Archivojunio 2013

Twits selectos

Creced y multiplicaos

En diversos aspectos, la TV y la PC se asemejan. Y no solo porque ambas tienen pantallas que permiten ver los contenidos. También tuvieron una evolución similar, al menos inicialmente, en el hogar. En sus orígenes, tanto la TV como la PC eran un dispositivo único para todo el hogar. Un dispositivo de uso familiar. Pero con el tiempo esto fue cambiando. La TV se comenzó a multiplicar, y además del living/comedor/salón común comenzó a poblar dormitorios. Llegó a hacerse casi personal. Algo similar ocurre con las PC. Pasaron de estar en ambientes comunes para ganar espacio personal, lo que se traduce en un aumento de la cantidad de hogares con 2 o más PC. Esto surge del informe “Acceso a Internet y tecnología residencial” recientemente publicado por Carrier y Asociados.
Si bien el fenómeno no es nuevo, en los últimos años la multiplicación de PC en el hogar tuvo un ritmo claramente ascendente. Éstos pasaron de ser el 25% de los hogares conectados a Internet en el 2011 para saltar al 40% en 2012 y llegar al 59% en 2013. En otras palabras, los hogares con multiplicidad de PC más que se duplicaron en tan sólo 2 años.

En esta multiplicación mucho influyó la popularización de computadoras portátiles (notebooks y netbooks) que además de ofrecer movilidad tienen menores demandas de espacio, permitiéndole ganar aceptación en los hogares. Así, un 64% de los hogares conectados cuenta al menos con una portátil, creciendo de un 48% en 2012 y un 30% en 2011, más que duplicando su penetración en 2 años. Esta presencia es notablemente mayor en hogares con más de una PC, donde alcanza el 92%.

Cambio de viento

En su aún breve gestión, las nuevas autoridades en materia de telecomunicaciones han dado muestra de ser más proclives a tomar la iniciativa en comparación con la gestión que reemplazaron. Por eso quizás es que noticias como el decreto 681/2013 publicado esta semana ganaron las portadas de diversos medios, tanto especializados como generalistas.
Según el decreto, la Secretaría de Comunicaciones podrá, en forma preventiva,  aplicar las medidas que juzgue necesarias para garantizar la calidad del servicio. Además, le da a la Secom 30 días para elaborar un nuevo reglamento que establezca los requisitos de calidad de los servicios que tienen que cumplir las empresas. Hasta aquí, nada raro sino más bien esperado. Lo que dio la nota periodística en realidad fue que, en los considerandos de la norma, se pone como ejemplo de eventuales sanciones la  suspensión de la venta y activación de nuevas líneas y servicios. Se trata de una medida que estableció Brasil el año pasado ante una situación similar en cuanto a calidad del servicio. Pero está claro que ésta no mejora la situación sino que simplemente evita su empeoramiento.
En sí el decreto no debería sorprender. O sí, pero no en su contenido sino en la demora en haber visto la luz.
Ciertamente, los operadores tienen su cuota de responsabilidad para haber llegado a este punto. Esto no admite discusión en ciertos temas, como las quejas por facturación o el manejo de créditos prepagos (ambos citados en los considerandos del decreto). Pero hay que tener en cuenta que los operadores no están solos a la hora de repartir culpas. También hay responsabilidad por parte del Estado desde dos perspectivas. Una, por la falta de un mayor control sobre la degradación del servicio que no se produjo de la noche a la mañana sino que viene dándose desde hace años. La otra, por lo que hizo, o mejor dicho dejó de hacer, en materia de manejo de espectro, ese insumo esencial de la industria móvil a nivel global así como en la regulación para la instalación de antenas.
En términos de calidad de servicio, las quejas respecto del mismo encabezan los rankings de Defensa del Consumidor desde hace años. Y también es cierto que en el último año y medio, con la explosión de ventas de smartphones, el servicio se resintió. No obstante, durante todo este tiempo no hubo reacción por parte del Estado y sus organismos vinculados a la temática. Recién el año pasado se mostró una mayor preocupación, con la aplicación de multas millonarias a los operadores por hechos puntuales que atentaron contra la provisión del servicio. Pero en estos casos no podía adjudicarse la responsabilidad total a las empresas, siendo que en un caso fue por un atentado de un ex empleado (Movistar) y en el otro fue porque una obra en la ciudad de Buenos Aires produjo el corte de un cable de fibra óptica (Claro). Pero no hubo sanciones por acumulación de quejas de los usuarios, algo que tiene más que ver con el accionar de las propias empresas y no con eventos puntuales generados por terceros. Así, el decreto es positivo en la medida en que apunta a establecer un marco para que el control sobre la calidad del servicio sea una constante que incluya la prevención. En definitiva, ser más preventivo que reactivo.
En materia de “insumos” que son responsabilidad del Estado, espectro e instalación de antenas, el accionar en todos estos años fue deficitario. Ya mucho se habló de la política restrictiva en materia de espectro, pero vale la pena repasar brevemente. Un espectro alocado que es menor al de otros países con igual o menor desarrollo móvil. Una inacción preocupante a la hora de asignar espectro, demorando 4 años en decidir qué hacer con lo que había devuelto Movistar, lo que afectó los planes de varios. A esto se suma la falta de un horizonte claro en materia de gestión del espectro necesario para servicios LTE (donde somos furgón de cola regional en materia de disponibilidad comercial del servicio). Y finalmente, por el lado de la instalación de antenas, si bien era un tema que preocupa a la industria (incluyendo al regulador) desde hace varios años, poco es lo que se hizo para terminar con arbitrariedades y falta de uniformidad a la hora de definir las condiciones de su instalación.
En resumen, el decreto debe ser bienvenido. Por un lado es una advertencia del gobierno a los operadores ya que el primero comenzará a exigir de los segundos un mejor servicio. Por el otro, es un llamado de atención hacia las autoridades (tanto de control como de aplicación) para que de una buena vez hagan lo que tienen que hacer.
Como siempre, el diablo está en los detalles. Pero eso lo veremos recién dentro de 30 días, tiempo otorgado para que se dicte un nuevo reglamento que establezca los requisitos de calidad de servicio que tendrán que cumplir las empresas. Veremos entonces.

Hardware censor

Quienes superaron la barrera de los 40 (años) recordarán que en los años 70, más precisamente entre 1974 y 1980, el llamado Ente de Calificación Cinematográfica, fue dirigido por Néstor Paulino Tato, recordado como máximo censor de la historia argentina. Se le atribuye la prohibición de más de 700 películas durante su gestión. Afortunadamente, esos tiempos quedaron atrás. No obstante, hoy la censura no llega de la mano de personajes cuestionables sino de corporaciones que tienen la característica de controlar determinados ecosistemas que combinan hardware, software y servicios. Y este control les permite incidir sobre los contenidos que sus clientes consuman.
Desde una perspectiva tecnológica, conviene recordar que la industria pornográfica siempre fue un early adopter. Hay películas mudas de principios de siglo así como muchos de los primeros materiales en VHS eran películas “de alto contenido erótico”. También es evidente el impulso que este negocio recibió con la explosión de Internet que masificó la distribución de este tipo de contenidos. Y ahora llega, o llegaba, el turno del wearable computing. Tal es el caso que se conoció esta semana que involucra a Google Glass.
La empresa MiKandi, especializada en desarrollar como define “apps para adultos”, se aprestaba a lanzar una aplicación para las lentes de Google llamada Tits & Glass (que podrán googlear fácilmente, aunque no se recomienda hacerlo en la oficina o en ambientes que requieran de un poco de recato). Y cuando estaba por suceder, Google cambió sus políticas de contenidos, aclarando que no permitirá apps que contenga desnudez, actos sexuales gráficos o material sexual explícito.
Es conveniente destacar que la pornografía podrá ser considerada inmoral quizás, pero no es ilegal (como sí lo sería si fuese infantil). Por lo tanto, que el fabricante del dispositivo tenga la capacidad de censurar ciertos contenidos o funcionalidades en función de un criterio que le es propio no sólo es arbitrario. También es un precedente peligroso porque se sitúa por encima de la ley. Para verlo de una forma más simple, es como si tuviéramos una TV que no nos permitiese ver determinados canales en función de políticas del fabricante. Sería inaceptable. Sin embargo, en el mundo digital estas “atribuciones” son toleradas con una pasividad que asusta. Así, mañana la lista de contenidos censurables podría ampliarse a otros campos, pero quizás ya estemos acostumbrados a que avancen sobre nuestros derechos…

Linkeando

  • Quién te viera y quién te ve: Interesante informe publicado por la GSMA en el cual argumenta que Europa está bastante atrasada respecto de EE.UU. en despliegues de LTE, uso de móviles y otros indicadores. Y le pide al regulador europeo su ayuda para recuperar el terreno perdido. [Fierce Wireless]
  • Compartida, la red es mejor: Anatel, el regulador brasilero de las telecomunicaciones, está analizando imponer el compartimento del espectro de 700 MHz bajo un modelo de RAN Sharing (RAN = Radio Access Network). Una tendencia que genera cada vez más interés. [Signals Telecoms News]

Twits selectos

Winter is coming

La popularidad de la serie Game of Thrones sirvió de excusa para que el gestor de redes sociales Hootsuite elaborara esta infografía que reproduce el status actual de la social media. Las batallas entre las distintas “casas” cobran una nueva dimensión.
 

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