Recuerdos del futuro

Esta semana tuvo lugar en Barcelona el Mobile World Congress 2016 (MWC), el evento más importante a nivel mundial de la industria de las telecomunicaciones móviles. Como siempre, el evento sirve para visualizar tendencias, así como para descartar o poner en espera algunas tecnologías que parecían ser relevantes tiempo atrás y de las cuales el mercado se aleja.
Sin dudas uno de los grandes temas para los proveedores de infraestructura y operadores fue el 5G. Por estas latitudes, donde el 4G todavía está en la etapa inicial de despliegue puede sonar a futurismo perverso, pero la eventual llegada de 5G implicará un cambio profundo en el negocio. Por supuesto, hablar de 5G implica hacerlo de tasas de transferencia del orden de los Gbps, no ya de los Mbps. Pero su mayor impacto vendrá por otras de sus características, como la baja latencia, mayor confiabilidad, disponibilidad y seguridad. Si además se tiene en cuenta que estará pensada para un escenario donde la IoT (o Internet de las cosas) sea una cosa cotidiana, tiene que permitir alta densidad de dispositivos conectados, bajo costo, consumo de energía ultra bajo y amplia cobertura. Una diferencia no ya técnica sino de negocio es que, así como las generaciones previas (2, 3 y 4G) tenían el foco puesto en el mercado de consumidores, la 5G tendrá usos más orientados a las cosas (IoT) y a mercados verticales. Es por esto que se considera que será disruptiva en distintos mercados. Uno será el de la salud, aunque estará sujeto a las fuertes regulaciones que lo afectan. Otro el automotriz, con los autos convertidos en una suerte de smartphone sobre ruedas. Y así se irán sumando otros. No obstante, por el momento no hay un estándar para 5G. Se sabe a dónde se quiere llegar, pero aún no está la normalización necesaria para un negocio que tendrá una muy amplia variedad de dispositivos de características totalmente disímiles. O sea, todavía falta para el 5G, pero hay que estar preparado para un impacto que será mucho mayor al de las anteriores en términos de disrupción.
Por el lado de la IoT, si bien no es un concepto nuevo, sí pudo observarse este año una mayor madurez, con dispositivos que en gran parte dejaron de tener ese aspecto de prototipo o prueba de concepto para ser definitivamente aptos para la electrónica de consumo. Vinculado al IoT, si bien el anuncio fue la semana anterior al MWC, hubo más definiciones en relación a la eSIM (embedded SIM o SIM embebida). Como su nombre lo indica, no se trata ya de un chip que se inserta en los dispositivos, sino que ese chip ya va soldado dentro de los mismos. Así se libera espacio, propiciando la miniaturización y evitando su manipulación, un aspecto muy relevante para la IoT. Además de esto, tendrá tarde o temprano, implicancias en el modelo de comercialización de celulares, ya que cualquier usuario podrá comprar un smartphone y activar su línea online, sin pasar por un centro de atención al cliente del operador o, y esto quizás comience a preocuparlos, por un agente comercial. Será como comprar una SIM online, pero sin tener que esperar a que llegue por correo, con el consiguiente ahorro de costos asociados a la manipulación física de las SIM actuales.
Aunque no es una novedad, se ven cada vez más aplicaciones de Big Data, una tecnología que tendrá sin dudas un impulso adicional con la llegada de la IoT y su impacto en cuanto a cantidad de datos procesables.
La exposición también estuvo plagada de exhibiciones de productos de realidad virtual, aunque en su mayoría enfocados en el entretenimiento. Se trata de una tecnología a la cual si bien todavía le falta avanzar por el lado de la calidad gráfica sí ha tenido la virtud de evolucionar desde hardware dedicado y con capacidades por encima de lo masivo para llegar a estar presente en los smartphones.
Por el lado de los terminales móviles, si bien las coreanas Samsung y LG presentaron productos con innovaciones para sus equipos insignias, también fue notable observar las mejoras exhibidas en términos de diseño y calidad de los fabricantes chinos. Y no se trata únicamente de sus marcas fuertes como Huawei, ZTE o Lenovo, sino también de marcas mayormente desconocidas fuera de aquél país. Esto no debería sorprender. En definitiva, también las marcas top a nivel global producen sus terminales en China. Los fabricantes chinos están hoy en una posición similar a la que tenían los coreaos 7 u 8 años atrás. ¿Se repetirá la historia?

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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