Buscando el modelo

Si bien los diarios fueron rápidos en subirse a la ola de la digitalización (a diferencia de las discográficas), todavía buscan lograr un equilibrio entre un creciente número de lectores online pero que no es acompañado en igual medida por el lado de los ingresos, hasta ahora mayormente centrados en la publicidad.

Esta semana fue el turno del prestigioso The New York Times anunciando que a fin de mes comenzará a cobrar por el acceso a su edición digital. Su modelo parece bastante razonable para el lector. Se basa en el acceso gratuito a 20 notas por mes, mientras que sólo los suscriptores podrán acceder a más. Aquellos lectores que lleguen a artículos del diario a través de vínculos en buscadores, blogs y redes sociales como Facebook y Twitter podrán leer esas notas aún en el caso de que hubieran superado su límite mensual. El acceso desde smartphones y tablets será gratuito sólo para la sección Top News, pero para el resto hará falta una suscripción. Los abonos variarán entre US$ 15 y 35 mensuales, dependiendo de la cantidad de dispositivos desde los cuales se acceda. Pero tanto para los abonos de tablets como de smartphones se incluye el acceso vía PC. El modelo parece bastante flexible para el lector ocasional y no es prohibitivo para el intensivo. No obstante, no parece que vaya a cambiar radicalmente la ecuación del NYT.

El principal problema de diarios con Internet no es tanto el cambio de plataforma en sí, si no que hoy son los usuarios los propios agregadores de contenidos. En el modelo analógico, el medio selecciona y genera los contenidos de los temas más diversos que luego publica. Esto se repite en sus versiones online. Pero uno de los grandes cambios que introdujo la popularización de Internet es que la información se volvió fragmentada y modular. Y así como cada uno de los distintos módulos de información (política, economía, internacionales, deportes, etc.) puede ser ofrecido por el mismo diario, también puede provenir de fuentes distintas, contando la mayoría de las veces con un mayor grado de especialización o quizás un estilo o enfoque en particular.

Con la facilidad y bajo costo de la producción digital, a los diarios le surgieron millones de competidores que no lo hacen en forma transversal, sino que son duros contrincantes en forma vertical. Así, un lector moderno accede a información internacional de los medios propios del país donde suceden los acontecimientos, de un sitio o del blog de un especialista en la materia. Busca la información deportiva de sitios ad-hoc o quizás del Twitter de un periodista que trabaja para otro medio o de los propios protagonistas. Se informa de economía en un blog o el sitio de una revista especializada. Y así con los distintos temas.

Por supuesto, los diarios pueden intentar replicar esto acudiendo a los mayores expertos en cada tema, pero es una tarea titánica y de pocas probabilidades de éxito. Limitados a un rol generalista, los diarios pierden capacidad de diferenciación más allá de estilos o ideologías. Así, la información generalista se convierte casi en un commodity, limitando el interés por pagar por esta.

En definitiva, los diarios todavía representan la integración propia de la tecnología de impresión, donde su escala para un modelo de uno a muchos es viable. Hoy, el surgimiento de diversas fuentes especializadas más el acceso a otras lejanas físicamente pero accesibles en forma instantánea vía Internet se convierten en una competencia desintegrada y atomizada difícil de combatir. De hecho, ningún medio generalista ha podido implementar aún con éxito un modelo de pago en Internet. Por más que le hayan prendido unas velas a San iPad, donde más allá del soporte (papel o tablet), el modelo sigue siendo similar.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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