Los procesos de cambio en la naturaleza suelen ser imperceptibles a escala humana. Pero en el mundo de la tecnología, se pueden dar en términos de apenas unos pocos años.
Hasta los primeros años de este siglo, la industria celular estaba dominada por unos pocos nombres, muchos de ellos de origen europeo: Nokia, Motorola, Ericsson, y en menor medida otros como Siemens. Particularmente en el caso de los europeos y ante el avance mundial de la tecnología GSM que reinaba en el viejo continente, todo hacía pensar que este dominio seguiría inalterado. Pero las cosas no son siempre tan lineales. Por un lado, Siemens tiró la toalla, retirándose del negocio. Ericsson no pudo seguir solo, y terminó aliándose con Sony, aunque la suma de dos empresas con sus dificultades no garantiza una fortalecida, lo que pudo comprobarse al poco tiempo. Motorola comenzó a tener problemas que hicieron que su unidad de celulares fuera el patito feo de la compañía. Así, llegó a una reorganización y a un replanteo de su estrategia de terminales, que en base a sus últimos resultados parece centrarse más en la gama media y alta, con menos volumen pero más rentabilidad. La mayoría estaba en problemas, salvo Nokia que avanzaba sobre el terreno perdido de sus compañeros de camada.
Mientras esto sucedía, las coreanas Samsung y LG comenzaron a pisar fuerte, con equipos de gama media de características sobresalientes. Y en la alta gama, tanto RIM (o Blackberry) primero, como Apple después, demostraron que la función teléfono de celular podía se considera claramente como una características más, pero no la central. Así, cada una desde un enfoque distinto, se convirtieron en los grandes impulsores y dominadores del mercado de smartphones. Una revolución que ya no nacía de Europa, cuna de la masificación del celular, sino del otro lado del océano atlántico.
Mientras esto sucedía, Nokia, bajo los efectos del exceso de confianza y algo de arrogancia que le daba su privilegiada posición de liderazgo en casi todos los segmentos fue saliendo del centro de la escena. La situación llevó primero a rumores de desplazamiento de su CEO y, poco tiempo después, al anuncio de una reorganización. Sin embargo, muchos ven a estos movimientos como muy poco muy tarde. La principal crítica siendo que a pesar de la reorganización del negocio, quienes siguen a cargo en las funciones más altas son los mismos que llevaron a la empresa a la situación en que se encuentra. El tiempo dirá si el bisturí debería haber llegado más profundamente.
Mientras tanto, la industria de los terminales celulares está dando muestras de ser una de las más dinámicas y exigentes. Y lo que hoy está, mañana puedo no hacerlo. Y vice versa. O, como decía Andy Grove, uno de los fundadores de Intel, sólo los paranoicos sobreviven.