Recuerdos de Barcelona

Esta semana tuvo lugar en la capital Catalana el MWC 2015 (Mobile World Congress), el evento que anualmente convoca a toda la industria de las comunicaciones móviles. Luego de 4 días intensos, con muchos anuncios, demostraciones y charlas, la sensación que queda es que lo más relevante fue lo que no puede verse. En otras palabras, más que nuevos conceptos en dispositivos (tangibles), la atención la concentró las redes (intangible).
Por el lado de los dispositivos, lo que se vio tuvo más que ver con 2ª generación de conceptos que ya habían estado presentes el año pasado pero que en esta ocasión pueden ser considerados productos listos para el consumo. Tal es el caso de los smartwatches, los cuales en el 2014 estaban más cerca de un equipo estilo Dick Tracy mientras que en el 2015 tenían aspecto de relojes convencionales (aunque siguen siendo muy voluminosos en general), algo que se hizo extensivo a toda la categoría de wearables. Lo mismo sucedió con productos que entran en la categoría IoT (Internet of Things), lo que incluye a los autos, que aunque presentes este año concentraron menos atención de la concurrencia que la edición anterior del MWC. En materia de terminales, varios lanzamientos, pero no gran cosa nueva bajo el sol. Los smartphones en los últimos años han tenido mejoras incrementales, pero nada muy revolucionario. Hubo lanzamientos, sí, pero cuyo impacto se vio afectado por el “ruido” general consecuencia de una semana prolifera en anuncios.
Por el lado de las redes hubo más novedades y tendencias. El gran tema fue el comienzo del camino hacia el 5G. Un camino que todavía será largo, esperándose que esté disponible para los usuarios recién en el 2020. De todos modos, se llegará al 5G gradualmente, aumentando en forma progresiva la capacidad del 4G. De hecho Telefónica demostró en funcionamiento lo que hoy se llama 4.5G, que es un 4G que combina hasta 3 bandas de frecuencias en una única, permitiendo descargas de hasta 300 Mbps. Lo que hoy existe es lo que se denomina 4G+, que ofrece capacidades de descarga de hasta 150 Mbps. Pero lo saliente de la tecnología 5G no es tanto su mayor velocidad, que efectivamente la tendrá (se espera que se multiplique por 1.000), sino que incluye conceptos que la harán más apta para la IoT. Esto implica varias mejoras respecto de las redes actuales. Una es multiplicar por 100 la cantidad de dispositivos conectados, algo fundamental cuando la red no sólo conecte smartphones sino también sensores, vestimenta, electrodomésticos y mucho más. Los dispositivos a conectar crecerán exponencialmente y la red debe dar abasto. Al tratarse de dispositivos que no estarán conectados nunca a redes eléctricas, también la red debe ser más eficiente en el consumo de baterías, por lo que se apunta a que su duración se multiplique por 10. En un escenario a futuro con autos que se conducen solos, la latencia (el tiempo desde que se hace un pedido y se recibe la respuesta) debe ser instantánea, por lo que alcanzará valores de 1 ms (un segundo dividido por 1.000). Todo esto con una confiabilidad similar a la de la fibra óptica, pero en una red inalámbrica.
Si bien 2020 parece aún lejano, son sólo 5 años. Un poco más que una gestión presidencial. Como para que los candidatos de las próximas elecciones comiencen a tener el tema tecnológico en su agenda de gestión.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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