la suma de los suscriptores de DirecTV, Telefónica se convertiría en el mayor operador de TV paga de la región. Pero uno de los problemas estaría en Argentina, donde la regulación actual impide que un mismo operador dé servicios TIC (telefonía, banda ancha, TV por cable o inalámbrica) y servicios de TV satelital. Esto no sólo imposibilita que Telefónica opere el negocio de DirecTV en Argentina, sino que exige además que la operación local se deshaga de sus inversiones en banda ancha fija.
Ante este escenario, la visita de un ejecutivo de tan alto nivel de AT&T para reunirse con el Presidente no parece ser para entrar al mercado como 4° operador móvil, algo de por sí muy complicado [Ver “Buscando a D’Artagnan”]. Sería más razonable que la reunión tuviera que ver con un pedido para que se revisen las restricciones que estarían estorbando la operación y venta de DirecTV en el país. Es que muchas veces, es más difícil salir que entrar.

Tuits selectos

Virtualidad en el mundo real

Esta semana, el Ministerio de Comunicaciones publicó la resolución 38/2016 que reglamenta el servicio de OMV (Operador Móvil Virtual). El mismo deroga el reglamento vigente que más allá de algunas diferencias de implementación, tenía una redacción confusa y con ciertas condiciones que estaban afectando el normal desarrollo de este negocio.
A modo de resumen puede decirse que el nuevo reglamento es más laxo, dejando gran parte del acuerdo entre OMR (Operador Móvil de Red) y OMV a las negociaciones entre ambos. Lo harán partiendo de una oferta de referencia que los operadores deberán hacer pública. La Autoridad de Aplicación sólo interviene en caso en que las partes no lleguen a un acuerdo.
La nueva versión corrige un punto fundamental del viejo reglamento, el cual impedía a los operadores con red fija ser OMV, ya que definía como OMV a un prestador que no contaba con espectro radioeléctrico “ni con infraestructura de red para otros servicios de comunicaciones distintos de los móviles”, aunque sí habilitaba a las cooperativas. De este modo, ni cableras ni otras empresas de telecomunicaciones podían ser OMV, lo que les valió a algunas el rechazo de la Autoridad de Aplicación al momento de solicitar su habilitación para el servicio. Era quizás una herencia del enfrentamiento del anterior gobierno con el Grupo Clarín, que impactaba también a varios otros actores de esta industria.
Por otra parte, el nuevo reglamento elimina el tope del 5% de la capacidad de un OMR puesta al servicio de los OMV al tiempo que permite que un OMV tenga más de un OMR. Establece claramente que un OMR será aquél que ofrezca servicios SRMC (Servicio de Radiocomunicaciones Móvil Celular), PCS (Servicios de Comunicaciones Personales) y SCMA (Servicio de Comunicaciones Móviles Avanzadas). Todos estos quedan bajo el paraguas de los SCM (Servicios de Comunicaciones Móviles). En este sentido, el reglamento anterior era algo confuso y se interpretaba como que sólo correspondía el OMV para servicios SCMA, o 4G. Por otra parte, esta enunciación de los servicios que debe prestar el OMR deja fuera del grupo a Nextel, ya que el suyo entra en la categoría SRCE (Servicio Radioeléctrico de Concentración de Enlaces). O sea, podrá ser OMV sin la obligación de ser OMR. Al menos, mientras siga con la tecnología actual.
Se trata sin dudas de una buena noticia, pero, como reza el dicho, no hay que dar por el chancho más de lo que el chancho vale. Conviene estar advertido de que el de OMV no es un negocio para cualquiera. Básicamente se necesitan dos cosas (no excluyentes entre sí): escalas para que un margen nominal bajo permita financiar un negocio y/o agregar valor que en alguna medida reduzca los costos.
A nivel mundial, en promedio, un OMV tiene un costo que es entre 70 a 75% del precio del OMR. En ocasiones puede llegar al 50%, pero para que esto ocurra el OMV debe aportar infraestructura, un costo que se deduce de su margen. De hecho, el reglamento de OMV diferencia a aquellos con infraestructura de aquellos que no la tienen, que denomina OMV Básico. Es decir, más allá del costo del servicio provisto por el OMR, el OMV tiene sus propios costos de comercialización, facturación, tarifación (en el caso de un OMV Básico) a los que se pueden sumar aquellos con distintos niveles infraestructura. Así, el negocio de OMV puede ser interesante para una cadena de retail con muchos puntos de contacto con sus clientes, como es el caso de los supermercados Carrefour en Europa. También puede ser atractivo para un operador de servicios de telecomunicaciones fijas, como un operador de TV por cable, que puede sumar un producto móvil a su oferta de TV, Internet y telefonía fija para ofrecer cuádruple play, utilizando la infraestructura comercial existente y paquetizando su oferta. Estos últimos pueden además recurrir al WiFi Offloading, que no es otra cosa que la desviación del tráfico móvil a las redes fijas, pero de forma totalmente transparente para el usuario. Considerando que en promedio el 80% de las comunicaciones desde un celular se dan estando en un lugar fijo y no en movimiento, es mucho el tráfico que un operador fijo puede canalizar por sus propias redes.
Un dato no menor es que el nuevo reglamento no contempla, al menos no explícitamente, a los MVNE (Mobile Virtual Network Enabler) que puede ser un intermediario entre el OMR y los OMV cuando estos últimos son muchos y muy pequeños. Un MVNE permite desarrollar una plataforma única a ser compartida por varios OMV, como sería en el caso de cooperativas o pequeños cableros que quisieran asociarse para mejorar sus escalas y por ende sus costos.
En pocas palabras, y más considerando la penetración del servicio en el mercado argentino actual, la renovación del reglamento de OMV es una buena noticia, aunque hay que ser mesurado en cuanto a las expectativas. Por la experiencia internacional, salvo excepciones, generalmente todos los OMV juntos representan un 10% o menos del mercado medido en líneas. Y éstos nada pueden hacer para mejorar la cobertura ni la calidad técnica del servicio, aspectos que dependen directamente del OMR. Sí pueden aportar ofertas diferenciadas, creando sinergia con otros productos y servicios.
No es poco, considerando que puede mejorar el grado de competencia de una industria oligopólica en su naturaleza, consecuencia del uso de un recurso finito como es el espectro radioeléctrico. Se puede decir entonces que el reglamento de OMV es una forma de regular el uso del espectro para que esté disponible para una mayor cantidad de jugadores. Y eso, dejando de lado expectativas desmedidas, es positivo.

Espectro inasible

La recepción del nuevo reglamento de OMV entre los OMR ha sido tibia. Obviamente, defenderán el valor de sus inversiones en infraestructura, pero creen que hay modelos viables para las dos partes. Más les preocupa tener que compartir capacidad de un espectro que tiende naturalmente a ser escaso. Y esto se ve agravado por la tardanza en la limpieza de la banda de 700 MHz. Se trata de aquella que les fuera otorgada en la licitación para 4G pero que aún no puede utilizarse debido a todavía operan en ella algunos servicios de TV. Una rara consecuencia de los procesos regulatorios, administrativos y técnicos.
La banda de 700 MHz es valiosa por dos motivos: provee más cobertura y tiene mejor penetración en edificios. La mayor cobertura es valiosa en zonas rurales o suburbanas, de poca densidad poblacional. La mejor penetración lo es en las zonas urbanas, densamente pobladas, donde la señal debe atravesar múltiples estructuras edilicias.
La no utilización de la banda en cuestión hará que probablemente, a fin de junio, cuando vence la primera etapa del despliegue de 4G, no se pueda cumplir con la cobertura total exigida. Y el Estado tampoco podrá exigir ya que no cumplió su parte y entregó espectro por el cual ya cobró. Una situación en la que nadie gana.
La habilitación de los 700 MHz es importante porque prácticamente duplicaría el espectro para 4G disponible. Si bien todavía la capacidad instalada para 4G da abasto, el tráfico 4G ya representa alrededor del 40% del total. O sea, para evitar sobresaltos y lo que pasó y pasa con la red 3G, ya hay que empezar a actuar decididamente para poner en uso el espectro disponible.
Por lo pronto, cada vez se habla más de tecnologías tipo WiFi offloading para el uso de celulares puertas adentro. Básicamente lo que hacen es derivar el tráfico de la red móvil hacia la red fija de banda ancha vía WiFi. Algo parecido a lo que hoy se hace manualmente con el WiFi del celular, pero automático y transparente para el usuario, al tiempo que también sirve para llamadas de voz. Esta tecnología es muy apropiada para su uso indoor, en oficinas, un shopping o cualquier edificio con alta concentración de gente. Eventualmente llegará también al hogar. Una buena solución desde el punto de vista técnico. Pero claro, puede encerrar potenciales conflictos entre el dueño de la red fija y el de la red móvil si no son el mismo.
Todo vale y todo suma en la búsqueda de la mayor capacidad de las redes móviles.

Tuits selectos

Conflicto generacional

Desde aquí se insiste desde hace años en la distorsión causada por la contabilización de líneas en servicio que no son utilizadas [ver “Contando líneas”]. Esta diferencia no sólo impacta en el ARPU o ingreso promedio por línea, así como en la relación entre líneas prepagas y pospagas (o con abono). También esta forma de contabilizar las líneas afecta a la hora de determinar cuál es la generación móvil dominante en materia de celulares. Por eso es habitual ver cifras, sobre todo provenientes del exterior, que identifican al mercado argentino como uno aún dominado por la tecnología 2G, cuando en realidad se trata de un mercado mayoritariamente 3G. Esto surge del informe “Mercado celular argentino 2016”, publicado por Carrier y Asociados.
Combinando las cifras de líneas en uso (38 millones de los cuales 36,2 millones corresponden a teléfonos celulares) con las ventas de equipos de los últimos años, se llega a que el mercado local está compuesto por un 65% de equipos 3G. Aquellos 4G representan el 17% y los 2G el 19%.

Visto así, se llega a que alrededor de 6,5 millones de líneas en uso está asociadas a un teléfono 2G. Este dato es relevante ya que, cuando se habla del demorado Plan Canje, se menciona el reemplazo de equipos 2G. Pero su reemplazo por los más modernos 4G poco hará para mejorar la situación general de las redes.
Para entender esto, conviene recordar que aún con equipos 4G, las comunicaciones de voz y SMS se cursan por la red 2/3G, que es la que actualmente está congestionada. Quien hoy tiene un equipo 2G es alguien que sólo realiza llamadas y envía y recibe SMS. En esto influye claramente un tema de hábitos de uso (personas mayores o perfiles más conservadores, no atraídos por aplicaciones de datos desde el celular). Se trata entonces de personas que, aunque tenga un equipo 4G, seguirán estableciendo comunicaciones de voz, las cuales se seguirán cursando sobre la sobrecargada red 2/3G. Así, el canje tendría un costo muy alto para un beneficio casi nulo.
Visto así, el foco de un eventual Plan Canje debería estar en los actuales usuarios de smartphones 3G, quienes sí consumen datos a través de una red congestionada y que verían mejorar su situación si pudieran migrar a 4G. De todos modos, no hay que ser excesivamente optimista. Los smartphones son sólo un componente de la red móvil. Una solución de fondo debe ser integral, con un fuerte foco en espectro y antenas (de todo tipo). Ahí habría que apuntar la artillería.

Lo mejor ya pasó

No importa la fuente, todas coinciden en lo mismo: el mercado global de smartphones no crece en unidades. IDC dice que en Q1 el mercado avanzó apenas un 0,3% (la nada misma). Counterpoint Research muestra una variación del 0%. Y Strategy Analytics va más allá, dando una caída del 3%. También hay coincidencia en las causas de este freno a la expansión de los últimos años. Los principales mercados están saturados, lo que incluye a China, el gran impulsor hasta el 2015. También es cierto que las condiciones económicas globales son un desafío.
Otro punto en el que hay coincidencias es en los tres primeros, Samsung, Apple y Huawei. Pero detrás de Huawei se forma un pelotón compacto de marcas cada una con la mitad o menos de volumen que el fabricante chino, donde las posiciones del ranking varían según la fuente. Allí la lucha es cuerpo a cuerpo (o unidad a unidad) entre marcas de renombre internacional como LG o Lenovo/Moto, y otras menos globales como Oppo o Xiaomi.
Pero aún entre los top 3 la cosa no es tan cómoda como parece. Según Counterpoint, Samsung cayó un 5,6% en unidades, mientras que Apple registró el primer retroceso en volumen en su historia desde el lanzamiento del iPhone. Y no fue un desliz sino una caída del 16%. La contracara es Huawei, que creció un 62%. Un avance notable de por sí, pero más meritorio aun considerando el difícil contexto. Claramente, Huawei aspira a ser el próximo Samsung. No se trata de una ambición descabellada.
En realidad, era lógico que este momento llegara, ya que es imposible mantener un crecimiento global de 2 o 3 dígitos indefinidamente. Lo que viene, sin dudas, es una depuración, donde muchos actores medianos y pequeños quedarán en el camino.
En el caso argentino, seguramente este año se viva una situación similar. Ya el año pasado, los smartphones alcanzaron el 100% de las ventas del total de celulares, según surge del informe “Mercado argentino de terminales móviles 2016”. De esta forma, se llegó a un límite estructural, atado al tamaño del mercado argentino, que oscila alrededor de los 12 millones de unidades anuales.

Así, mientras el mercado total local creció un 3% en 2015, el de smartphones lo hizo un 23%. Pero ahora que ambos mercados son el mismo, es poco probable que se repitan tasas de dos dígitos positivas. No obstante, sí puede haber movimientos internos. Mientras que en 2015 Samsung retrocedió un 13%, Huawei creció un 180% y Alcatel un 200%. Un indicador de que el volumen está en el nivel medio y bajo de precios.

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