La noticia venía anticipándose en las últimas semanas y se confirmó en esta: Telefónica aumentará su participación accionaria en Telecom Italia. Lo hará a través de un aumento de capital en Telco, el holding que controla el operador italiano. Será a través de acciones sin derecho a voto (clase C), con lo cual incrementa su participación hasta un 66% pero manteniendo su derecho a voto en un 46,2%. No obstante, la cosa no termina allí, ya que en una segunda etapa (a partir del 1º de enero 2014) Telefónica tendrá derecho tanto a aumentar su participación en Telco en hasta un 70% como a convertir las acciones clase C en acciones ordinarias con derecho a voto (esto último sujeto a acuerdos con los reguladores de Argentina y Brasil), sumando además la opción de comprar el resto de las acciones de Telco en manos de sus socios italianos (Mediobanca, Intesa Sanpolo y Generalli). Por otra parte, Telefónica anunció que continuará absteniéndose de participar o influir en las decisiones que afecten los mercados en los cuales ambas compañías están presentes.
Esta ingeniería accionaria es importante para intentar predecir cuáles podrían ser los próximos pasos de Telecom Italia, especialmente en Latinoamérica, donde la operación ya encendió luces amarillas en los tableros de las autoridades regulatorias de Brasil y Argentina.
Tanto aquí como en Brasil, la noticia cobró otra dimensión ya que ambas empresas son competidoras. En Brasil, en el negocio de la telefonía móvil, Vivo (Telefónica) y TIM (Telecom Italia) tienen cada una algo más de ¼ del mercado. En Argentina, ambas empresas participan tanto del negocio móvil, vía Movistar y Telecom Personal, con alrededor de 1/3 del mercado cada una, como del fijo, vía Telefónica de Argentina y Telecom Argentina, donde entre ambas representan aproximadamente un 90% del mercado de telefonía y un 58% del de banda ancha. Se entiende así fácilmente por qué la operación genera revuelo entre las autoridades regulatorias de ambos países. Son dos pesos pesados en cada territorio y en cada mercado del cual participan.
Cuesta creer que semejante operación se haya llevado a cabo descontando que pasaría sin mayores problemas el filtro regulatorio de ambos países. Tanto en Argentina como en Brasil se dijo que se iba a estudiar la operación y analizar su impacto. El argumento de Telefónica será que no aumentó su derecho a voto y que continuará absteniéndose de participar en las decisiones que afecten a Brasil y Argentina. Pero igualmente pone a los reguladores en una situación comprometida, más aún con la existencia de una cláusula para aumentar todavía más su participación en Telecom Italia. En el caso argentino, la situación podría tornarse más compleja con un gobierno que aparece debilitado después de las elecciones primarias. Si la tendencia se confirma en las elecciones legislativas, tendrá una oposición más numerosa y predispuesta a no dejarle pasar tan fácilmente cualquier decisión que no implique una salida de los italianos de Telecom Argentina. Habrá que ver entonces cuál será la voluntad del gobierno de mantener el acuerdo que ya tiene vigente con Telefónica (y que se puede consultar desde aquí) o ampliarlo, pero sin llegar al punto de exigir una desinversión de Telecom Italia en Argentina.
¿Tiene sentido para Telefónica esta operación si Telecom Italia tuviera que desprenderse de sus activos latinoamericanos? El mercado italiano es algo mayor que el español. En banda ancha, son 13 M de accesos frente a 11 M en España. En telefonía fija son 21 M frente a 19 M. Y en celulares, hay 97 M frente a 50 M (aunque aquí habría que ver cuántas están activas). Por lo tanto, para Telefónica tener el control del principal operador italiano no es un tema menor.
Por otra parte, Telecom Italia arrastra desde hace años una pesada deuda, de aproximadamente US$ 38 mil millones. Esto no sólo atenta contra la calificación de la empresa a la hora de tomar créditos, sino que también lo haría, aunque en menor escala, en el caso de Telefónica. Se trata de un monto muy importante, que no puede compensarse con la venta de sus torres de la red celular o la separación del negocio fijo del móvil (unas de las últimas medidas evaluadas). Este nivel de deuda, más temprano que tarde, exigirá medidas más extremas. Por lo tanto no hay que descartar que este avance de Telefónica, vistos los posibles conflictos regulatorios y las necesidades de reducción de deuda, se traduzca en una eventual venta de los activos de Telecom Italia en Latinoamérica. Qué podría pasar en ese caso, ya es adentrarse demasiado en el terreno de las especulaciones.
La noticia debería entonces ser vista desde una perspectiva europea, teniendo en cuenta las dificultades que atraviesan las economías de ese continente sumadas a un mercado de telecomunicaciones demasiado atomizado. Esta combinación resulta en valores atractivos para adquisiciones (de hecho, ya son varios los que están de shopping por el viejo continente). En el caso italiano, agravado por su alto nivel de endeudamiento. No obstante, más allá de la herida en el corazón nacionalista de algunos italianos, la operación no cambia mucho en el panorama competitivo italiano o español. Aunque sí puede ser visto como un paso dentro de una tendencia que se insinúa en el mercado europeo de las telecomunicaciones hacia una mayor consolidación y donde muy probablemente, Telefónica sea de los grandes jugadores que emerjan de este proceso. Visto así, lo que ocurra en Brasil y Argentina será, en el peor de los casos, un daño colateral.