Archivoabril 2010

Depende del cristal con que se mire

A pesar de su gran masividad, o tal vez justamente como resultado de ésta, el mercado celular argentino presenta aún ciertas zonas grises. La más llamativa quizás es aquella que hace a la cantidad de líneas y a como éstas se distribuyen entre los operadores.
Sin dudas que la primera gran sorpresa es la que resulta de comparar las cifras oficiales, difundidas por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), con aquellas que surgen de los balances de los propios operadores. Mientras que el organismo público indica que a diciembre de 2009 la cantidad de líneas móviles era de 50,4 M, los balances suman 48,7 M. O sea, una diferencia de 1,7 M que no tiene explicación lógica. Las malas lenguas dicen que las estadísticas oficiales están infladas ya que de esta forma arrastran a la suba al indicador de consumo de servicios públicos. Pero no, un organismo público no puede manipular las estadísticas…
Las cifras de los balances presentan a su vez otras zonas grises. Porque los 48,7 M de líneas declaradas no sólo superan la cantidad de habitantes del país en un 20% aproximadamente, sino que además le está asignando un teléfono a los recién nacidos. Es por esto que éstas pueden ser definidas como líneas en servicio, es decir que están en funcionamiento pero no necesariamente en uso. Justamente esta diferenciación es lo que hace que tratar de determinar la participación de mercado de cada operador en términos de líneas sea relativo, ya que dependerá del criterio de cada uno para determinar la baja de una línea que está técnicamente vigente pero no es utilizada. Todos dirán que a los tres meses sin tráfico las líneas son dadas de baja, pero la experiencia demuestra que no siempre es así.
Es por esto que resulta más realista medir la participación de mercado no tanto ya por líneas instaladas sino por facturación. A fin de cuentas, las empresas se crean para generar dinero a sus inversores, más allá de otros fines más altruistas que existan en paralelo.

De la información del cuadro, que surge del informe “Mercado Celular Argentino” recientemente finalizado por Carrier y Asociados, se pueden realizar algunas observaciones interesantes.
La primera tiene que ver con la alteración del orden de participación según lo que se mida. Si es en líneas, Claro es el líder, seguido por Movistar, Personal y, bastante más lejos, Nextel. Si es en facturación, Movistar se ubica a la cabeza, seguido por Claro, mientras que Personal se mantiene en el tercer puesto. Por otra parte, resulta evidente que sin dudas Nextel es el operador con el mayor ARPU (ingreso promedio por línea), ya que su participación de mercado en facturación triplica a aquella medida en líneas. Sin dudas, un factor por el cual la empresa es envidiada (sanamente) en la industria.
En los números, como en otros órdenes de la vida, no hay verdades absolutas. Todo depende de lo que se quiera ver (o mostrar). Es como aquél chiste que dice que se le pide a un contador que diga cuánto es 2 + 2, a lo que responde: “¿cuánto quiere que dé?”

Ciberschool

El anuncio realizado esta semana en relación al Programa Conectar Igualdad que apunta a otorgar una netbook a cada alumno de escuelas secundarias públicas del país dejó mucha tela para cortar.
La primera y más evidente es el grado de escisión en la sociedad argentina. Un gobierno más preocupado en dividir políticamente que en armonizar logra que un plan con buenas intenciones (nadie puede estar en contra del acceso a la información de los estudiantes) sea profundamente criticado, y así, por ejemplo, aquellos que señalaron al uruguayo Plan Ceibal como modelo, hoy critican lo que se hace aquí. Por otra parte, también es cierto que muchos anuncios del gobierno relativos a la educación no se cumplieron, como la difusión de la jornada completa o la cantidad mínima de días de clases por año. Así, es comprensible que haya descreimiento sobre la efectiva concreción de lo anunciado en este caso.
No ayuda que la presidenta se compare a sí misma con Sarmiento. Educar es algo muy distinto a proveer una herramienta. No obstante, según lo que puede leerse en el sitio Web destinado al programa, parece prestársele muchísima atención a la distribución del hardware, pero hay muy poco respecto a algo tanto o más importante, como es la formación docente y la adecuación de las metodologías de estudio como consecuencia de la incorporación del equipamiento. O sea, más énfasis en la herramienta (necesaria sin dudas) que al contenido y proceso educativo.
Por otra parte, tampoco queda claro cómo este programa se articula con los presentados en otros distritos, como las provincias de San Luis, Rio Negro o Salta, o la ciudad de Buenos Aires. Asimismo, siendo que la incorporación de esta herramienta al proceso educativo trae aparejado un reenfoque profundo del mismo, sería interesante escuchar la opinión de quienes son expertos en educación aunque no formen parte del gobierno.
Desde el punto de vista de la industria, evidentemente este plan representa una gran oportunidad, especialmente para los productores locales. De hecho, CAMOCA, cámara que los agrupa, rápidamente emitió un comunicado de prensa respaldando el programa y las oportunidades que representa para la industria local. Para tener una idea del impacto del programa, en el 2009 se vendieron en el país unas 900 mil computadoras portátiles, con lo que 3 millones destinadas al plan representan una cantidad más que interesante, habida cuenta de que a éstas se les sumarán las que el mercado consume regularmente. Si bien aún no queda en claro si los equipos de producción nacional tendrán algún tipo de ventaja o prioridad respecto de los extranjeros, si hubiera incentivos de este orden, serán sin dudas más favorables a la industria que el establecimiento de barreras arancelarias geográficas del estilo impuesto tecnológico.
Finalmente, y ya desde una perspectiva más política, el programa es una gran apuesta del oficialismo. A un año y medio de las elecciones para presidente, muchos ven en este anuncio una medida destinada a convencer a una porción del electorado hoy en duda. Pero si el programa no cumple sus objetivos, la medida podría convertirse en un boomerang.
En fin, el programa tiene aspectos positivos, para la educación y para la industria, aunque sería un error entenderlo como una solución a los problemas educativos del país. Y luego de otros antecedentes, es normal que algunos desconfíen. Se trata en definitiva de un programa que por su envergadura e implicancias debería ser más preciso y amplio en su descripción, así como tener un tratamiento más plural, tanto desde el punto de vista político como técnico.

Habemus iPad, ¿y ahora?

Luego de mucha expectativa, sobre todo mediática, finalmente llegó a los comercios el nuevo dispositivo de Apple que no encaja con exactitud en ninguna de las categorías más difundidas de los dispositivos TIC (notebook, netbook, smartphone).
Lo más llamativo de todo el proceso fue la manija dada por los medios. Quizás atraídos por historias épicas, el periodismo se esmeró en presentar al iPad como un nuevo iPhone en términos de impacto en el mercado y en la sociedad. Por supuesto, no faltó el intento de regenerar el atractivo de mostrar a los fanáticos haciendo cola y acampando antes de que abrieran los comercios que vendían el dispositivo, tal como sucedió en su momento con el iPhone. Claro que esta vez había menos gente, por lo que los planos eran más cortos.
Esta expectativa mediática no se dio únicamente en los EE.UU. (donde Apple tiene una presencia relevante). También se tuvo lugar en Argentina, donde el culto a Apple es de práctica cuasi clandestina. La cosa es que el lanzamiento del iPad ocupó espacio relevante en diarios de circulación nacional así como en noticieros televisivos locales. En exceso quizás habida cuenta de los intereses del público argentino.
Lo cierto es que en EE.UU. todo estuvo más tranquilo de lo anticipado. Inclusive las 300 mil unidades vendidas inicialmente decepcionaron a muchos o al menos no estuvieron a la altura de las expectativas generadas.
Más allá de si el iPad se convierte en un éxito de taquilla o no, lo que sí podría suceder es que el concepto de las tablets finalmente termine con el modelo de one size fits all (o talle único) de las computadoras personales. En el futuro las aguas podrían quedar divididas entre equipos cuya función principal sea el consumo de contenidos y la comunicación casual y limitada (tablets) y otros que apunten más a la generación de contenidos (notebooks/netbooks), como escribir, calcular, diseñar, etc. Aquí está quizás la gran diferencia entre el iPad y las tablets lanzadas hasta el momento. Mientras que el iPad se posiciona claramente como una ventana a los contenidos, las tablets fueron presentadas originalmente como un formato distinto de algo conocido: las computadoras portátiles.
Con roles más definidos, probablemente las tablets impacten en las ventas de notebooks y netbooks, aunque esto no debería ser una preocupación para los fabricantes de éstas que serán los mismos que los de las tablets. Y en su conjunto, tablets, notebooks y netbooks formarán un mercado mayor al que actualmente componen estas dos últimas categorías. Así, los consumidores tendrán equipos más ajustados a sus necesidades y los fabricantes tendrán mercados mayores. Todos felices.

Linkeando

  • Cuando años atrás se lanzaron los primeros planes para alentar el desarrollo de la industria del software, era previsible que llegaríamos al punto en que estamos hoy: se “producen” menos profesionales en informática que los que la industria demanda. Los tiempos académicos y humanos no son los mismos que los de los negocios. Y la trampa del “gano plata hoy, largo la carrera, termino estancado mañana” sigue a la orden del día [Clarín]
  • Los defensores de la neutralidad de la red recibieron un duro golpe en los EE.UU. luego de que un juez federal fallara en contra de la FCC y a favor del megaoperador de cable Comcast. Industria 1, Reguladores 0. [El País]
  • Durante el “Encuentro Internacional de la Banda Ancha y el Cablemódem” realizado por ATVC en Rosario, los cableros estuvieron “pegando” a diestra y siniestra. Lo interesante es cómo repercutió en los medios, donde hubo enfoques distintos de las quejas planteadas por la industria del cable. [El Cronista / La Nación]

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