Las inundaciones de la semana pasada en la ciudad de Buenos Aires y en La Plata, que combinadas orillan oficialmente los 60 muertos, deberían servir para tomar medidas que minimicen el impacto de este tipo de fenómenos.
Si bien es importante pensar en las obras de infraestructura que haya que hacer para evitar que estas situaciones se repitan, lo cierto es que en el mejor de los casos esto llevará años. En el ínterin, es importante empezar a pensar ya mismo en cómo actuar la próxima vez, habida cuenta de que se trata de eventos recurrentes a los que habrá que acostumbrarse y adaptarse. De la misma forma en que en otros lugares se organizan en función de terremotos, huracanes u otros fenómenos naturales.
En el caso específico de las telecomunicaciones, lo acontecido refleja también los años de inacción en materia regulatoria, con un mercado móvil que pasó de menos de 7 M de líneas en el 2002 a casi 40 M en la actualidad. Resulta evidente entonces que los celulares se convirtieron en cosa habitual en todos los segmentos de la población, por lo que no contemplar este dato en situaciones de catástrofe es estar mirando para otro lado.
Así parece haberlo entendido la Secretaría de Comunicaciones, que en su primera resolución del año (y primera también de la nueva gestión) abordó el tema de de los operadores móviles en situaciones de emergencia o catástrofe. La norma prevé requisitos atendibles, como una cierta autonomía energética en la infraestructura afectada o la obligación de disponer de unidades móviles de contingencia que permitan la continuidad del servicio para aquellos sitios que no puedan ser restituidos. Algo que se conoce como sitios móviles.
Si bien no se puede estar en desacuerdo con estos nuevos requisitos para los operadores, esta resolución apunta a la reacción y no a la prevención. Y en este último aspecto los celulares pueden ayudar y mucho, aunque no pueden actuar solos. Más allá de las obras de infraestructura requeridas, la prevención arranca con un servicio meteorológico eficiente. Con esto, se puede pensar en alertas tempranas, vía SMS o llamadas con mensajes pregrabados, que se envíen a todos aquellos celulares que se encuentren dentro del área potencialmente afectada. Este mismo mecanismo puede utilizarse a posteriori, con comunicaciones que informen sobre centros de evacuados o de provisión de ayuda, o cualquier otro mensaje a distribuir entre la población afectada. No hay que obviar las capacidades de broadcasting de las redes.
En definitiva, la resolución es una medida positiva, pero se queda corta. Y así como el Estado puede y debe exigir a las empresas determinadas formas de acción ante situaciones específicas, también debe hacer su aporte y apalancarse en los servicios disponibles tanto para prevenir situaciones dolorosas como para mitigar las consecuencias de las catástrofes. Bien reza el dicho: “Más vale prevenir que curar”. Y suele ser más barato, tanto en costos materiales como, y principalmente, humanos.