El viernes 30 de junio, exactamente a mitad de año y sobre el filo de la semana laboral, el mercado argentino se vio sacudido por el impacto del anuncio que los directorios de Cablevisión y Telecom habían acordado fusionar ambas compañías. La sorpresa no fue por el anuncio en sí ya que la operación se daba por descontada desde hace rato, sino por el timing, ya que se esperaba que fuera hacia fines de año, pasadas las elecciones de medio término en octubre próximo. Lo concreto es que, de esta forma, se da lugar al más fuerte actor del mercado convergente, con una sólida presencia en los cuatro servicios que conforman el cuádruple play (telefonía fija, TV paga, banda ancha fija y servicios móviles). Ahora la pelota está en el campo del gobierno, quien deberá analizar el impacto de este acuerdo y dirimir ciertos puntos conflictivos.
En la empresa fusionada, Fintech tendrá el 41,27% y Cablevisión Holding el 33%. El resto estará en acciones en manos del público, siendo el principal tenedor el Estado argentino a través de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), quien actualmente posee el 25% de Telecom y el 9% de Cablevisión. No obstante, todavía falta que la operación sea aprobada por los accionistas el 31 de agosto (cosa que se descuenta) y a partir de allí deberá recibir la aprobación de tres organismos del Estado: la Comisión Nacional de Valores, ya que ambas empresas cotizan en bolsa, el Ministerio de Comunicaciones, que vía ENACOM deberá resolver sobre temas técnicos como la acumulación de espectro, y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, que deberá evaluar la concentración de servicios en un mismo operador, así como su impacto en términos de competencia.
Esta fusión implica la combinación de dos pesos pesados en los distintos negocios en los que participan. Telecom Argentina es el 2° operador de telefonía fija con el 39% de las líneas, el 3° operador de telefonía móvil con un 31% de las líneas y el 3° proveedor de accesos a Internet de banda ancha, con el 24% de los suscriptores. Por su parte, Cablevisión es el líder en TV paga, con un 39% de los clientes y también lo es en accesos a Internet de banda ancha, con el 31%. También es operador de telefonía móvil luego de la reciente adquisición de Nextel, aunque con un escaso 2% de participación en líneas. De esta forma, la nueva Telecom-Cablevisión sería un formidable competidor en el mercado convergente de cuádruple play, muy sólido en cada uno de sus cuatro negocios: n°1 en banda ancha, n°1 en TV paga, n° 2 en telefonía fija y n°3 (pero muy cerca del n°1) en telefonía móvil. Una posición envidiable.

Con estas cifras, resulta simple comprender donde estaría el punto crítico de esta fusión. Combinando la participación en el mercado de acceso a Internet de banda ancha, la nueva empresa alcanzaría el 55%. Pero hay algo que el market share no muestra y es que existe una importante superposición geográfica de las redes de ambos operadores. Esto implica entonces que en muchas de esas zonas se pasaría de dos a un proveedor, reduciendo la competencia, así como las opciones de los consumidores. Fue justamente esta competencia la que produjo que en todos estos años los productos mejoraran y los precios se contuvieran. Otro punto de posible conflicto tiene que ver con que ambos operan en el mercado móvil. Pero aquí no hay un tema de competencia. Los 19,5 M de líneas de Personal no se ven muy impactadas por el 1,5 M de Nextel. Lo que sí se produce es una alta concentración de espectro resultante de los 140 MHz que tiene Telecom y los 40 MHz en manos de Cablevisión-Nextel (a los que se suman los 60 MHz que tiene para dar servicios de trunking).
Considerando las tres instancias regulatorias que esta fusión deberá superar para concretarse, las mismas tendrán una complejidad creciente. Se estima que no habrá ningún inconveniente para obtener la aprobación de la Comisión Nacional de Valores, quien debe velar por los intereses de los accionistas y de las condiciones societarias. Por su parte, tanto desde el ENACOM como el Ministro de Comunicaciones adelantaron que no objetarán la operación, aunque deberán resolver qué hacer con el espectro acumulado por la combinación de ambas empresas. En declaraciones a la prensa el Ministro se mostró proclive a subir el tope máximo de espectro por operador, que pasaría de 140 MHz a 180 MHz. Habrá que ver si finalmente se concreta, ya que sería una medida que sin dudas generaría muchas controversias, y no parece ser el contexto adecuado para hacerlo. De hecho, unos días después, en una entrevista a LN+ mencionó que habrá devolución de espectro. Esta devolución del excedente no sería compleja. El espectro que obtuvo recientemente Nextel (empresa de Cablevisión) no está en uso, a diferencia de lo que sucedió cuando en el 2004 Telefónica adquirió las operaciones de BellSouth en Latinoamérica y hubo un período de refarming para luego devolver el excedente. Claro que debería además resolver qué ocurrirá con las obligaciones de cobertura asumidas por Nextel al momento de asignársele el espectro, si se extinguen o si se trasladan al nuevo operador. De todos modos, aun devolviendo el espectro, la nueva empresa se vería beneficiada con el aporte de unos 1.400 sitios para antenas de que Nextel dispone actualmente. Un activo muy valioso no sólo en términos monetarios sino también en los tiempos que exigiría montar esos sitios desde cero teniendo en cuenta la resistencia de la población y de los municipios a la instalación de nuevas antenas.
Por otra parte, el regulador de las telecomunicaciones debería emitir una opinión sobre la concentración que se produciría en banda ancha. Según consta en el sitio del ENACOM, una de sus misiones es generar “un mayor balance y competencia entre los distintos actores del mercado”. Si no lo hiciera, el mayor peso de la decisión del gobierno recaerá sobre la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Hay quienes dudan de que vaya a oponerse basándose en su fallo al momento de la aprobación de la compra de Telecom por parte de Fintech, quien a su vez era accionista del 40% de Cablevisión. No obstante, la situación aquí es distinta. Ya no se trata de compartir accionista entre dos competidores sino de que éstos conformen una misma empresa.
Otro tema que deberá resolver el gobierno es qué status tendrá la empresa fusionada: si es un telco o una cablera. Esto, que parece menor, no lo es en absoluto. A partir de enero próximo, las empresas de telecomunicaciones podrán comenzar a dar servicios audiovisuales (léase TV) no en todo el país sino en los centros urbanos del AMBA, Rosario y Córdoba. Si la fusionada es una telco, en las zonas donde actualmente opera Cablevisión situadas fuera de estas tres mencionadas debería dejar de dar servicios de televisión. Difícilmente dejen que esto suceda.
En materia de banda ancha una opción podría ser una desinversión en una de las dos redes allí donde hay superposición, que por sus características y capacidades sería la de Telecom, la cual es tecnológicamente menos capaz que la de Cablevisión. Si no se exigiera desinversión, la alternativa podría ser una obligación para que las redes del nuevo operador estén abiertas a sus competidores en las áreas de superposición, en un modelo similar al del operador virtual. Esto convertiría a la red fija de la empresa fusionada en una suerte de red minorista (para sí misma) y mayorista (para sus competidores) al mismo tiempo. Algo así como una regulación asimétrica para un operador dominante.
Si los reguladores hacen bien su trabajo, permitiendo que la fusión se concrete, pero actuando sobre los puntos conflictivos (banda ancha y espectro), la operación podría ser un importante dinamizador para la industria. Sus competidores se verían obligados a invertir fuertemente en el desarrollo de las redes fijas para aumentar su capacidad y poder ofrecer sobre éstas servicios convergentes. Esto podría además generar interés en la adquisición de otras operaciones de TV por cable combinadas con servicios de banda ancha. Quizás como un paliativo, en el mercado se rumorea (y el Ministro también lo menciona al pasar en la entrevista de LN+) que se habilitaría el uso de la DTH (televisión satelital) a actuales operadores de telecomunicaciones. No obstante, esto no sería tan sencillo, ya que el impedimento actual fue establecido por el DNU 267/2015 que tiene fuerza de ley. Con lo cual, haría falta otro DNU u otra ley para modificar esta condición, lo que implica en ambos casos pasar por el Congreso.
Por lo pronto, el gobierno nacional queda en una posición incómoda. Es que sus funcionarios modificaron la regulación del sector para permitir el desarrollo de un 4° operador móvil y postergaron por 2 años el ingreso de las telefónicas al negocio de la TV paga, haciendo hincapié en “nivelar la cancha” y en la mayor competencia que estas medidas generarían. La fusión les devuelve un escenario de 3 operadores móviles (la fusionada, Telefónica y Claro), 2 grandes operadores de red fija (la fusionada y Telefónica) y un único y gran operador convergente (la fusionada). También, paradojas del destino y las decisiones, se invierten los roles. Así como hasta ahora Cablevisión se amparaba en su rol de entrante en materia de comunicaciones móviles, exigiendo medidas asimétricas que le permitieran desarrollarse, ahora pasará a formar parte del actor dominante del mercado convergente, mientras que empresas como Telefónica y Claro podrían reclamar asimetría a su favor. El cambio como constante.
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La TV contraataca
A pesar del avance de Internet en la oferta de contenido audiovisual, la TV tradicional lineal sigue presente en los hogares conectados. Dentro de sus alternativas de distribución, la TV paga es claramente la más popular, con un 78% de penetración. Sin embargo, y previniendo los cambios en los hábitos de consumo, los operadores están en sus primeros pasos a una eventual migración hacia plataformas tipo OTT, tomando de Internet características que le suman valor al servicio. Esto surge del informe “Internet y consumo audiovisual – 2017”, realizado por Carrier y Asociados.

Detrás de la TV paga se ubica la TDA que logra una penetración del 13% impulsada fuertemente por la inclusión de su sintonizador en los televisores vendidos en los últimos años, especialmente en las Smart TV que fueron y son las estrellas del mercado de televisores. En un tercer lugar, con un 8%, aparece la TV analógica abierta. Un 6% de los usuarios de Internet declara no consumir TV lineal de ningún tipo.
A pesar de los temores por una creciente tendencia al cord cutting, las intenciones de dar de baja la TV se mantienen estables respecto del año anterior, con aproximadamente 1 de cada 4 evaluando abandonar el servicio. Esto se da más en los segmentos socioeconómicos medios, más sensibles al precio que los altos y más habituados al consumo vía Internet que los bajos. En cuanto a las razones para evaluar esa decisión, el costo del servicio sigue siendo la principal y luego se ubica la posibilidad de acceder desde múltiples dispositivos vía Internet. Ambos motivos son más mencionados aún por los usuarios que viven en hogares jóvenes (donde todos sus integrantes son millennials).
A la hora de identificar las características del servicio valoradas por los usuarios de la TV paga, las dos más mencionadas son aquellas que la industria tomó de los OTT. Por un lado, el acceso a los contenidos desde distintos dispositivos (caso CV Flow, DirecTV Play y otros) y por el otro, la posibilidad de acceder a contenidos ya emitidos (catch up).
En líneas generales, los millennials, y consecuentemente los hogares jóvenes, son los más atraídos por los servicios que se asemejan al consumo vía Internet. Se delinea un escenario con operadores de red ofreciendo conectividad y, por encima, canales OTT a la carta.
Cielo despejado
El mercado de comunicaciones satelitales en Argentina se encuentra en estado de ebullición. Es que a pesar de las regulaciones que exceptúan a la provisión de facilidades satelitales de esquemas de libre competencia, el gobierno nacional está decidido a avanzar en una política de apertura de cielos. Para ello, utiliza la excepción a esta restricción que es por la vía de acuerdos de reciprocidad con los países a los que pertenecen los satélites. Actualmente estos acuerdos son con seis países: Brasil, Canadá, EE.UU., España, México y Países Bajos. Esta estrategia le permitió aprobar once satélites que durante esta gestión pasaron a operar en el cielo argentino, compitiendo con Arsat.
En este marco, el anuncio de la autorización de operación del Amazonas 3 esta semana es relevante para el devenir del acceso a Internet en áreas de nula o mala cobertura de las redes terrestres tradicionales (sean cableadas o inalámbricas). Se trata de un satélite lanzado en 2013 que opera las bandas C, Ku y, la nueva niña bonita, la Ka. Esta última, combinada con las tecnologías satelitales más recientes (que logran una mejora en la capacidad y costo del servicio equivalente a lo que significó el paso de 2G a 4G o del cobre a la fibra) hace que se aumente la oferta de conectividad a Internet con productos de características similares (aunque no iguales) a la banda ancha fija terrestre. Así, habrá ahora dos satélites ofreciendo este tipo de servicio. El mencionado Amazonas 3 y el Spaceway 2, que a modo piloto utiliza DirecTV para dar banda ancha satelital.
La llegada del Amazonas 3 es importante, aunque su impacto en la demanda será limitado. Esto se debe a que, a diferencia de los satélites tradicionales, su cobertura no es una gran área sino múltiples spots, por lo que en este caso específico se limita a una porción de la provincia de Buenos Aires, tal cual se ve en la siguiente imagen.

Al día siguiente de publicada la autorización del Amazonas 3, la empresa Boldt anunció que adquirió toda la capacidad de este satélite en territorio argentino. El plan es convertirse en un proveedor mayorista de servicios de Internet de alta velocidad para zonas rurales y suburbanas, utilizando tecnología satelital HTS (High Throughput Satellite) de alta capacidad y bajo costo. De esta forma, se suma al piloto de DirecTV, aunque en este caso su satélite tiene una vida útil estimada hasta mediados de 2018. La del Amazonas 3 es hasta el 2028.
Algunos ven al ingreso de nuevos operadores satelitales internacionales como una competencia que atenta contra el negocio de Arsat. Pero evidentemente, la demanda supera a la oferta actual, como lo demuestra la venta total de la capacidad tanto del Arsat 1 como el 2. Por otra parte, Boldt estaría negociando la compra de más capacidad para ampliar los servicios de banda ancha satelital una vez que entre en funcionamiento el Arsat 3, que utilizará las mismas tecnologías.
Con su amplia extensión geográfica y una capacidad de su red fija por debajo del ideal, la llegada de más satélites con capacidad para dar servicios modernos (tanto en prestaciones como en costos) es positiva. Se llega a zonas mal o directamente no atendidas, genera un aumento de la oferta, incentiva a la mejora de los servicios y presiona a los precios a la baja. Y todavía queda mucho territorio y mucha población por cubrir. Sin dudas, no es un impedimento para que Arsat siga desarrollando y poniendo satélites en operaciones.
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Epidemia OTT
Con algo de publicidad online, presencia en redes sociales y sobre todo el imbatible boca a boca, los servicios audiovisuales OTT se han convertido en cosa habitual para los argentinos conectados, siendo utilizados por un 2 de cada 3 de los usuarios de Internet (aclaración: no confundir utilización con suscripción*). La penetración de estos servicios aumenta en la medida en que sube el NSE (nivel socioeconómico) y es más fuerte entre los millennials adultos (de entre 24 y 33 años), quienes combinan actitud generacional con autonomía económica. Esto surge del informe “Internet y consumo audiovisual – 2017”, realizado por Carrier y Asociados.
El uso de los OTT, donde Netflix es el rey indiscutido pero al cual se le han sumado diversas alternativas en los últimos tiempos, se encuentra bastante arraigado. Tal es así que la mitad (53%) de sus usuarios los consumen casi a diario, tendencia que crece mientras sube el NSE, así como mientras baja la edad. No obstante, por el momento la existencia de estos servicios no impide que la penetración de los mismos sea similar entre quienes contratan un servicio de TV paga (actuando como complemento) y quienes no (actuando como sustituto).
En cuanto a las pantallas para la reproducción de los contenidos OTT, domina la TV, ya sea como Smart TV o TV conectada (a una PC, un Chromecast, Apple TV u otros), utilizada por el 88%. Luego sigue la PC (64%) y el smartphone (38%). El uso de este último es claramente más alto en los niveles socioeconómicos más bajos, donde la disponibilidad de pantallas alternativas es más limitada, así como en los segmentos más jóvenes, donde a la limitante de las pantallas personales se suma también el sesgo generacional. Por otra parte, 2 de cada 3 usuarios de OTT acceden desde más de una pantalla.

En cuanto a los motivos para elegir consumir servicios OTT, siguen liderando las opciones de ver las temporadas completas de las series, así como consumir bajo demanda. No obstante, el hecho de ser económico y poder consumirse desde múltiples pantallas son motivos que subieron fuertemente. También hay diferencias generacionales: el factor económico es más relevante en la medida en que baja la edad del usuario, mientras que su percepción como complemento de la TV paga crece con la edad.
(*) Para evitar extrapolaciones erróneas, conviene aclarar que uso no es lo mismo que suscripción. Cada suscripción puede incluir una o múltiples cuentas, por lo que es habitual que éstas se compartan con gente que no convive en el mismo hogar pero que son familiares o amigos. Y éstos a su vez, consumen los servicios con otras personas. Así, el número de usuarios es varias veces superior al de suscriptores.
Compartir para ganar
Si hay algo indiscutible de la actual gestión en telecomunicaciones es su afán por abrir el juego en materia de servicios móviles. Sus formas de proceder podrán ser criticables (y de hecho, algunos de los operadores actuales se lo han hecho saber) y a veces sus resultados se hacen esperar (como con la devolución del espectro asignado pero nunca pagado por Arlink y la liberación de los dichosos 700 MHz). Pero el objetivo, compartido o no por el resto, siempre fue claro: abrir el juego para el ingreso de más operadores, de distinto tamaño y con distinto modelo de negocios (OMR, OMV o lo que haya en el medio).
Esta semana hubo una interesante novedad: la Red Intercable (organización integrada por 230 operadores de TV por cable) anunció una inversión de US$ 100 millones para dar servicios móviles 4G en distintas localidades del país, donde brinda servicios a un universo potencial de 600.000 hogares. Lo llamativo es que Red Intercable no tiene espectro ni tampoco es un OMV (por ahora). No obstante, los operadores nucleados en Red Intercable instalarán radiobases y redes de fibra óptica, utilizando el espectro radioeléctrico recientemente asignado a Cablevisión-Nextel. Lo harán a través de un convenio de “compartición de espectro e infraestructura” entre Red Intercable y Cablevisión-Nextel. Se trata de un acuerdo entre privados que fue comunicado desde el Ministerio de Comunicaciones, lo que habla a las claras del apoyo recibido por parte de las autoridades nacionales.
Este escenario era una posibilidad que se planteó desde aquí, bajo el título de “Nueva oportunidad” hace casi 2 años (todavía durante la gestión anterior), poco tiempo después del anuncio de la adquisición de Nextel por parte de Cablevisión.
El acuerdo puede ser visto desde tres perspectivas distintas. Desde el punto de vista del servicio móvil, permite que operadores de cable medianos y pequeños tengan la oportunidad de participar con un alto grado de control, proveyendo la infraestructura física necesaria. Algo que vienen reclamando desde hace rato. Por otro lado, para Cablevisión-Nextel es una forma de aumentar la cobertura de su servicio sin el esfuerzo inversor necesario, en áreas donde no participa con sus servicios de TV paga. Este esquema asociativo le da fortaleza política, ya que se alía con operadores de cable del interior, muchos de ellos con fuertes vínculos con el poder político. En alguna medida, esta versión extendida de Cablevisión-Nextel se erige como el operador móvil de los cables.
En una hipotética fusión entre Cablevisión y Telecom, Cablevisión tendría activos potenciados en su valor. Si bien ambas empresas tendrían espectro en las bandas de 900 MHz y 2,5 GHz, si la de Cablevisión ya está siendo utilizada por los miembros de Red Intercable, el espectro a devolver eventualmente sería el de Personal, restándole valor.
Finalmente, y ya en términos de política clásica, no hay que soslayar los insistentes rumores de la absorción del Ministerio de Comunicaciones por parte del Ministerio de Modernización (como parte de una reducción de la estructura del Estado). Si esto se confirmara, para el actual ministro sería una forma de despedirse mostrando logros (más competencia en móviles con la incorporación de pymes en este caso) y posicionándose mejor para un futuro destino.
Paradojas de la vida, el espíritu del acuerdo entre Red Intercable y Cablevisión-Nextel se basa en el viejo slogan de Movistar que decía “compartida, la vida es más”.
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Fiesta de largo
Con la edición de hoy de Comentarios se cumplen 15 años desde aquella primera edición del 14 de junio de 2002. 15 años nos parecen poco cuando los cumplimos nosotros, pero ya adultos, cuando podemos hacer una retrospectiva de lo ocurrido en una década y media, es bastante.
Si bien en ese entonces Google ya existía, no era el caso de Facebook y tampoco de YouTube, Twitter, Instagram, Spotify y tantos otros éxitos de los últimos años que hoy son habituales en la PC o el celular. La banda ancha había arrancado en Argentina unos años atrás y recién comenzaba a tomar vuelo y los celulares eran teléfonos y punto. Nada de mensajitos ni mucho menos Internet.
Argentina venía del mazazo económico y social que significó la crisis de diciembre del 2001. El mercado local de telecomunicaciones pasó de la exuberancia del año 2000, cuando la apertura hizo que desembarcaran empresas y fondos de inversión a cablear el país, a una retracción violenta. De hecho, el primer relevamiento que se hizo desde Carrier y Asociados a mediados del 2002 era distinto a lo previo. Mientras que antes se intentaba determinar cuánto sería el crecimiento (sin importar el rubro), ese trabajo identificó dónde se producirían los recortes en el consumo tecnológico. El único negocio que se mantuvo en crecimiento fue justamente el del acceso de banda ancha. Los demás, tenían indicadores negativos. Hasta la telefonía celular perdió unos 100.000 abonados. Fue el período del boom de los ciber que permitieron que la gente se siga conectando a un menor costo. No era lo mismo, pero la tendencia hacia el uso de Internet era irrefrenable.
A nivel de la industria, esto dio lugar a un período de consolidación en la medida en que los que habían venido del exterior se volvían a sus tierras, dejando pérdidas y vendiendo sus activos locales a precios de remate.
Vino entonces una década de fuerte crecimiento, donde se conjugó la tendencia natural de la industria (con el desarrollo de la banda ancha y la masificación de los celulares) con un contexto excepcional a nivel internacional que permitió una rápida recuperación económica (teniendo en cuenta la magnitud de la crisis). Fueron los años de crecimiento a tasas chinas y de aumento del consumo. Desde el punto de vista de la labor de Carrier y Asociados fueron años magníficos porque el argentino estaba descubriendo la tecnología y la adoptaba rápidamente, dando lugar a cambios en los hábitos y costumbres que hoy nos son totalmente cotidianos y naturales. Ver de cerca ese proceso fue un privilegio fascinante.
Pero esto se daba en un mercado cada vez más concentrado, que absorbía lo que iba quedando y que no incentivaba la llegada de nuevos inversores y operadores. Y hubo decisiones políticas que no ayudaron a mejorar esta situación. La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no sólo ratificó el impedimento del ingreso de las empresas de telecomunicaciones a los servicios audiovisuales (léase, telcos dando TV) desincentivando inversiones en las redes. También limitaba la expansión de las redes de cable. En comunicaciones móviles, la no asignación de nuevo espectro y la inacción ante las trabas para la instalación de antenas atentó contra mayores inversiones en la red. El resultado fue que finalmente ésta se vio desbordada ante la llegada de los smartphones que se convirtieron rápidamente en Ferraris andando por calles empedradas. Recién sobre el final de la gestión anterior se comenzó a atender este problema, pero el daño estaba hecho y, aunque en menor medida, todavía lo sufrimos.
La nueva gestión intentó poner en marcha las cosas, pero rápidamente se dio cuenta de que no era tan sencillo deshacer lo hecho, en parte por el contexto, en parte por decisiones propias. El resultado fue que generó entre los operadores más malestares que alegrías, todavía al día de hoy. No es fácil regular una industria donde convergen otras dos y existen múltiples intereses diferentes. Los choques y las tensiones son inevitables.
Lo que sí cambió en esta nueva era es el interés por parte de empresas y fondos del exterior por lo que aquí pueda suceder. Aunque lo hacen con cautela, estudiando la situación, pero sin desesperarse por abrir la billetera, a la espera de más certezas.
En el ínterin, y más allá de los vaivenes del contexto, la tecnología y sus productos siguen avanzando. Los Netflix cambiaron la forma de ver determinados contenidos audiovisuales y presionan para que otros (como el fútbol) adopten modelos similares. La forma de relacionarse e informarse cambió radicalmente con la popularidad de las redes sociales. Y los cambios sigue llegando.
Así, 15 años después de aquél primer newsletter, el escenario es decididamente otro. Hay un moderado optimismo en la industria, que mira la macro, y esperanza en los consumidores que quieren globalizarse ya no en los usos y costumbres sino también en el acceso a bienes (todavía no ven claramente los frutos del arancel 0% en los productos informáticos o del regreso oficial del iPhone) y algunos servicios (como comprar en Amazon, eBay o Alibaba y recibir los productos localmente sin trabas o poder pedir un Uber para moverse).
De lo que no hay dudas es que, en materia de productos y servicios tecnológicos y, sobre todo, en su impacto en nuestras vidas, estos 15 años de vida de Comentarios parecen ser varias décadas. Es difícil saber si habrá otros 15 años más, pero mientras tanto, brindamos por un mundo cambiante que todavía nos sorprende con sus novedades y sus posibilidades. Aprovechamos la oportunidad para agradecerles por estar allí, del otro lado de la pantalla, por tantos años. ¡Brindemos!
El videoclip que no miramos
La industria de la música fue una de las primeras impactadas en sus cimientos por la aparición de Internet. El uso de la red tuvo como consecuencia el divorcio entre el contenido y el soporte físico (CD, cassette, vinilos) y con ello produjo un impacto en la línea de flotación de las discográficas. Y luego de 17 años desde el surgimiento de Napster, que fue la primera plataforma de distribución digital de música que inquietó a la industria, se estima que este año por primera vez las ventas digitales superarán a las de soportes físicos. El consumo online de música se da también en Argentina, donde un 91% de los usuarios de Internet utiliza esta red para escuchar música. Esto surge del informe “Internet y consumo audiovisual – 2017”, realizado por Carrier y Asociados.
Lo que puede sorprender al desprevenido es que a la hora identificar la plataforma más popular para escuchar música aparece YouTube, utilizada por el 65% de los usuarios de la red. El gigante del video en Internet es el líder claro y dominante. El uso de YouTube como rockola crece en la medida en que disminuye el nivel socioeconómico y es notablemente más habitual entre millennials que entre los más adultos.

Dentro de aquellas plataformas que son específicas de música, Spotify es claramente la más popular. Es utilizada por el 23% de los usuarios de Internet, combinando quienes usan la versión gratuita (13%) y la paga (10%). La versión paga equivale a 43% del total de usuarios de Spotify. Esto no implica que todos sean suscriptores ya que existen múltiples cuentas por abono. No obstante, la popularidad de la versión paga vuelve a ratificar (como ya sucede con Netflix en audiovisual) que un buen contenido a un precio justo es aceptado por los usuarios. De hecho, si bien el uso de la versión paga de Spotify sube con el NSE también lo hace mientras desciende la edad del usuario. O sea, los millennials pagan, abandonemos el mito de que no lo hacen ni harán.


