Desde la perspectiva tecnológica, las elecciones del último domingo dejaron material comentable, tanto respecto de lo que pasó como de lo que puede pasar.
En la previa y hasta la elección misma, hay dos hechos destacables. El primero es que se trató de una primera experiencia de elecciones 2.0. Se utilizaron las plataformas de Facebook y Twitter para seguir el acto eleccionario, con ciudadanos informando lo que iba sucediendo en las distintas mesas así como otro tipo de datos y comentarios. Una forma de aportar a la fiscalización del acto.
Pero esto también pudo verse antes del domingo, con mucha actividad de los usuarios de Internet en distintos sitios de noticias y blogs. Aquí también pudo comprobarse la existencia de ciberactivistas, es decir, usuarios que participaban con comentarios no ya como simples ciudadanos sino como parte interesada directamente en alguna de las propuestas ofrecidas (aunque fingiendo ser un hombre cualquiera). Por otra parte, fue interesante ver a los distintos candidatos (hablar de partidos es un poco difícil en Argentina) con blogs propios, twitteando y colgando videos en YouTube. Ni que hablar de la profusa publicidad online (Google Ads, de fiesta). Evidentemente, la reciente experiencia de Obama con los medios digitales inspiró a más de uno.
En cuanto a la elección misma, vale destacar el buen funcionamiento del sitio dedicado a la publicación de los resultados (http://www.elecciones.gov.ar), que no sólo ofrecía información completa y actualizada, sino que su desempeño no tuvo fallas, a pesar de la demanda. De hecho, la información allí estaba más actualizada que la que publicaban en TV y no había necesidad de escuchar un análisis político prematuro, con apenas el 6% de los votos escrutados. También sirvió para evidenciar que muchos medios no sabían interpretar bien los datos a pesar de que el sitio ofrecía la suficiente información como para determinar si ciertas tendencias se podían mantener o no.