Mientras tanto, en estas tierras, el balance presenta algunos contrastes. En algunos ámbitos hubo mucha dinámica mientras que en otros se lucha contra un contexto adverso.
Por un lado, hubo una enorme aceleración en la digitalización de nuestras vidas. Al comercio electrónico se le sumaron billeteras electrónicas, gestiones vía móvil de todo tipo y hasta mucho ruido alrededor de las criptomonedas.
El comercio electrónico tuvo un fuerte crecimiento durante lo más duro del aislamiento que sirvió para fijar un nuevo piso. Hoy, aunque ya no vivamos encerrados, las compras electrónicas son claramente más habituales que en la prepandemia. Ya no se trata de tener un sitio propio de ventas o tener presencia en Mercado Libre. También las redes sociales, especial aunque no exclusivamente Facebook e Instagram, jugaron un rol importante en la ampliación del comercio electrónico a nuevos productos y servicios. De esta forma, potenciaron la presencia de comercios preexistentes, siendo las plataformas elegidas para nuevos emprendimientos.
En cuanto a las billeteras electrónicas, tuvieron en Mercado Pago a su gran referente, lo que no impidió que surgieran otras. Desde nuevos emprendimientos hasta bancos asociándose en MODO para no quedar fuera de este creciente mercado. También alternativas públicas, como la cuenta DNI, ayudaron a impulsar los pagos desde el móvil. Asimismo, fue notable el aumento del interés por las criptomonedas, que más allá del factor generacional, tienen un fuerte atractivo ante un sistema financiero tan restrictivo como el que se da en Argentina.
También la digitalización se hizo presente en toda serie de gestiones, como las credenciales de medicina prepaga u obras sociales, hasta llegar al más reciente pase sanitario (no exento de problemas en su funcionamiento). Así, nos encontramos en un acelerado proceso de adopción digital. Quien no cuente con un smartphone y una mínima aptitud y actitud, va camino a ser un paria en la sociedad moderna.
Por otra parte, a pesar de estar en el centro del desarrollo económico y social del país, la industria se vio acosada por su propio gobierno. Con el objetivo (correcto) de mejorar la conectividad y cerrar la brecha digital, los medios utilizados (incorrectos) dan lugar a una gran ironía que no pasa desapercibida.
Durante el año que termina, los coletazos del DNU 690 estuvieron a la orden del día. Apenas iniciado el año, se conoció la primera medida cautelar que suspendió la aplicación de esta norma. Cabe recordar que las cautelares sólo benefician a quienes las piden, por lo que llevó a muchos a solicitarlas. Con el correr de las decisiones judiciales, quedaron amparadas por medidas cautelares tanto empresas que lo solicitaron directamente, como Telecentro, Telecom y DirecTV, así como a ATVC (Asociación Argentina de TV por cable), bajo cuyo paraguas cientos de prestadores de servicios de TV paga fueron beneficiados con la no aplicación del DNU. De este modo, el decreto quedó convertido en una medida casi testimonial, de escasa aplicación, aunque no por ello inocua.
Ante este escenario, la respuesta del regulador Enacom fue primero autorizar aumentos por debajo de la inflación para luego no autorizar ninguno más a partir del mes de julio. Lógicamente, con una inflación galopante, los aumentos oficiales quedaron muy por debajo del IPC (Índice de Precios al Consumidor) que hasta el mes de noviembre fue del 52,1%. Así, la brecha entre la inflación anual y los aumentos autorizados por el regulador fue del 27% al 40,9% según el servicio y otras variables. Mientras tanto, las empresas no amparadas por alguna cautelar tuvieron que optar entre verse seriamente impactadas en su ecuación económica o desobedecer la norma y quedar al margen de la ley. Por supuesto, la realidad también se hizo presente, por lo que, más allá de los amparos, las empresas de servicios TIC no aumentaron sus precios al ritmo de la inflación, sino que lo hicieron en un 31,4%, casi 20 puntos por debajo de la inflación, según datos del IPC elaborado por el INDEC.
Durante el 2021 dio la impresión de que la libido puesta en la pelea por los precios impidió que se pudiera avanzar en otros aspectos de la regulación, especialmente en aquellos vinculados a la planificación. Tal es el caso del Plan de Espectro, anunciado a fines de la gestión anterior y que hoy, a dos años de mandato de la actual, todavía no fue presentado. Olvidémonos de 5G hasta tanto este plan no sea una realidad.
En materia audiovisual, el 2021 fue rico en lanzamientos locales de plataformas internacionales de streaming. A Netflix y Amazon Prime se le sumaron este año Disney+, Paramount+, Star+ (convengamos que no se destacan por la originalidad en sus nombres) y HBO Max. Pero paralelamente, la tensión con los proveedores de TV paga fue en aumento como consecuencia de una política de contenidos que privilegia a la plataforma propia por sobre los distribuidores de señales. Por otra parte, y siempre en este ámbito, la sorpresa del año fue la compra de Vrio (aka DirecTV) por parte del holding argentino Grupo Wertheim, posicionándose como el mayor actor de origen nacional a nivel regional en términos de clientes.
Quienes seguramente festejarán este fin de año son los productores de electrónica de Tierra del Fuego. Por un lado, por el quiebre de tendencia en el mercado local de smartphones, que volvió a crecer luego de 3 años consecutivos de caída, impulsado por la recuperación post aislamiento que le permitió un aumento de alrededor del 42% en unidades. No obstante, con unos 9,5 M de equipos vendidos, todavía está lejos de sus mejores épocas, cuando alcanzó los 13,3 M en 2017. Pero más tranquilos los debe haber dejado la extensión por 15 años del régimen de promoción de Tierra del Fuego, que estaba próximo a vencer.
Claramente, cierra un año que tuvo de todo. Para bien y para mal.