Verano con split

Esta semana el directorio del Grupo Clarín propuso a su asamblea de accionistas la escisión de sus negocios de telecomunicaciones de aquellos de contenidos. Se trata de una decisión importante, de carácter estratégico.
Como resultado de la propuesta, que debe ser aprobada por los socios a fines de septiembre (algo que se descuenta) quedarían dos grupos, uno dedicado a los contenidos y otro a la infraestructura. El negocio de los contenidos quedaría bajo el nombre de Grupo Clarín, quien mantendrá las operaciones de AGEA (diarios Clarín, Olé, La Voz, Los Andes, La Razón), Artear (Canal 13 y TN), Radio Mitre, IESA (TyC Sports) y CMD (brazo digital del grupo). Para el negocio de infraestructura de telecomunicaciones se creará Cablevisión Holdings que concentrará la actual participación del grupo en Cablevisión (TV paga), Fibertel (acceso a Internet) y Nextel (móviles). Se especula que esta movida pueda traer además un rebranding unificado de Cablevisión, quizás más alejado del cable y más cercano a las telecomunicaciones. Los accionistas actuales del grupo mantendrán, al menos inicialmente, la misma participación en ambas compañías.
Esta división responde a la necesidad de evitar problemas futuros con dos grandes líneas de negocios totalmente distintas en su funcionamiento, ingresos y necesidades de capital. Está claro que el negocio de las telecomunicaciones es capital intensivo, lo que implica importantes demandas de financiación. La combinación del negocio de telecomunicaciones y de contenidos puede traer problemas a futuro, especialmente cuando este último está en pleno proceso de transformación no exento de turbulencias. De no mediar los cambios propuestos, este escenario podría influir negativamente en la calificación crediticia del Grupo, encareciendo la financiación de la expansión y modernización de sus redes. En la misma línea, la separación propuesta haría más atractivas las inversiones en acciones de Cablevisión Holdings, sin el lastre de negocios que no tienen el esplendor de antaño.
Por supuesto, es inevitable pensar que detrás de esta movida haya también un objetivo de más largo plazo que tenga que ver con una eventual fusión del futuro Cablevisión Holdings con Telecom, empresas que comparten accionista. No obstante, este escenario plantea varias dudas: ¿sería una operación aprobable por el regulador habida cuenta de la concentración de abonados de banda ancha, la superposición de redes (eliminando competencia efectiva) y la acumulación de espectro que generaría? ¿Estaría Cablevisión en condiciones financieras de absorber un pez tan grande como Telecom? ¿De ser al revés, Telecom absorbiendo a Cablevisión, aceptarían los actuales socios ver diluido su poder dentro de un futuro grandísimo operador? ¿Si hay intenciones de fusión, por qué Cablevisión gastó lo que gastó en adquirir Nextel primero y una serie de pequeños ISP con espectro más tarde? ¿Es un plan B? Muchas preguntas que por ahora no tienen respuesta.
Como dato casi de color, muchos creyeron ver en esta propuesta una ironía a la fallida desinversión requerida en su momento por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (alias Ley de Medios). Hay ciertas similitudes, es cierto, pero hay una diferencia fundamental desde la perspectiva de las telecomunicaciones. Ahora no hay límite a la expansión geográfica de las redes, uno de los errores más groseros de la Ley de SCA.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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