Atrapados

En los últimos tiempos, noticias sobre el mercado móvil provenientes de todas partes del mundo, incluyendo pero no limitándose a Argentina, hablan de lo mismo: el fin de los planes de datos ilimitados, más conocidos como Internet ilimitada. Básicamente, los operadores móviles están dando de baja  estos planes para reemplazarlos por otros basados en un abono asociado a una determinada cantidad de tráfico de datos que una vez consumidos dan la opción de pagar como excedentes o dejar de conectarse hasta el próximo ciclo de facturación. Un modelo conocido como capping.
En algunos casos los planes de Internet ilimitada mantenían la velocidad (tasa de transferencia, pera ser más precisos) independientemente del tráfico generado. Otros reducían la velocidad (generalmente a niveles de 2G) una vez alcanzado cierto nivel de tráfico pero mantenían la conectividad, una práctica conocida como throttling. Algo que a los efectos prácticos sólo es útil para aplicaciones de mensajería, poco demandantes de ancho de banda. Claro que el throttling es un arma de doble filo para los operadores, ya que es un concepto generalmente desconocido o no entendido por el usuario, que ve una degradación en la calidad de la conexión, atribuyéndola a una mala calidad del servicio.
La sustitución de modelos ilimitados o de throttling por otros de capping se está produciendo no sin sacudones que afectan la relación entre operadores y consumidores. Es que generalmente significa la modificación unilateral de las condiciones contractuales entre operador y cliente. Esto va más allá de la legalidad de este cambio, tal como sucede en Argentina donde alcanza con que el operador comunique con 60 días de anticipación el cambio en las condiciones. La pregunta es entonces: ¿por qué se llegó a esta situación de conflicto?
El concepto de Internet ilimitado surgió en los tiempos de 2G, donde las velocidades de las redes móviles combinadas con los pocos dispositivos aptos, no permitían hacer un consumo de datos que pusieran en riesgo la capacidad de la red. Eran los tiempos en que los Blackberry, que se usaban principalmente para mail y mensajería instantánea, dominaban el mercado de smartphones. Así y todo, uno de los argumentos de venta de Blackberry hacia los operadores era que estos equipos utilizaban mecanismos de compresión, lo que demandaba aún menos capacidad de las redes. El lanzamiento del iPhone en 2007, cambió este escenario ya que masificó la navegación por la Web y el consumo multimedia. De hecho, durante más de un año AT&T (el operador que tenía la exclusividad para la venta iPhone) vio cómo la calidad de su red se degradaba hasta límites insospechados previamente. No obstante, en su afán por no quedar relegados por el éxito del iPhone, en EE.UU. los competidores de AT&T también salieron a ofrecer planes de datos ilimitados. Con el inicio de la popularización de los smartphones en otros mercados, los distintos operadores los ofrecían con planes de Internet ilimitada para que la incertidumbre del costo por el consumo de datos no fuera un freno a su adopción o por temor a quedar descolocados frente a un competidor que sí ofreciese Internet ilimitada. Así, los operadores se encerraron en su propia trampa.
Los operadores no podían desconocer que ese “dulce” encerraba un potencial conflicto a futuro. A diferencia de ofrecer voz ilimitada que al medirse en unidades de tiempo establece un límite de 24 hs por día, el concepto de datos ilimitados es temerario. Tanto en los accesos fijos como en los móviles, el consumo de datos no para de crecer y tampoco se vislumbra aún un límite. Al pasar del mail y la mensajería instantánea primero, a la navegación web después, seguido del streaming (tanto de video como de audio) con calidades cada vez mayores, el límite de lo que se puede consumir en términos de datos no está en el horizonte. Y no hay forma económicamente viable de sostener una demanda creciente a un precio fijo.
La situación se hizo más apremiante con la llegada de 4G. Esta tecnología ofrece más velocidad, permitiendo consumir videos con una performance igual o superior a un WiFi. Esto posibilita no sólo el uso de YouTube sino de otras apps como Periscope que permiten hacer broadcasting de video. Adicionalmente, los equipos más modernos tienen cámaras que graban en HD y la posibilidad de hacerlo en 4K está a la vuelta de la esquina. Pero al mismo tiempo, 4G llegó con necesidades de grandes inversiones en espectro, red y terminales para satisfacer mercados maduros que ya no crecen en clientes pero sí en consumo. El repago de las inversiones requeridas no es compatible con el modelo ilimitado. La crisis era sólo cuestión de tiempo. La situación los llevó a tener que cortar de raíz con el concepto de ilimitado y con ello llegaron los conflictos. Ahora deben enfrentar los cuestionamientos de clientes y, en varios países, también del regulador. Pero a no dudar, Internet ilimitado es cada vez más cosa del pasado. Fue lindo mientras duró.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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