El paraíso de las incoherencias

Durante los últimos días un par de noticias pusieron en evidencia las contradicciones en relación a la industria tecnológica local. Fueron las relacionadas al lanzamiento del plan “LCD para todos” (todavía su nombre definitivo no fue oficializado, pero claramente no sería inteligente que fuera éste) así como las demoras en Aduana de embarques de smartphones (principalmente Blackberry y también iPhone).

En realidad, y más allá de su amplia difusión en diarios de alcance nacional, lo de los smartphones no es noticia, ya que se trata de algo totalmente previsible en función de la historia reciente. Lo concreto es que desde el mes de abril la Aduana argentina no está dejando ingresar al país ningún teléfono Blackberry como consecuencia de la aplicación de las licencias no automáticas (LNA), mientras que en enero ingresaron los últimos iPhone. Era previsible que fuera así ya que ambas marcas no se ensamblan en Tierra del Fuego.

El caso pone sobre la mesa la arbitrariedad de las LNA, algo de lo que se habló mucho desde su entrada en vigencia. En este caso particular, la arbitrariedad es mayor aún por dos motivos. Por un lado, y el más evidente, es que luego de la puesta en vigencia de lo que se conoció como Impuesto Tecnológico, existe una diferencia de costos impositivos notable entre un equipo importado y otro proveniente de Tierra del Fuego. Evidentemente, no alcanzó con encarecer el precio de estos equipos, por lo que se le aplicó una medida para arancelaria. La misma afecta no sólo a los fabricantes que no pueden vender sus equipos, sino también a operadores y consumidores que los eligen por sus capacidades diferenciales, aún a costa de tener que pagar más impuestos. En el caso de Blackberry y iPhone, al tratarse de marcas que sólo incursionan en el rubro smartphones, sería interesante ver cuál es la viabilidad de producir en Tierra del Fuego ya que se trata de un segmento de mercado más reducido (el año pasado rondó el 14% del mercado de celulares), por lo que las economías de escala podrían no ser las necesarias para justificar los costos de producción local.

Mientras esto sucede, se autoriza la importación de televisores LCD para llevar adelante un plan que apunta, entre otras cosas, a que los segmentos más necesitados, aquellos que cobran dinero de planes sociales, inviertan parte de éste en tener un televisor que le permita captar la TDT antes de que empiece un evento convocante como es la próxima Copa América de fútbol de selecciones. Como los tiempos son exiguos y la producción local no podría satisfacer esta demanda, se permite (también arbitrariamente) su importación.

Tenemos entonces la incoherencia del freno a la importación de determinados productos, que pagan una altísima carga tributaria frente a la producción local, siendo que éstos son demandados por empresas y consumidores para trabajar y también entretenerse. En una visión totalmente opuesta, se habilita la importación de bienes que se producen en el país simplemente para fomentar el consumo de un bien orientado mayormente al entretenimiento y cuya financiación está asegurada por el descuento de la cuota en la asignación que reciben con fines sociales.

Debe quedar en claro que no se está criticando en sí a las políticas (que de por sí son debatibles) sino su instrumentación. Si se quiere que todos los celulares se fabriquen en Tierra del Fuego se podría lisa y llanamente prohibir la importación de los mismos. Sería una decisión quizás desagradable para algunos, pero eliminaría la arbitrariedad de un funcionario determinando desde su escritorio qué ingresa al país y qué no. En el caso de los televisores, y tal como lo apuntamos desde aquí en anteriores oportunidades, hubiera alcanzado con que se les exigiera a los fabricantes nacionales que incorporaran la tecnología para sintonizar TDT como condición para autorizar su producción local. Ninguna de estas cosas se hizo, por lo que hay que salir a poner parches que son muy poco elegantes y que desnudan un amplio grado de improvisación.

En resumen, se le puede dar el sesgo ideológico que se quiera a las políticas de industrialización. Lo que es preocupante es que éstas no se apliquen coherentemente. Pero quizás esa es una de las características fascinantes de vivir y trabajar en Argentina.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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